Las pulp stories, de Ralph Barby
Por Tery Logan.
El término pulp se refería en sus orígenes al tipo de papel barato, de pulpa de madera y sin guillotinar en el que se imprimían publicaciones como Amazing Stories, Dime Detective, Weird Tales, Horror Stories y Black Mask, pionera del género negro. En su época de esplendor algunas de estas revistas llegaron a vender un millón de ejemplares en EE UU. Pero más tarde, la pulp fiction pasó a designar el tipo de historias que se encontraban en estas revistas; una literatura de ciencia ficción, horror, western o suspense con tintes eróticos y violentos que ponían énfasis en la aventura y la intriga, dejando a un lado el diálogo y la narración, para avivar el interés del consumo popular.
Mercenarios de la escritura escribían a destajo, varios relatos o novelas al mes, en largas noches de insomnio, muchas veces con varias máquinas de escribir en las que iban avanzando en diferentes historias simultáneamente y firmando bajo varios seudónimos sobre monstruos de múltiples ojos, rudos detectives infalibles y alcohólicos, indios y vaqueros, tórridos romances imposibles, seres con tentáculos que surgen de las profundidades, femmes fatales irresistibles, visitantes del espacio exterior con no muy buenas intenciones, y tantas y otras creaciones que atrapaban la pulpa del cerebro de quien los leía. Así eran los habitantes que pululaban por las páginas de las revistas pulp, literatura barata y popular para las masas de clase media y baja, que vivieron su apogeo en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX; una literatura de usar y tirar que nunca fue apreciada por la crítica académica, pero que, hoy en día, algunos insisten en reivindicar porque llegó su desaparición.
La II Guerra Mundial y las restricciones en el uso de papel provocaron la subida de costes y la pérdida de rentabilidad. El Gobierno y parte de la población empezaron a ver los pulps con desaprobación, debido a sus altas cargas de erotismo y violencia. La atención del público se enfocó a los cómics books, las novelas de bolsillo, los shows televisivos, seriales radiofónicos y el cine de ciencia ficción. Pero, aunque desaparecieran las revistas, lo pulp se traspasó a la cultura popular posterior, como se ve en algunos cómics, el cine de Serie B, el gore, las películas de Quentin Tarantino (especialmente Pulp Fictiono Kill Bill) y Robert Rodríguez (Planet Terror o Machete).
En un tiempo en que en España la palabra pulp no significaba nada, Ralph Barby (Rafael Barberán, nacido en 1939 en Barcelona y casado con la también escritora Àngel Gimeno). Ralph es polifacético: trabaja la ciencia ficción, el oeste, el género policíaco, el bélico, y fundamentalmente es maestro del terror, género del que fue pionero en España. En literatura no había demanda de terror. Ellos la crearon. El terror tenía mucho éxito en el cine y estaban Poe, empezaba Stephen King pero en literatura de terror española no había nada; el equipo de Bruguera la hizo. Y entre ellos, se encontraba este gran escritor que fue niño pobre pero aplicado, con anhelos de ser químico y fan de los bolsilibros (o libros de a duro), que decidió escribir a raíz de conocer a la que se convirtió en su mujer: Àngels Gimeno. Fue ella quien le enseñó a usar la máquina de escribir para agilizar sus escritos, y mientras él escribía novelas, ella hacía las correcciones y acudían juntos a las bibliotecas para documentarse para las próximas creaciones. Les rechazaron 20 originales y aún tentados de tirar la toalla, resistieron. Fue una decisión sabia. Se vinculó a Bruguera para publicar la nada desdeñable cifra de mil novelas, de las que se vendieron 18 millones de ejemplares (15 millones en español y los 3 restantes en portugués) y como colecciones a destacar merece la pena nombrar: La conquista del espacio, Héroes del espacio, La conquista del espacio Extra, Escalofríos de terror, Más allá del miedo, Viaje al horror, Cartas a los espíritus muertos, Seminario de Ciencias ocultas.
Ralph era capaz de escribir una novela en diez días. Tecleaba tarde y noche, pero más importante era el tiempo de pensar. Su máxima: “escribe deprisa y corrige despacio”. Su incansable energía, su potente método de trabajo y su optimismo incansable hicieron que tras la caída de Bruguera, fundara con su esposa Ediciones Olimpic. Su talento pronto daría frutos y fue homenajeado en Sitges y Celsisus 232 en Avilés, nombrado socio de honor de Nocte (Asociación española de escritores de terror) y ganó el Premio Internacional de Valladolid, la Hucha de Plata, el Santa Joan- ONCE-Catalunya y el Premio Roc Bornat- relato -ONCE-Catalunya.
Ralph sigue en activo, editando algunas de sus obras, y como mecenas de los autores noveles que vienen golpeando fuerte, como es el caso del prólogo que ha escrito para el libro Relatos de una Logan, primera publicación de su autora Tery Logan. A Ralph le gusta pintar con palabras. Tanto es así, que el prólogo de su última novela La Baronesa va dedicado a su mujer, a su “compi”, un incansable pilar y profesional con quien vive en la casa que construyeron con lo que los libros les dieron. La Baronesa, historia vampírica de terror gótico con toques científicos que narra la historia de La Barones, nacida en Barcelona, de familia bávara huida del nazismo. Tiene la belleza de una diosa, y las mujeres la miran con recelo y los hombres la desean hasta la locura. Desbanca y domina a cuantos se le acercan y se deshace de quienes se oponen a sus deseos. Se convertirá en una rica heredera y se hará con el control de una multinacional farmacéutica. Todo para llevar a cabo su plan, un plan calculado con precisión que la convertirá no solo en la mujer más poderosa de la Tierra, sino en la más temida: la heredera del poder de la oscuridad, la inmortal novia de las tinieblas, la reina de la noche y la sangre, la soberana de los vampiros.
Ralph, no pares y sigue llenando al mundo con tus pulp stories.