‘Por sus obras le conoceréis’, de Jesse Jacobs. Mundos en creación
Una muy buena noticia: DeHavilland Ediciones acaba de publicar Por sus obras le conoceréis, de Jesse Jacobs, dentro de su colección La Mansión en Llamas. Jacobs es un autor único, pero no es una anomalía dentro del panorama comicográfico contemporáneo.
Desde hace años, una serie de dibujantes jóvenes con vocación experimental están explorando un camino temático que aúna afanes cosmológicos, ciencia-ficción de género B y cierta psicodelia underground que entronca con aquellas planchas que Victor Moscoso y Rick Griffin hicieran populares en los ZAP Comix de Robert Crumb.
En un artículo no muy lejano, el crítico y omnipresente guionista, Santiago García, bautizaba a este grupo (¿generación?) de autores con el apelativo de “los Primitivos Cósmicos”. Estamos hablando de artistas como Jesse Moynihan, CF, Lale Westvind o incluso Michel DeForge y Johnny Ryan; como no podía ser de otro modo, todos ellos se mueven fuera de los circuitos mayoritarios del cómic más comercial.
La etiqueta tiene su sentido: en las obras de este grupo de dibujantes encontramos influencias más o menos directas de Jack Kirby o Stanley Kubrik y sus peculiares construcciones interestelares y dimensiones paralelas. Sin embargo, como comentábamos en un artículo dedicado a Pudridero, de Johnny Ryan, resulta imposible obviar en “los Primitivos Cósmicos” la huella de los miembros del grupo artístico radical, multidisciplinar y underground que con el nombre de Fort Thunder surgió en la ciudad de Providence (Rhode Island) a mediados de los años 90. A medio camino entre el movimiento okupa y el activismo urbano más punk, artistas hoy reconocidos, como Mat Brinkman o Brian Chippendale, transgredieron todas las convenciones del cómic clásico, para crear unas obras que tenían mucho más de desafío artístico que de narración gráfica al uso. Un trabajo como Teratoid Heights, de Mat Brinkman, por ejemplo, anticipa estilística y conceptualmente en varios lustros las ideas de los mencionados “Primitivos Cósmicos”. Sus viñetas, pobladas de criaturas metamórficas y bestias primitivas, juegan con el concepto de la creación, la depredación y la supervivencia dentro de hostiles entornos ficcionales. El estilo de Brinkman era una mezcla de influencias underground, el arte urbano más crudo de Basquiat y el low-brow que empezaba a despuntar en la época gracias a artistas como Gary Panter (autor de cómics también).
Hemos comenzado hablando de Brinkman y de “los Primitivos Cósmicos” porque, claramente, Jesse Jacobs es uno de sus mejores y más originales exponentes, y Por sus obras le conoceréis es un trabajo deslumbrante; uno de los mejores cómics que se han publicado en este 2015.
La propuesta de Jacobs es ambiciosa y tentadora: la reinvención del mito de la creación del universo y el surgimiento de la vida en la Tierra. En su cómic, el estadounidense se propone nada menos que la creación de un nuevo sistema teleológico de creencias, deidades y parámetros simbólicos. En pocas palabras, Jesse Jacobs desmonta la Biblia (o el Corán, o el Popol Vuh, o el Chilam Balam), para crear su propio Génesis underground e irreverente; un texto muy poco sagrado, en el que, con humor y crueldad postmoderna, el autor redimensiona los conceptos de espacio y tiempo entregándoselos al capricho de los cuatro divertidos diosecillos que protagonizan sus páginas: Ablavar, Zantek, Blorax y un pequeño “Galactus” cabezón a quien los demás llaman el Tutor. Ellos serán los nuevos dioses de la biblia de Jacobs, y como resultado de sus juegos, rencillas y experimentos nacerán el Universo, la Tierra, los animales y el ser humano.
En el levantamiento de su peculiar arquitectura, los dioses de Por sus obras le conoceréis jugarán con la materia y el tiempo, manipularán el silicio y el carbono como quien hace figuritas de plastilina, y se reirán de sus dioses rivales con bromas tan pesadas como la creación e introducción del ser humano en un entorno natural que parecía casi perfecto. Jacobs emplea un original bitono violeta y esmeralda para construir sus escenarios espaciales y los parajes del Nuevo Mundo. Su dibujo, exuberante y cargado de entramados geométricos en constante metamorfosis, combina la exageración caricaturesca con una insistencia en la búsqueda de texturas orgánicas y minerales. El resultado es tan saturado como brillante.
Dicho lo cual, la mayor virtud de Por sus obras le conoceréis reside, paradójicamente, en su falta de solemnidad o trascendencia. Desde la primera página, el autor construye su cosmogonía como una gran broma, una parodia que, como toda teología de la creación, desafía las leyes de la física para crear un folclore de creencias y leyes creacionistas propias. Y por esa razón, la lectura e interpretación de la obra de Jacobs resulta en el fondo tan divertida, surrealista y terrible como la de cualquier otro “texto sagrado”.