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Cuestionario literario: Fernando J. López

 

amoresMañana el Teatro Lara de Madrid se engalana para el pre-estreno de Los Amores diversos de Fernando J. López. Podríamos estar tentados en definir esta obra de teatro como el último trabajo del dramaturgo madrileño, sin embargo tan difícil es definir profesionalmente a J. López con un solo término como difícil trazar una cronología a través de sus distintos trabajos. No hay espacios vacíos en la carrera de este profesor vocacional de secundaria, un profesor que hasta el año pasado congenió, extendiendo y exprimiendo las horas del día hasta límites insospechados, la docencia con su actividad creadora y, en concreto, con su vocación literaria: la novela y el teatro son y fueron el terreno natural de Fernándo J. López, para quien la educación y la literatura, lejos de ser aquellos dos mundos separados que muchos insisten en afirmar, se conjugan en un proyecto único definido por el compromiso social. Activista de la causa LGTB (su obra de teatro Cuando fuimos dos o su relato en la antología Lo que no se dice, publicada por Dos Bigotes, es parte explícita del activismo que el autor que ha llevado a cabo públicamente a través de artículos, conferencias y obras de creación) J. López nunca se ha mordido la lengua: convencido de que el compromiso va más allá del ámbito privado,  el autor de Los amores diversos ha construido una obra narrativa y teatral que mira hacia el presente, una obra que, lejos de la complacencia, tan común en la más insustancial y, muchas veces exitosa, literatura,  se enfrenta a temas como la identidad sexual, el acoso escolar, las constricciones de una falsa moral social, el arte como vía de escape y, a la vez, como medio de (auto)descubrimiento o el miedo del sujeto a ser sí mismo en un sociedad homogeneizante. Lo social es abordado por Fernándo J. López desde la introspección del sujeto protagonista: lo social se convierte en su obra, ya sea novelística como teatral, en personal y, en efecto, huyendo de la denominada novela social y, asimismo,  introduciendo, como en el caso de la novela juvenil, El reino de las tres lunas, elementos provenientes de la ciencia ficción, la obra de J. López es una investigación en torno al sujeto, a un yo avasallado por el entorno, a un yo al que le cuesta expresarse en su autonomía. El miedo y la constricción social son temas que subyacen, más o menos explícitamente, en las distintas obras de J. López, desde La edad de la ira, donde abordaba el tema del acoso escolar, el suicidio y la homofobia dentro de las aulas, hasta Tour de Force, donde el miedo y la inseguridad se reflejan en el personaje de un joven Luis Buñuel, construido como un sujeto contradictorio –la admiración por Lorca y, a la vez, el rechazo a su homosexualidad-, genial y, a la vez, inseguro, deslumbrado por sus compañeros de la Residencia de Estudiantes y, sobre todo, un sujeto que, al mirar ya de mayor hacia atrás, vive entre la culpa y la añoranza, entre el éxito y el desarraigo, entre lo que es, lo que fue y lo que pudo ser. En Los amores diversos, cuyo título polisémico ya deja intuir la riqueza temática de la obra, Fernándo J. López parte de una pregunta de corte metaliterario -¿Hasta qué punto nos construimos cuando leemos?- para abordar el proceso de construcción de un sujeto. Fernándo J. López, como ya hizo en Tour de force, va más allá de los planteamientos metaliterarios y de la referencialidad literaria, para observar el proceso de construcción de un yo, un proceso que parte de la propia aceptación, de la superación del contexto y de la afirmación de la individualidad. La pregunta inicial de Los amores diversos se convierte así en la pregunta universal acerca del yo: ¿Hasta qué punto nos construimos a nosotros mismos? Y, sobre todo, ¿qué implica construirse, qué implica escribir e inscribir el propio yo?

fernando j lopez

¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?

Sea cual sea, es una idea imperfecta. Lo perfecto me parece siempre sospechoso… Y la felicidad la asocio a estar con la gente que quiero –mi pareja, mi familia, mis amigos− y disponer de tiempo que compartir con ellos.

¿Cuál es su gran miedo?

Traicionarme a mí mismo. En cuanto hago intento evolucionar y, a la vez, mantener la coherencia con mis ideas, emociones y principios.

¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?

La sinceridad, cuando es inoportuna o simplemente inútil. Necesitamos de la ficción, que no es más que una verdad hecha de mentiras, para ser felices.

¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)

En aquellas que la felicidad lo exija. Solo intento controlar las mentiras a mí mismo, que eran el tema de Las vidas que inventamos, porque pueden alejarnos peligrosamente de la realidad.

¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?

Nunca he sido bueno autocensurándome. Expreso cuanto pienso y siento (si no, qué sentido tendría escribir…), aunque sí he aprendido a hacerlo como lo que son, opiniones y sentimientos, no como dogmas ni axiomas. La gente que se erige en la posesión de la verdad absoluta no me interesa nada.

tour¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?

Esta misma mañana. En redes intento decir lo mismo que digo fuera de ellas y mis límites siempre están en el respeto al otro.

¿Qué es para usted la libertad?

Un ideal que lleva consigo una angustia inevitable. La libertad tiene que ver con la madurez, con la elección, con la identidad… Y decidir desde el yo es siempre complicado. Es el don más necesario y, a la vez, uno de los más complejos, pues nos llena de opciones y nos hace responsables de los caminos que escogemos y de los que no seguimos. Solo la vida desde la libertad es verdadera vida.

¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?

