Cuestionario literario: Elvira Navarro
Sin dudas La Trabajadora supuso un antes y un después en la carrera literaria de Elvira Navarro: publicada en el 2014, La trabajadora consolidó a la escritora nacida en Huelva y licenciada en filosofía como una de las voces más prominentes de una nueva narrativa castellana que tenía, entre sus precedentes más inmediatos, autores como Marta Sanz e Isaac Rosa. La presencia del yo, un yo introspectivo, y, obviamente, la figura de un yo femenino inscribía a Navarro en la estela de Sanz, paradójicamente también licenciada en filosofía, así como también los juegos temporales, comunes tanto a Sanz –se piense en Amor Fou– como a Rosa, y la meta-construcción de la novela, es decir, la escritura de una escritura –en parte, presente también en Farándula, la última obra de Sanz y presente a través de la figura de la narradora en La Trabajadora de Navarro-. Asimismo, el contexto socio-económico de aquel 2014 fue excusa y motivo para, además, convertir La trabajadora en paradigma de una denominada, no sin algo de impostura y forzadura, literatura de la crisis. Olvidando, como la propia Navarro señaló en más de una ocasión, que la novela, si bien publicada en el 2014, se inscribía en los años considerados todavía de bonanza y que, si bien había elementos que remitían al presente, el marco histórico-narrativo era el principal, pero no el único, elemento que alejaba la novela más que explícitamente de aquella denominación. Considerada, hasta el momento, el trabajo literario de más calado de Navarro, La trabajadora no puede desligarse de los dos trabajos previos de la autora, La ciudad de Invierno y La ciudad feliz. Estos dos libros de relatos bien pueden considerarse los cimientos narrativos de la que sería la primera novela de la autora y editora, durante el 2015, del sello Caballo de Troya: en efecto, La ciudad de Invierno y en La ciudad feliz, dos obras que configuran un binomio narrativo que tiene como eje central la ciudad, resultan de particular interés en cuanto a la tematización del espacio y a la elaboración narrativo-estructural que realiza la autora del denominado cronotopo: el espacio, y en concreto el espacio urbano, son en la narrativa de Navarro objeto de investigación formal en cuanto se convierten en un correlato objetivo del sujeto. La crisis del yo se refleja y se plasma, materialmente y a nivel de imagen, en el espacio urbano, en tanto que trasposición y recreación de la mirada del sujeto. La ciudad escapa en la narrativa de Elvira Navarro del imaginario colectivo y de las postales, tan comunes en la narrativa de corte sentimental y de poco interés literario, para mostrarse en sus escenarios narrativamente más desconocidos, para descubrirse, como el propio yo narrativo, como un tejido de tramas, no solamente literarias. En cierta manera, podría decirse que Elvira Navarro recoge la lección de Baudelaire y, asimismo, repropone desde el presente la figura de la flâneuse George Sand para describir un paisaje urbano agotado, contradictorio, en ocasiones gris y lúgubre, un paisaje urbano abandonado al furor del capital, explotado y deshumanizado. El paisaje urbano, así descrito, es a la vez el retrato del sujeto moderno: ya no hay héroe problemático, ni tan siquiera el inepto pirandelliano, el sujeto contemporáneo oscila entre el cinismo y un egotismo neorromántico, entre el individualismo de escaparate y la anulación por parte de un sistema que lo silencia, que lo obstruye de la misma manera que se obstruyen, entre el hormigón y el cemento, los barrios alejados del centro urbano. Elvira Navarro, ya sea en sus relatos como en La trabajadora escribe desde la periferia, geográfica, social y emocional. Sus artículos urbanos, reunidos precisamente en su blog Periferia no sólo son una prueba más de la poética narrativa de Navarro, sino que se suman a sus tres obras publicadas configurando un work in progress narrativo en torno a la construcción de un mapa urbano periférico a través del cual Elvira Navarro construye el mapa de un sujeto que, en su deambular, escenifica, representa y es la crisis de un tiempo que se agota y, a la vez, las ansias de un despertar que parece postergarse. El cronotopo narrativo de la prosa de Elvira Navarro bien podría definirse, por tanto, como un correlato objeto que hace de la periferia urbana reflejo, imagen y alegoría del sujeto periférico de la actualidad.
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?
Lo más parecido es escribir, leer, aprender, pasear y disfrutar de mi pareja, mi familia y mis amigos. Nada del otro mundo.
¿Cuál es su gran miedo? Hay muchas cosas que me dan miedo. Soy una gran cobarde.
¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?
Todas. No hay luz sin sombra.
¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)
No cuento grandes mentiras porque, como ya he dicho, soy muy cobarde y me da demasiado miedo que me descubran. Mentiras pequeñas, como que me he leído tal o cual libro para quedar bien en determinados contextos, no me son ajenas.
¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?
El qué dirán no me perturba tanto, así que suelo dar mi opinión. Me corto más cuando me juego el afecto de alguien que me importa.
¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?
Dependiendo de lo que entendamos por libertad te podría dar una respuesta u otra. Creo que la libertad absoluta no existe. Estamos condicionados incluso cuando creemos no estarlo.
¿Qué es para usted la libertad? S
er conscientes de todos nuestros condicionamientos. Saber si actuamos a pesar de ellos o a causa de ellos.
¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?
No. Las cárceles están en todas partes: lo que piensa tu cuñado sobre lo que deberías ser, lo que piensan tu suegra y tu madre sobre ídem, lo que piensan tus amigos, lo que uno supone que tiene o que o no tiene que hacer, los propios miedos… Todo eso es lo que más peso tiene, y lo sufren por igual personas conocidas y anónimas.
¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?
Lo de silenciar suena demasiado a dictadura y a trauma. ¿De verdad no vamos a ser capaces de aceptar al que piensa distinto y de discutir saludablemente con él?
¿Activismo público o compromiso privado?
Es lo mismo.
¿Informarse o ser informado?
Van juntos.
¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?
Sin información no hay conocimiento, aunque la información por sí sola no es conocimiento.
La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?
Si la cultura es esnobismo, entonces todas las civilizaciones son esnobistas, afirmación que sería un disparate. La cultura es la política, la religión, las creencias, el modo de vida…
¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted? T
odo es cultura.
¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…? La cultura entera es mi referente cultural.
¿Un autor para releer?
Dostoievski siempre.
¿Un autor recién descubierto?
Janet Malcolm.
¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?
Vi hace poco ¿Qué fue de Baby Jane? Y no se me va a olvidar.
La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?
Una necesidad.
¿Todos podemos escribir un libro?
Que sea bueno, no.
¿Todos podemos publicar?
En Internet, sí.
¿Todos podemos ser artistas?
Creo que no.
El éxito, ¿personal o profesional?
Ambos.
El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?
Todo eso, y sobre todo estar en paz conmigo misma, que tiene mucho que ver con hacer lo que me da la gana.
¿Cuál considera que es su gran logro?
Dedicarme a lo que me gusta: escribir.
¿Cuál es su lema?
Prefiero ser una persona completa a una persona buena. Se lo robé a Jung.