Claudia Rueda. Destacada presencia del Filbita en Montevideo
Por Dinorah Polakof.
Arribó a nuestra orilla la exquisita escritora e ilustradora colombiana. Durante los días 13 y 14 de noviembre se desarrolló en el CCE, el I Festival de Literatura Infantil de Montevideo. Dentro de ese marco Claudia Rueda ofreció un taller para niños compartiendo sus historias e invitándolos a crear sus propios personajes. Una veintena de libros álbum la preceden. No hay más que salir a su encuentro en nuestras librerías para obtener los títulos que bajo el sello OCÉANO Travesía resultan atrapantes: Todo es relativo, Un día de lluvia, La vida salvaje, No, Letras robadas, Formas, ¿De dónde salió esa cosa amarilla? Dotada de una sencillez y claridad estremecedoras, Claudia accedió a la entrevista que se llevó a cabo en el acogedor ambiente de La Lupa y rodeada de libros habló de sus publicaciones, sus viajes y su vida.
¿En qué momento decides ingresar al universo literario?
Yo había entrado al universo de los libros pero no propiamente a la narrativa porque me gustaba mucho contar cosas con la imagen. Lo primero que hice fue canalizar ese gusto haciendo caricatura política. Entonces combiné la abogacía con el gusto por el dibujo y una inquietud por los temas políticos y sociales. Varios años de caricatura política antecedieron y evolucionaron hasta el momento en que tuve que hacer mi tesis de graduación de abogacía. Elegí la forma de historieta para presentar Derecho Romano. Eso fue lo que luego se trasladó a crear varios libros sobre temas relacionados con las leyes, algo bastante inusual. Una experiencia que luego se transformó en hacer libros sobre otros temas, trasladando una información a la estructura del cómic.
¿Tu carrera de Derecho la haces en Colombia o en los Estados Unidos? Lo pregunto porque llevas un periplo bastante amplio.
En Colombia, pero fue antes. El periplo fue cuando al tener contacto con la elaboración de libros y de imágenes empecé a estudiar y a utilizar los programas de computadora de imágenes y para aprender más. Por un interés personal en la animación, viajé con mi esposo a San Francisco en Estados Unidos y por casualidad encontré un curso sobre dibujos animados.
Seguramente el curso te estaba esperando…
Sí. Y me dije que lo tomaría. Aunque ya había tomado cursos de arte, de dibujo, grabado, pintura y cosas relacionadas, cuando lo encontré ahí me topé con la literatura. Eso ya era literatura porque si bien antes era la letra en el sentido más amplio, la entendí como la creación de historias y es en ese momento que me encuentro con ello.
Por eso yo te hablaba de universo literario, sin divisiones. Sé que te gusta viajar. ¿Qué te dejan los viajes?
Los viajes hacen algo parecido a lo que hace la literatura y es que nos alejan de nuestras propias realidades. Nos dan perspectiva y nos deja vernos a nosotros mismos. Cuando tú sales y vuelves, ya no vuelves el mismo. Tú eres el extraño y hace que veas extraño el lugar donde uno vive. Por lo menos por un día. Es un aprendizaje.
Es un movimiento interno…
Y como el sitio no se mueve, te tienes que mover tú. Y así cambia el sitio. Es algo muy curioso.
¿Qué es para ti un libro álbum? ¿O por qué decides poner imágenes que combinan con el texto narrativo?
El libro álbum es diferente al libro ilustrado. No todos los libros con imágenes son libro álbum. En el libro álbum la imagen está contando parte de la historia, tiene su propia narración. El texto tiene su propia narración. Los mejores libros álbum, son aquellos en los que no hay una repetición, redundancia, sino que cada cual viene con su propia melodía y al unirlos hay una armonía que hace que se construya la historia. Pero si tú lees el texto sin la imagen o viceversa, lo que estás leyendo no va a tener sentido completo de la historia. El libro álbum indica narración visual combinada con la narración del texto para tener la imagen en un nivel más alto. Tampoco es el que tiene las imágenes gigantescas a doble página. Además, en este tipo de libros hay un adulto que lee el texto mientras que el niño está leyendo lo que está pasando en la imagen y eso hace un juego que enriquece mucho el pensamiento y la capacidad de entender textos. Permite leer un texto verbal y otro visual, entonces el niño está capacitado para entender textos más complejos. Se trata de la introducción a la lectura más compleja.
¿Qué opinión te merece la categorización de las editoriales sugiriendo la edad para los lectores? Te lo pregunto porque en tu libro Vida salvaje el diseño podría no interesar a niños que aún no han cumplido los dos años. Y he verificado que esto no es tan así. Un niño motivado, estimulado en el amor por la lectura tiene capacidad para el deleite a edades tempranas.
