«Nora, 1959»: un brillante ejercicio en torno a `Casa de muñecas`
Por Horacio Otheguy Riveira
En 1879, Henrik Ibsen estrenó su «Casa de muñecas», donde por primera vez en la historia del teatro una mujer casada se rebela y da el portazo. Desde entonces se han dado múltiples versiones en el mundo, hasta llegar aquí en un experimento sumamente atractivo, aunque por muy pocos días. Un paso fugaz que merece con urgencia una sala donde expandir el gran talento con que se han jugado arriesgadas emociones, profundas vivencias sociales y teatrales en un entorno preciso: la España nacional-católica de 1959.
Sobre esta base, Lucía Miranda en la dramaturgia y dirección creó un universo con tanto sentido del humor como conciencia de tragedia nacional. De todo hay, muy bien ensamblado por una serie de profesionales que dispusieron de sus múltiples recursos al servicio de esta novedosa interpretación de un mundo lejano, y a la vez penosamente cerca.
Durante cinco meses este equipo ha participado en numerosas «acciones»: asistieron a proyecciones de películas, debates entre profesionales, un laboratorio en la Cadena SER en directo con los oyentes, y dos talleres de Creación Sonora y Teatro Documental en colaboración con el Laboratorio Rivas Cherif del Centro Dramático Nacional.
Esta Nora tiene una calidez insólita porque parte de un planteamiento a ras de suelo, entrañable para Lucía Miranda a partir del momento en que se preguntó: ¿Y si mi abuela fuera Nora? ¿Y si a través de Nora contáramos las historias de nuestras abuelas? Las vidas que Nora pudo vivir después de abandonar a su familia; quién era antes de conocer a su marido; quiénes fueron sus hijos cuando ella se fue; cómo hay una vida que no vives, porque elegiste otra…
Nora, desde el interior de su casa se conecta con la vida a través de la radio: escuchar a escondidas radionovelas policiacas, sorprenderse bailando en el salón, hacer suyas las canciones de la Piquer. Y que el público sea el público de entonces, en un concurso en directo.
Nora, 1959 habla del derecho de las personas a decidir qué hacer con su vida. En el siglo XX franquista y en el XXI que quiere ser democrático. El prodigio en nuestra versión es que, después del portazo, sale el sol.
Los actores asumen varios personajes en una puesta en escena muy dinámica, al borde mismo de un musical en pequeño formato. Rompe límites estéticos y crea composiciones sorprendentes.
Nora, 1959
Dramaturgia y dirección: Lucía Miranda
Intérpretes: Nacho Bilbao, Ángel Perabá, Rennier Piñero, Efraín Rodríguez, Belén de Santiago, Laura Santos
Escenografía: Javier Burgos
Vestuario: Paz Yañez
Iluminación: Toño Camacho
Asesor de movimiento: Ángel Perabá
Espacio sonoro: Nacho Bilbao
Teatro Valle Inclán. Sala Francisco Nieva. Del 11 al 22 de noviembre 2015