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‘El desarrollo’, de Slawomir Mrozek

Por Octavi Franch.

el-arbol-de-slawomir-mrozek«Sólo hace falta que una sociedad corro para que haya resultados.»

Slawomir Mrozek, fragmento del mismo cuento.

El desarrollo es el decimotercero cuento del recopilatorio de relatos titulado El árbol del narrador polaco Slawomir Mrozek, fallecido desgraciadamente en 2013.

Creo recordar que descubrí a este escritor cuando un servidor empezaba a estudiar para formarme como escritor. Si no voy equivocado, uno de mis profesores nos encargó el análisis literario de uno de sus cuentos. A raíz de esto, me convertí en un fanático de Mrozek y compré el resto de sus libros, la mayoría de relatos. Su humor ácido, inteligente y social me cautivó desde el primer párrafo, además de su atemporalidad que lo convierte en un clásico de finales del siglo XX. Para mí sólo hay otro relatista con su talento: el también desaparecido Jesús Moncada.

En este artículo, vamos a destripar uno de sus cuentos más conocidos: El desarrollo. El hecho de que la mayoría de sus relatos sean tan cortos (menos de 5 páginas) ya es de por sí un éxito y un gozo, porque cuesta muchísimo encontrar autores contemporáneos que escriban y publiquen este tipo de historias breves, que es lo que el lector desea encontrar cuando decide leer el libro en cuestión.

El desarrollo está escrito en primera persona y su narrador, tremendamente subjetivo, y protagonista, como ya nos tiene acostumbrados este autor, habla en nombre de la raza humana. En este caso, el Homo Sapiens está en la cocina de su casa observando lo que hacen las cucarachas. Alucina cuando se da cuenta de que están realizando composiciones orgánicas con sus cuerpos de las grandes obras de arte de la historia de la humanidad: Leonardo da Vinci, el impresionismo de Manet, el cubismo, el surrealismo y Warhol. Hasta aquí todo controlado, tanto para el lector como para el propio narrador-protagonista, el cual permanece con un esprai insecticida en las manos porque quiere «fijar» la escena que crea que es la perfección suprema del Arte. Pero no se decide, hasta que es consciente de que los escarabajos están dibujando algo que él no comprende, que no puede comprender, dado que los insectos ya han evolucionado tanto y tan deprisa que lo que ve es del todo incomprensible para su mirada, aún perteneciente al pretérito siglo XX-XXI.

En definitiva, una brillantísima crítica social sobre la hipocresía y la volatilidad de los valores humanos.

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