«Martutene», la monumental novela de Ramón Saizarbitoria
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Por Rebeca García Nieto (@gn_rebeca).
«He aquí un libro de buena fe, lector». Montaigne, Ensayos
Martutene (Editorial Erein, 2013) es una novela monumental, inmensa en todos los sentidos de la palabra, por eso llama la atención que fuera del País Vasco (ganó el Premio de la Crítica 2012 en euskera) no sea tan conocida como debiera, o al menos ésa es mi impresión. La novela de Ramón Saizarbitoria es tan grande que representa el conjunto del País Vasco, como ha dicho su autor, y también contiene un poco de Montauk, New York.
Además de un lugar, Montauk es el título de una novela autobiográfica de Max Frisch con la que Martutene mantiene una especie de diálogo metaficcional. En Montauk, Frisch cuenta su affaire con Lynn, una treintañera con la que pasó un fin de semana. A partir de esa experiencia, un Frisch ya entrado en años reflexiona sobre la cercanía de la muerte y sus antiguos amores, como la escritora Ingeborg Bachmann. Frisch dice tener una «necesidad demencial de tiempo presente por medio de una mujer», necesidad presente también en Martutene, que, entre otras cosas, es una reflexión sobre la compleja relación entre hombres y mujeres.
La novela de Saizarbitoria cuenta la historia de dos parejas: Julia y Martin (ella traductora, él escritor) y Pilar y Abaitua (ella neurocirujana, él ginecólogo). En ese sentido, como señala el propio autor, se podría decir que se trata de dos novelas en una. Las voces de los dos narradores –Julia y Abaitua- se van relevando y como hilo de unión de ambas historias está Lynn, una joven socióloga norteamericana cuyo nombre remite a la protagonista del libro de Frisch. Las referencias a otras parejas literarias (como Gustave Flaubert y Louise Colet, o Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir) y el debate sobre si la realidad imita a la ficción o es al revés ocupan algunas de las páginas más brillantes de esta novela. La destreza de Saizarbitoria para difuminar los límites entre la literatura y la vida, su hábil manejo de la ficción dentro de la ficción, hace que el lector se encuentre como en el interior de algunas películas de François Ozon, como La piscina o En la casa. Por otra parte, las disquisiciones sobre la relación del escritor con su obra recuerdan a libros de otros grandes escritores como Mi vida como hombre, de Philip Roth o Hombre lento, de J.M. Coetzee.
Y, como telón de fondo, Martutene, barrio situado en la periferia de San Sebastián conocido, entre otras cosas, por la cárcel del mismo nombre. Saizarbitoria aborda el conflicto vasco desde los puntos de vista de personajes de distintas generaciones (la madre de Julia, el hijo adolescente de ésta, Zigor, que empieza a hacerse preguntas sobre lo ocurrido en el País Vasco y sobre su padre, ya fallecido…). Todos los personajes, salvo Lynn, cargan con una culpa nebulosa, inespecífica, tanto individual como colectiva. Como ha dicho el autor en alguna entrevista, el conflicto ha abierto los telediarios durante décadas y el pueblo vasco, al igual que ocurre con el alemán, ha estado mucho tiempo en el punto de mira. Martutene es una novela valiente, ya que no elude los hechos más negros de nuestra historia reciente, y en cierto modo también conciliadora: está escrita de buena fe, como dice Montaigne en la cita que abre Montauk.
Volviendo a lo literario… Aparte de en su sólida estructura, la novela se sostiene en los detalles (como ese momento en que uno de los personajes tira los antidepresivos en el parterre de los pensamientos). El retrato psicológico de los personajes, de una hondura digna del gran Philip Roth, es a mi modo de ver uno de los aspectos más sobresalientes de Martutene. Sólo un maestro como Saizarbitoria puede mantener el interés del lector durante las más de setecientas cincuenta páginas que ocupa. Un libro, en definitiva, que merece llegar a muchos más lectores.
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Martutene. Ramón Saizarbitoria. Editorial Erein. 760 páginas.
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Ez dakit irakurri dudan kritikaren egileak eukaraz ala erderaz irakurri duen totxo hau.Ni euskararekiko militantziagatik irakurtzen ari naiz.Ia 500 orri irakurrita esan dezakedana da kostatu zaidala ,askotan izugarri aspertzen naizela…baina, bukatu,bukatu egingo dudala.Aldi berean,paraleloan,beste behin irakurtzen ari naiz»A la recherche du temp perdu»,eta ez dago hizkuntza,gaiak,pertsonaiak,estiloa,sakontasunaren aldetik parekatzeko alderdirik,kontutan hartuta Marcelek orain dela 100 urte idatzi zuela berea.Agian erderaz irakurrita beste aukera bat emango ziola irakurle torpe bati,niri kasu. Dena den, zorionak Saizarbitoriari bere aportaxio erraldoiarengatik.