Christopher Nolan: El drama excelso
Por Octavi Franch.
Descubrí a ese talentoso y creativo director en su segunda película, la clásica y ya film de culto Memento. En este caso, Nolan nos sorprende con un flashback continuo y constante y combinando el blanco y negro con el color casi sepia, y añadiendo la voz en off del propio protagonista, interpretado por el siempre eficiente Guy Pearce (el cual ya venía de coprotagonizar junto con Russell Crowe la exitosa L. A. Confidential). El bucle neurológico en que se convierte la vida del pobre exinspector de seguros es una de las mejores historias del thriller contemporáneo y, por ende, una de las mejores películas de principios de siglo.
Pero este director tan perfecto, y con tanta vista a la hora de escoger tanto sus proyectos como los actores que los van a encarnar, empezó a partir de ese momento a mejorarse y mejorar el cine a nivel argumentario y en el conjunto de la filmación y posterior exhibición de un largometraje. Después de la ya mencionada Memento, al cabo de 2 años nos llega un nuevo thriller, en este caso Insomnio, protagonizada por Al Pacino en su papel clásico de detective y por el fallecido Robin Williams en su nueva vertiente de asesino en serie, el cual también podemos comprobar ese mismo año en Retratos de una obsesión. Ambientada en Alaska y con el hándicap ambiental de que en la época en que transcurre la historia casi todo el día es diurno, el cara a cara entre ambos mitos del celuloide se antoja legendario, sobre todo en el reducido espacio en el que se concentra, cual escena de teatro. Como siempre he pregonado: si un actor es realmente bueno hay que apreciarlo encima de un escenario.
Pero lo mejor estaba por llegar, dejando momentáneamente de lado su trilogía de Batman, con una adaptación (Prestigio: El truco final) y con otro rutilante guión original (Inception). Con respecto a la primera y a pesar de que la historia original sea una novela ajena, es de largo la mejor película de magos de todos los tiempos, porque es la que retrata de una manera más diáfana los trucos que han provocado que esos ilusionistas sean famosos en el mundo entero. Además, que la historia transcurra en el Londres victoriano, en una época en que los monstruos urbanos eran la moda (Drácula, Frankenstein, Jack el Destripador) y que los grandes inventos de la humanidad estaban por estrenarse, beneficia ese halo de misterio, peligro y estigmatismo con el que el director reboza todas sus obras visuales. Respecto al asunto de la ciencia, la elección de David Bowie como Tesla es de una perfección suprema, ya que sólo un genio puede interpretar, creíblemente, a otro. El mano a mano entre dos de los actores más reconocidos y con más trabajo de todo el siglo XXI, Hugh Jackman y el actor fetiche de Nolan, Christian Bale, es espectacular y, aunque se hubieran podido intercambiar los papeles y por lo tanto los roles, el personaje tan entrañable del mago gemelo con la niña de por medio resulta mucho más emotivo encarnado por el mejor Batman y John Connor de la historia fílmica.
En cuanto a Inception, una vez más Christopher Nolan tiene la habilidad de elegir a uno de los mejores actores de final del siglo XX y principios del XXI, camaleónico, niño prodigio y único de su especie, con permiso de los otrora mitos rubios Brad Pitt y Matt Damon. Estamos ante una historia que requiere toda nuestra atención, ya que nada es lo que parece, una y otra vez. Pero todo está completamente encajado cual muñeca rusa, con una fotografía y edición excelentes. Sin duda, una de las películas más impactantes y sorprendentes de lo que llevamos de milenio.
Por lo que respecta a la trilogía temprana de Batman, reitero lo anteriormente citado: sólo hay dos directores igual de preparados y con potencial para equiparar sus trabajos cinematográficos al frente de una superproducción de superhéroes: J. J. Abrams y Bryan Singer. Si Joel Schumacher en los 90 fue capaz de plasmar la atmósfera gótica del nuevo Batman negro y oscuro, luego Nolan consiguió adecuar ese universo otrora sombrío a un mundo más diáfano, verosímil y transparente, cual película de acción o incluso de guerreros medievales. Porque para darse cuenta de ello sólo hay que recordar el primer acto de Batman Begins, que no tiene absolutamente nada de film de superhéroes. Y, además, insisto en que por fin hemos disfrutado del actor idóneo para encarnar tanto al Hombre Murciélago como a su carcasa civil, Bruce Wayne.
Así pues, a Christopher Nolan ya sólo le falta recoger algún Óscar, ya sea en la modalidad de director o guionista. Pero si no lo ha conseguido ya después de dirigir y escribir tantas obras maestras, sólo puede significar una cosa: que lo mejor aún está por llegar.