Supongo que eso tiene que ver con la dimensión de ese reconocimiento. Los autores, con excepciones, nos hallamos en una esfera muy diferente a la de ciertas estrellas cinematográficas o musicales que sí han de ver cómo su dimensión pública afecta a su dimensión privada. En el caso de la literatura, salvo en foros concretos (presentaciones, entrevistas, firmas…), ambas esferas suelen estar diferenciadas. Y, en todo caso, si algo me restara libertad no sería tanto el reconocimiento como la sensación de hacerme visible –e incluso vulnerable− a través de mis propios textos, digamos que la interferencia realidad/ficción afecta más a mi libertad que la que se deriva de lo público y lo privado.

¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?

Expresarlas, siempre. No entiendo la creación desde lo aséptico. Todo ejercicio creativo es un acto político en sí mismo, un posicionamiento ante la realidad, así que si no callo en lo que escribo, ¿cómo podría hacerlo cuando salgo de la ficción?

¿Activismo público o compromiso privado?

Público, siempre. Como autor siento que ese activismo forma parte de mi responsabilidad contidiana y no puedo desperdiciar la ocasión que me ofrece el hecho de ser publicado, estrenado o leído por gente muy diferente en lugares muy diversos. Hay quien, en mi caso, ha hablado de “activismo literario” ante títulos como La edad de la ira o Cuando fuimos dos. Hay autores que se rebelarían ante una etiqueta así, a mí, sin embargo, me parece que eso da aún más sentido a lo que hago.

¿Informarse o ser informado?

Ambos, pero con mayor humildad de la que practicamos hoy en día. Las redes sociales nos han convertido en expertos de todo tema y materia que se nos ocurre y eso me parece un error. Creo que las redes son un gran espacio para conocer, para aprender y, por último, para debatir. En muchas cuestiones, prefiero ser informado –a ser posible por fuentes de diverso origen− y formarme así una idea propia. Quizá eso tiene que ver con que incluso cuando soy profesor, me siento alumno. Un día en que no aprendo algo es un día perdido.

¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?

Un valor esencial para ser y para actuar. Y volviendo a una de las preguntas que abrían el cuestionario, una piedra angular en el concepto de libertad: sin información y sin conocimiento, no somos libres. Por eso soy un defensor de causas como la educación o la escuela pública, porque no podemos construir un futuro que merezca la pena sin formar críticamente a las nuevas generaciones. Y en esta era de la información tenemos más medios que nunca a nuestro alcance y, sin embargo, no estamos educando en su uso ni en su crítica a los supuestos nativos digitales.

edadLa cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?

Ni lo uno ni lo otro: conocimiento a secas. Alimento necesario, que decía Celaya de la poesía. La cultura es un lenguaje, un elemento esencial y vertebrador de lo que entendemos por humanidad, sin ella no somos. O somos mucho menos.

¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?

Aquello que solo atiende al mercado y donde no hay una voz que exprese, sino tan solo un instrumento que invite al consumo, me parece que no es cultura. La cultura, sea minoritaria o de masas, nace de la inquietud, de la búsqueda y de la necesidad de compartir. Lo prefabricado ocupa otro lugar diferente que, en mi caso, no me interesa.

¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?

De todas esas áreas e incluso alguna más. No se puede escribir sin ser un lector voraz y para mí es todo texto: un libro, un cuadro, una performance, una película, una melodía, una serie… Todo es texto porque todo expresa y todo cuenta. La vida, en sí misma, es otro texto más.

¿Un autor para releer?

Camus. Su narrativa, su teatro, sus ensayos… Es uno de los autores que más me ha influido y no dejo de volver a sus textos. Por muchos motivos.

¿Un autor recién descubierto?

David Harrower. Su Blackbird es una de las obras teatrales que más me han interesado en mucho tiempo.

¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?

Cuando deje de llover.

La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?

Una necesidad. El creador no puede evitar serlo. Si deja de crear, es que solo se trataba de una pose o de una ambición infantil. Hasta desde el fracaso y el rechazo se sigue sintiendo la necesidad de comunicar. Es expresión y una forma de mirar la realidad.

¿Todos podemos escribir un libro?

Todos podemos intentarlo… Y quizá debiéramos hacerlo. Que llegue a ser libro o no es otra historia. Y ahí reivindico la labor de los editores, a quienes el mundo digital pretendía obviar y que, sin embargo, cada vez se revelan más fundamentales, sobre todo gracias al nacimiento de editoriales pequeñas que, como Dos Bigotes, Impedimenta, Salto de Página o la reciente Tres Hermanas, intentan que la literatura siga siendo, ante todo, literatura.

¿Todos podemos publicar?

Todos deberíamos poder publicar si tenemos algo que decir. Y ahí no me siento quién para decidir qué se publica y qué no…

¿Todos podemos ser artistas?

De nuevo creo que podemos intentarlo. Serlo es algo que ni siquiera decidimos nosotros, sino quienes nos lean, vean,  escuchen… El arte no se puede considerar solo desde el yo del creador, sino que ha de verse también desde la percepción de quien lo recibe. En su mirada reside nuestra identidad como artistas, más que en lo que somos o en lo que hacemos.

El éxito, ¿personal o profesional?

Me cuesta entenderlos de forma aislada: sin satisfacción profesional me es imposible sentirme bien a nivel personal y sin una situación personal sólida me es complicado centrarme en lo profesional. Debo ser muy ambicioso, pero necesito ambos, aunque no entendidos de manera grandilocuente, sino traduciendo éxito por conseguir aquellos objetivos que nos vamos poniendo en el camino.

El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?

El éxito es llegar a vivir como querías hacerlo. Y eso admite infinitas traducciones. Reducir éxito a sus connotaciones estereotípicas carece de sentido.

¿Cuál considera que es su gran logro?

Seguir estrenando y publicando… Y sin dejar de hacerlo sobre los temas que me importan de verdad.

¿Cuál es su lema?

Carpe diem… Me temo que en mis lemas soy un clásico.

 

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