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Cuestionario literario: Fernando Marías

 

islaSin duda el rigor obligaría a recorrer la amplia carrera literaria de Fernando Marías en orden cronológico, partir de su primer trabajo novelístico –La luz prodigiosa publicada en 1990 y llevada al cine en el 2003 por Miguel Hermoso– y llegar a La isla del padre, con la que obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2015. Sin embargo, resulta particularmente difícil respetar este orden cronológico ante la indudable primacía de La isla del padre que, si bien en orden temporal si sitúa a la cola de los demás trabajos, destaca sin lugar a dudas entre todas las demás novelas. La isla del padre (Seix Barral) es un relato en primera persona de la experiencia de la pérdida del padre y es, asimismo, la reconstrucción de la relación paterno-filial desde el recuerdo, impregnado obviamente de la añoranza por la ausencia, pero sin la dulcificada idealización, tan banal como complacientemente irreal; se trata de un recuerdo en el que, juntamente a la añoranza y el desconsuelo por la pérdida, se entremezclan los sentimientos de autocrítica, de reproche y de cuestionamiento, sentimientos que complejizan y profundizan en una relación –entre el yo narrativo y su padre fallecido- que termina por convertirse en itinerario biográfico y experiencial de la construcción del yo narrativo, del yo del hijo. Novela del duelo, pero también novela de formación narrada retrospectivamente por el propio sujeto ya adulto, La isla del padre juega con el género biográfico, deslizándose progresivamente hacia la autoficción: sólo transcurridas unas páginas, el lector descubre que el yo narrador comparte nombre y apellido con el autor, planteando así un juego de referencialidad entre yo autorial y yo narrativo, similar al que planteaba Jean-Paul Sartre en Les Mots, una pseudo-autobiografía donde el protagonista comparte nombre y experiencias vitales con el autor. Borrando las fronteras no sólo entre lo “real” y la ficción, sino entre lo textual y lo extratextual, con La isla del Padre, Marías da un giro a su producción literaria, donde han predominado el relato negro –no entendido solamente desde el punto de vista del género negro, sino como un relato no exento de crímenes, maldad y venganza- y la construcción de héroes negativos, –se piense, por ejemplo, en El mundo se acaba todos los días o Esta noche moriré-anti-héroes en un contexto  hostil, extremadamente negativo –así retrata Marías, en más de una ocasión, el presente, donde apenas hay espacio para la esperanza. En el 2001, Fernando Marías obtuvo el Premio Nadal con El niño del coronel, una novela histórica que permitía al autor revisar el mito de Frankenstein –El mundo se acaba todos los días puede, asimismo, interpretarse como una relectura de Doctor Jekyll y Mr. Hyde- y jugar con el género fantástico, substrato temático y genérico constante en la obra de Marías, sobre todo en sus trabajos de literatura juvenil, y que se ha convertido en objeto de experimentación artística de Hijos de Mary Shelley, un colectivo artístico capitaneado por el propio Fernando Marías en el que se reúnen, en diálogo y colaboración mutua, creadores provenientes de distintos ámbitos. Teatro, música, narrativa y poesía son las distintas vertientes artísticas que constituyen el proyecto multidisciplinar Hijos de Mary Shelley: la investigación y experimentación a partir del género fantásticos y, en concreto, a partir de una reactualización, lectora y hermenéutica, de los mitos, autores y temas vinculados a este género – el propio nombre del colectivo es toda una declaración de principios y una evidente inscripción a una tradición fantástico-romántica- ha dado lugar a obras de teatro –véase la obra Hijos de Mary Shelley dirigida por Vanessa Monfort o el monólogo Esta noche moriré, escrito e interpretado por Marías y dirigido por Monfort- y libros colectivos, el más reciente Wollstonecraft. Hijas del Horizonte, donde participan, entre otros, Maria Zaragoza, Espido Freire, Fernando Olmeda, Eva Díaz Riobello, Cristina Fallarás o Raquel Lanseros.

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¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?

Escribir ante una playa solitaria una novela que me resulte excitante.

¿Cuál es su gran miedo?

La falta de libertad de movimiento. Físico o moral.

¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?

La humildad. Pero a veces es bueno tenerla a mano, incluso imprescindible.

¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)

Creo que nunca. Es curioso, según sumo años descubro que la mentira es innecesaria. Igual que enfadarse: no sirve para nada.

¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?

Sí. Con las personas que no escuchan. No es exactamente que me muerda la lengua, más bien me niego a debatir con ellas.

¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?

Ayer. Y antes el día anterior y antes el anterior.

¿Qué es para usted la libertad?

Carencia total de agobios y presiones.

¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?

No soy una persona reconocida públicamente, por tanto no siento en absoluto esa falta de libertad.

¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?

Exponerlas con naturalidad siempre que el interlocutor lo merezca. Las personas que no escuchan no lo merecen.

¿Activismo público o compromiso privado?

Una persona debe estar comprometida con sus convicciones, por tanto el compromiso privado es necesario, exigible. Quien no se compromete se coloca voluntariamente al fondo, en la sombra moral. En ocasiones ese compromiso exige ser mostrado públicamente. Pero tampoco se puede hacer a todas horas y en todo lugar, convertirse en un comprometido permanente tiene algo de caricatura.

¿Informarse o ser informado?

Informarme.

Foto de Asís G. Ayerbe
Foto de Asís G. Ayerbe

¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?

La herramienta para movernos en el entorno. En todos los campos. Alguien desinformado está inmóvil, casi muerto.

La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?

Conocimiento e indagación, la puerta para conocernos mejor, forma de placer… Es muchas cosas, y casi todas buenas. Me cuesta imaginar mi vida sin cultura a mano.

¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?

Sí. Todo es cultura. Allá donde hay una sociedad humana, por poco numerosa que sea, hay cultura. El ser humano genera cultura y basura. Son sus aportaciones al planeta.

¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?

Cinematográfico, literarios y alguno musical, en este orden.

¿Un autor para releer?

Borges, incuestionablemente.

¿Un autor recién descubierto?

Javier Serena.

¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?

No hay. Lo inolvidable se hace esperar. Lo último inolvidable que recuerdo es la película Amor, de Michael Haneke.

La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?

Una pasión irrenunciable y absorbente. No tiene que ver con la calidad final de esa creación, o con su interés para el público. La pasión está ahí sin poderlo remediar. Es una suerte tenerla. Escribir una novela (supongo que creadores de otros campos pueden decir lo mismo) sigue siendo lo más divertido y fascinante que puedo hacer. No hay nada igual.

¿Todos podemos escribir un libro?

Teóricamente sí. Otra cosa es que tenga algún interés.

¿Todos podemos publicar?

Teóricamente sí, también. Pero la realidad es que resulta difícil publicar.

¿Todos podemos ser artistas?

Me consta que hay gente a la que no le interesa en absoluto serlo. Lo importante es que gente que sabe lo que quiere (que es minoría) sea eso que quiere ser.

El éxito, ¿personal o profesional?

Personal. Es el que tiene verdadero valor, aunque no te das cuenta al principio.

El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?

El éxito (para un escritor, que es mi caso) es escribir lo que deseas escribir como deseas escribirlo y cuando deseas escribirlo. Verlo publicado es necesario para que el éxito (o la plenitud) sea completo.

¿Cuál considera que es su gran logro?

Soy dueño absoluto de mi tiempo.

¿Cuál es su lema?

Fluidez

 

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