Existe una tendencia a escribir libros cada vez más largos
Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)
Es un hecho: la gente no lee. Los datos del Barómetro de enero de 2015 del CIS y del informe de Hábitos de Lectura y Compra de Libros realizado por la Federación de Editores lo confirman: un 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca. Sin embargo, un análisis llevado a cabo por James Finlayson, de Vervesearch, para el editor interactivo Flipsnack y que aparece en el diario The Guardian arroja nuevos datos un tanto contradictorios: el tamaño de los libros está en constante aumento y los que se escriben hoy en día son más largos que los que se escribían hace una o dos décadas.
Finlayson ha examinado más de 2.500 libros aparecidos en la lista de bestsellers del New York Times desde 1999 y ha descubierto un patrón relativamente constante en el crecimiento anual de la longitud de los libros: de media han pasado de tener unas 320 páginas en 1999 a 400 páginas en 2014. Es decir, que su extensión ha aumentado un 25% en los últimos quince años, lo que vendría a suponer un crecimiento anual de unas 80 páginas.
Ahora bien, la lectura que hace Finlayson de esta tendencia no deja de resultar un tanto simplista. Según el responsable de este análisis gran parte del cambio se debe al desarrollo y crecimiento exponencial del sector digital dentro del mundo del libro. Antes cuando uno iba a la librería se sentía intimidado ante libros excesivamente voluminosos, que además eran más incómodos para transportar, factores que se han eliminado al comprar los libros a través de Amazon o al realizar la lectura en un dispositivo digital. Por su parte el agente literario Clare Alexander está de acuerdo en la comodidad de los libros electrónicos para acarrear extensos volúmenes pero atribuye esa tendencia a aumentar el tamaño de los libros a un cambio cultural que más bien tiene lo digital como contrapunto. Ante la celeridad y la inmediatez del tipo de lectura impuesto por los medios digitales muchos lectores tienden a buscar la tranquilidad y la quietud de perderse en una novela larga, como las de Donna Tartt o Jonathan Franzen.
Esta tendencia también se ha observado en algunos premios. Basta echar un vistazo a la lista de ganadores del Premio Booker, uno de los más prestigiosos del mundo de habla inglesa. Las primeras cinco novelas premiadas tenían de media unas 300 páginas, mientras que las últimas cinco tienen alrededor de unas 520 páginas. Sin ir más lejos, la ganadora de este año, Breve historia de siete asesinatos de Marlon James, tiene unas 700 páginas. Lo que no quita que haya excepciones, como la novela premiada en 2011, El sentido de un final de Julian Barnes, que tenía menos de 200 páginas.
Para Max Porter, editor de Las luminarias de Eleanor Catton, Premio Booker en 2013, no existe una relación directa entre el aumento del tamaño de los libros y la lectura digital, a pesar de que es cierto que es más cómodo leer grandes volúmenes en formatos digitales. Porter echa mano de estudios que indican que el 60% de los libros digitales no se llegan ni a empezar y que solo un 20% se terminan. Antes bien, en la línea de Clare Alexander, el origen de esta tendencia habría que buscarlo en una necesidad por afirmar la identidad de la novela por parte de sus lectores. «Hay tantas exigencias para nuestra atención, tantos estímulos que compiten, que estas novelas han decidido deleitarse siendo grandes y largos, para exigir al lector que se siente en una silla, apague el teléfono y dedique algún tiempo a ellas», dice Porter.
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