Claro, las historias de Grimm, de Andersen, las fábulas de Esopo, en una librería se considerarían clásicos infantiles. Sabemos que eran para todo público y se sentaban a escuchar esas historias o se las contaban entre ellos, y sin embargo no estaban escritas para niños. La otra cuestión es que reducido a una estrategia de mercadeo, puede haber padres no lectores, que quieran que sus hijos lean. Y pasa que también están los que se acercan a las bibliotecas o escuelas, entonces sucede que el librero o la editorial facilitan la selección al consumidor. La otra cosa que yo advierto es que para los niños muy pequeños, de entre uno y tres años, contar historias con repetición, con algo de rima, con calidad, con textos breves e imágenes más sugestivas, atrae más la atención que cuando cuentas una historia más larga. Pero también dicen que al leerles desde bebés, contribuimos con la construcción de lenguaje entre el adulto y el niño, es bueno hablarles, es bueno leerles. Yo lo practiqué con mis hijas.
¿Cómo haces para expresar tanta variedad de signos plásticos? Me interesa saber acerca de tu colección Formas, que es un logro estético por sí mismo. Y en La vida salvaje, por qué aparecen las ilustraciones en formato de fotografía?
Es un libro sobre la perspectiva de la que te hablé antes. Sobre cómo la realidad tan cerca, no la puedes ver. Y el de los ratones que salen en una recorrida, en una aventura, buscando un rinoceronte que tienen tan próximo. Y no lo pueden ver. Entonces, solamente cuando te alejas puedes ver lo que tienes. Y la temática del viaje era muy apropiada para este libro. Los marquitos de las fotos, sé que si no los reconocen el propio niño va a preguntar. Probablemente tú le contarás de esos álbumes de antes y cómo se conservaban las fotos con los esquineros porque no todo tiene que ser tan explícito y conocido. Justamente, la maravilla de los libros es que te pueden introducir en mundos nuevos.
Apelas mucho al humor, casi siempre aparece en tus historias, como en Letras Robadas. Supongo que trabajaste al unísono con la escritora Arciniegas.
En este libro ocurrió algo inusual. Es que hice primero las imágenes y el texto vino después. Y sobre el humor, te hace que no te tomes tan en serio la realidad porque esta es cambiante, es circunstancial y si te la crees tanto, no te va a dar movimiento. Y el humor permite que te rías de tu propia circunstancia y te da la apertura de mente para saber que hay otra realidad posible y también la posibilidad de cambiarla.
¿De niña eras muy lectora?
Fue algo que ocurrió en la adolescencia principalmente porque no había tantos libros en casa. Leía las colecciones de clásicos pero más devoraba las enciclopedias visuales, las repetía, eran mis libros álbum.
¿Cómo es tu relación con la tecnología y cuál sería el mejor soporte para el libro?
Es una herramienta para mí, yo la controlo. El tema es que actualmente la tecnología, las redes sociales, están utilizando a los consumidores para generar contenido. Y lo que ocurre no me gusta. No me gusta eso de descubrir toda tu intimidad voluntariamente.
Existe la necesidad de mostrarse.
Y es un poco perversa. Sobre lo del objeto libro, encuentro que la pantalla puede ser un recurso importante para la circulación de textos sin utilizar tanto papel. Pero en el caso de la literatura infantil la experiencia del objeto es inmejorable. Porque yo decido el formato, el tamaño, el papel, la tinta, la gama de colores que se puede utilizar en el papel y no aparece en la pantalla. Y continúo: el grosor, la tapa, todo eso forma parte de la lectura que hace el niño al libro. La experiencia táctil, pasar las páginas… en el libro No, tiene una textura que tiene una apariencia de la nieve, tú lo tocas y la puedes sentir además de que huele distinto y enriquece la memoria de forma asociativa. En la pantalla el libro no envejece, no lo puedes arrugar.
¿Qué deben tener en cuenta los mediadores a la hora de elegir un libro?
Los mediadores son fundamentales a la hora de iniciar lectores. De otro modo la mayoría de lectores se verían encandilados por el objeto que brilla o tiene botoncitos, y sabes muy bien que eso no es literatura. La iniciación del niño es un poco más compleja. Si el mediador cuenta los libros que a él lo apasionan, ese sentimiento se transmite.
¿Las premiaciones le cambian la vida a un ilustrautor?
Hay escritores que dicen que es peligrosísimo porque el ego es complicado. Hay que tener mucho cuidado con la notoriedad. Sucede en todos los campos. El escritor requiere de silencios y de oscuridad para llegar a encontrar esos túneles del laberinto de sus pensamientos y descubrir esa sensibilidad que aparece en los libros. Y si estás tanto tiempo afuera, en la luz de la fama, ya casi no ves.
Te agradezco, sobre todo, esa sencillez que tienes para no hablar de tus muchas premiaciones. Te deseo que tengas un futuro lleno de lectores.
Me encanta que me lo digas así.
—-
Foto vía: OCEANOTRAVESIA.MX