Lo que Gabo dejó en el tintero
Por: Juan Camilo Parra
En Colombia hubo grandes críticas a la familia García Barcha por donar todos los documentos de Gabriel García Márquez a la Universidad Harry Ramson Center, en donde también descansan los documentos de Hemingway, Joyce, Borges y entre otros escritores. Las críticas eran más por un nacionalismo absurdo que por un afán de querer conservar y mantener la memoria de Gabo viva como él quería. La verdad es que los documentos están mejor allá en Austin Texas, pues lo que han hecho desde que llegaron los documentos fue cuidarlos, reconstruir algunos y crear diversos modos de cuidado de otros archivos que estaban maltratados por el tiempo; cartas, manuscritos, fotos y documentos de otra índole que según Mercedes Barcha viuda de García Márquez, son de gran importancia para los estudios literarios y sociales.
A finales de los años noventa, Gabo había leído el primer capítulo de una novela en la cual estaba trabajando y que quizás, podría ser la última. Pasaron los años y la novela no vio la luz y no la verá, pues después de la muerte de Gabo los lectores quedamos con la tristeza de poder leer: En agosto nos vemos. Lo único que se conoce de esta novela caribeña, es el primer capítulo y algunos fragmentos que ya andan por internet, pero hay mucho más detrás de esa novela…
Patricia Lara periodista y escritora colombiana, viajó hasta Texas para leer el manuscrito de esta novela que según ella, es uno de los materiales más importantes de esta colección. La periodista que fue amiga de Gabo y de la familia, se comunicó con Rodrigo García, cineasta e hijo del nobel, y él le comentó que la novela no se publicaría porque su padre no la terminó, que hay cosas que sólo el hijo de Aracataca puede arreglar pero ya no está para ello. Y que bien que haya sido así, de otra familia publica a medias y hace toda una parafernalia para ganar dinero, porque a la final ese es el fin de los textos póstumos de un escritor, una renta económica.
La periodista comenta que era muy poco lo que le hacía falta a la novela, que sencillamente se podría publicar, pero se sintió conforme y feliz por la decisión familiar. La novela está Texas pero Patricia Lara se encontró con otro problema, que la novela tenía diferentes versiones, una de ellas dedica a Carmen Balcells-amiga y editora de los libros de Gabo, sobre todo, en la época del boom-. Los manuscritos todos corregidos por puño y letra, tienen esos códigos que solo el nobel puede descifrar, pero que para los amantes de la literatura y de la obra de Márquez, es todo un bello acontecimiento y privilegio de poder leer esa novela que alguna vez emocionó al mundo con su aparición, y hoy simplemente, quedó como ese querer que está archivado con el mayor rigor y cuidado que merece una obra de un autor de este calibre.
Lo más curioso es que esta novela puede ser leída solo de forma presencial, el archivo de Gabo es accesible para cualquier persona bajo las restricciones que la Universidad expone antes de entrar y durante su tiempo de manipulación del archivo. Gabo fue un hombre de trabajo arduo y disciplina constante, muchas de sus novelas se escribieron más de una vez, generando así una cantidad de incertidumbres para el autor que debía escoger cual versión estaba mejor y cual debía archivar o borrar. No es un misterio que Márquez desperdiciaba hojas a granel, pues cada vez que había un error de redacción o de ortografía, rompía la hoja y volvía a escribir. La situación cambió gracias al computador.
En agosto nos vemos, fue la novela que quizás le faltó publicar a Gabo, pues es una novela que volvía al tema del amor, no del mismo talante que en El amor en los tiempos del cólera, pero sí volvía a ese trabajo tan desgastante y minucioso que es el de hablar de amor sin caer en los excesos de lo empalagoso que puede ser un tema como este. Es una novela sobre el amor que espera, que se modifica y transforma el entorno, el mundo personal y que así, logra darle un nuevo suspiro, una nueva vida a aquel que es capaz de soportar las fuertes brisas de la vida.
Leer fragmento En agosto nos vemos