Palmeras en la nieve (2015), de Fernando González Molina
Por Paula Olvera Pérez.
“Qué blanco es el ayer, qué triste el porvenir lleno de preguntas que no llegan a su fin…”. Qué razón tiene Pablo Alborán con estas palabras que forman parte de la banda sonora de Palmeras en la nieve, cinta española que se estrenó el pasado 25 de diciembre, día de Navidad, y que está cosechando un gran éxito. Se trata de la adaptación cinematográfica de la novela homónima escrita por Luz Gabás en 2012.
Tal y como se puede apreciar en el tráiler, que ya invita a adentrarse en el argumento, la cinta está inspirada en miles de historias, recuerdos y secretos reales que comienzan en 1953, cuando un joven llamado Kilian regresa junto a su hermano Jacobo a su tierra natal, la colonia española Fernando Poo, isla de Guinea Ecuatorial. La trama gira en torno a las vivencias de este protagonista que se enamora perdidamente de una nativa, Bisila, una enfermera hija de uno de los trabajadores indígenas más veteranos, que sufrirá en sus propias carnes las desigualdades sociales. La película se desarrolla paralelamente en dos contextos ya que, por otra parte, una joven que tiene por nombre Clarence intenta resolver enigmas familiares que marcarán un antes y un después en su existencia. Una interesante mirada en dos generaciones que engloba una historia de pasión y otra de búsqueda.
Dirigida por Fernando González Molina no es de extrañar que la cinta esté protagonizada por Mario Casas ya que es un habitual de sus producciones. Prueba de ello es su participación en Tres metros sobre el cielo y su secuela Tengo ganas de ti o en Fuga de cerebros 2. Sin duda, el 2015 ha sido el año profesional del actor que también ha participado en la divertida Mi gran noche. Aunque en Palmeras en la nieve a muchos no convenza, hay que reconocer que se produce un salto enorme en su etapa interpretativa. González Molina además apuesta por Berta Vázquez, que sobresale sin duda con su actuación, como también nos sorprendió con su papel en la serie de Antena 3 Vis a Vis, que hace unos meses cerró con gran éxito su primera temporada. Las miradas de ambos actores traspasan la gran pantalla y su complicidad brilla, más allá de sus papeles, quizás por su condición de enamorados fuera de la ficción. Forman parte también del elenco Emilio Gutiérrez Caba, Alaín Hernández, Adriana Ugarte, Laia Costa, Daniel Grao y Macarena García, ésta última interpretando al personaje que más me ha gustado, Julia, una mujer de alegría inmensa y con una gran fuerza.
Este largometraje tiene una duración de casi tres horas, que a los espectadores se les pasan volando porque la trama en ningún momento pierde intensidad. La amistad, la pasión y el deseo se enfrentan en esta película a la envidia y al poder que todo lo corrompe. La atmósfera creada en torno al argumento así como la puesta en escena de la acción se convierten en los platos fuertes de este melodrama romántico de los años cincuenta. Y es que para un largometraje de estas características se ha invertido una gran suma de dinero en el cuidado de su escena, con decorados que ambientan lo vivido en África, una tierra desconocida, exótica y con playas salvajes en las que más de uno se perdería mañana mismo.
El metraje nos acerca cómo era la vida colonial en una finca de cultivo, incidiendo en los conflictos raciales, en los contrastes entre la vida social de nativos y colonos. Precisamente en este marco de dos culturas se forja la historia de amor imposible que marca el guión y que nos demuestra que cuando el sentimiento es eterno no hay olvido. Las promesas de unión permanecen, a pesar de que el panorama de inestabilidad política sea el culpable del destino de los personajes.
Palmeras en la nieve está nominada a los premios Goya en cinco candidaturas: Mejor Canción Original, Mejor Dirección de Producción, Mejor Dirección Artística, Mejor Maquillaje y Peluquería así como Mejor Diseño de Vestuario, en este último caso compitiendo con Mi gran noche, Un día perfecto y Nadie quiere la noche. Estos reconocimientos que van llegando son una muestra de lo que el cine español es capaz de hacer, ahora solo queda que los espectadores hagan sus apuestas.