Buenas noches, Darth Vader
Por Octavi Franch
En esta tercera crítica sobre la colección de cómics escritos y dibujados por Jeffrey Brown sobre el mundo alternativo de los mellizos Skywalker criados por su padre en versión Darth Vader, es necesario hablar de cosas muy diferentes con respecto a los otros dos citados hasta ahora.
Y es que, en primer lugar, uno piensa cuando compra y lee este cómic que serán las vicisitudes de los dos niños con su padre antes de ir a dormir o durante la jornada onírica. Pues nada más lejos de la realidad, ya que sólo cinco de las viñetas del libro hablan de este tema, aparte de la portada que como de costumbre es la repetición de una de las escenas que encontramos en el interior del volumen.
Del resto de escenas, donde aparecen un montón de personajes, sobre todo secundarios, de la saga Star Wars muy poca cosa a destacar, la verdad. Quizá la de los wookies (en la cual aparece uno de pequeño, muy tierno) y la de los monstruos (que, finalmente, después de pasarse el día atacándose, duermen en un entresijo).
Tampoco he acabado de entender por qué Jeffrey Brown y/o la editorial han tomado la intragable decisión de escribir las viñetas de la parte central del libro, es decir donde no aparecen ni los mellizos ni su padre, en verso. Ya sabemos que la rima es un recurso literario muy utilizado en la literatura infantil, ¿pero desde cuándo estos cómics son para los niños y niñas? Evidentemente, tienen una lectura neutra para cualquier persona de cualquier edad, pero la saga en general, y en particular estos libros, están dirigidos a un público adulto, como mínimo joven o posadolescente. Ahora, si la idea era editar un cómic con doble intención, es decir una parte dirigida a los lectores de los dos anteriores volúmenes y otra a un público nuevo, en este caso los niños y niñas, entonces sí que se puede llegar a entender. Pero me parece un engaño que no lo hayan advertido en la portada, ya que el título no es equívoco, pero sí incorrecto.
Por lo que respecta, entonces, a las cinco únicas viñetas (también hay el prólogo de Yoda con el resto de maestros jedis pero no aporta nada de nada a lo que viene después, aparte de como introducción al hecho de dormir y los sueños) originales de la tercera entrega de las aventuras de Luke, Leia y Darth Vader, muy poco cabe destacar por no decir nada. Son escenas totalmente previsibles que podrían atribuirse a cualquier otro padre con cualesquiera otras criaturas.
Uno de los factores clave en la historia de Star Wars como la ausencia de la madre de los niños y, por lo tanto, la esposa de Darth Vader no ha sido utilizado por Jeffrey Brown, cuando desde un punto de vista sentimental no triste, sino como homenaje y amor incondicional y atemporal, podría haber sido muy bien aprovechado con el fin de plasmar la relación habitual y complicadísima entre un padre viudo y sus dos hijos, que encima son mellizos y de diferente sexo.