Triunfal Joven Compañía: de «Fuenteovejuna» a «Punk Rock»

Por Horacio Otheguy Riveira

Una trayectoria modélica en tiempos muy duros para el teatro. Desde las amarguras que acosan a un alto porcentaje de profesionales de la escena surgieron voces de alarma que en unos pocos años consiguieron sacar a flote un proyecto como este, con grandes éxitos en Reino Unido, Francia, Alemania… al servicio de jóvenes espectadores un teatro importante, serio, avalado por la experiencia de creadores magistrales, pero con el protagonismo escénico de una auténtica Joven Compañía forjada entre intérpretes que van de los 18 a los 25 años.

La compañía nace en el verano de 2012, creada por David R. Peralto y José Luis Arellano para generar una plataforma que concentrara a los profesionales de las artes escénicas a la comunidad docente y sirviera como primera experiencia profesional para jóvenes.

 En la actualidad cuenta con cerca de cincuenta jóvenes dirigidos por grandes profesionales del circuito teatral nacional. La Joven Compañía es actualmente residente en el Teatro Conde Duque de Madrid donde representa más de 100 funciones al año además de realizar giras por el territorio nacional, cada temporada con mayor cantidad de solicitudes por atender. Ya más de 50.000 espectadores han aplaudido esta fantástica experiencia convertida en acontecimiento nacional.

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Debutaron con Fuenteovejuna, de Lope de Vega, por Juan Mayorga, responsable de una versión reducida a 60 minutos, pero de gran intensidad dramática. La experiencia fue muy importante para su público principal: estudiantes de Instituto, además del público teatrero de toda la vida. Esto resulta especialmente valioso porque nuestro sistema educativo, no tiene en cuenta la actividad teatral como espectadores, dependiendo de la buena voluntad de los profesores, casi siempre limitados al teatro clásico. La Joven Compañía les introduce en el teatro contemporáneo con temas cercanos a su propia experiencia.

Se está forjando un público admirable que llena las salas y mantiene la atención hasta el último instante, respetuoso con los actores, atendiendo las normas básicas de conducta aquellos que asisten por primera vez a una representación.

El segundo espectáculo fue El señor de las moscas —sobre la que ofrecí entusiasta crítica en estas páginas en mayo 2014—, versión teatral de la novela de William Golding, que refleja con apasionante resolución escénica la capacidad de un grupo de jóvenes en una isla, en medio de una guerra imprecisa, para sobrevivir reproduciendo lo peor de los adultos: el abuso de poder sobre los más débiles para acrecentar su sensación de dominio con una superioridad cercana a la de las bestias.

Esta obra, precisamente, dio pie a la creación en Reino Unido de varias compañías de jóvenes intérpretes a partir de 1996, y aquí facilitó el acercamiento de subvenciones y apoyos tanto públicos como privados para fortalecer el proyecto, y consolidar una propuesta encomiable: Contribuir a la creación de futuros profesionales, artísticos y técnicos, fomentando la investigación dramática, y buscando la incorporación de los públicos jóvenes al teatro a través de un proyecto pedagógico.

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En estos días han vuelto a Madrid, Teatro Conde Duque, con El señor de las moscas (28 de octubre al 28 de noviembre). Volverán en febrero 2016 con otra reposición que goza de un notable éxito: Hey boy hey girl, de Jordi Casanovas, versión de Romeo y Julieta: «Hemos reescrito el Romeo y Julieta para pensar, redescubrir y vivir el fulgor juvenil de nuestros días. El material de William Shakespeare nos permite jugar con un referente universal y popular, para pervertirlo, darle la vuelta y reflexionar sobre las relaciones de amistad, amor, fama y poder, tal y como las conciben ahora una buena parte de los jóvenes». 

Otras funciones itinerantes:  Proyecto Homero: Ilíada/Odisea y Punk Rock, de Simon Stephens, versión de José Luis Collado y dirigida por el habitual de la Compañía, «padre fundador» de la misma, José Luis Arellano: una historia dura en la vida de 7 jóvenes ingleses que se enfrentan a un cambio radical rumbo a la Universidad. Pero no son chicos de la burguesía acostumbrados al ambiente riguroso de los estudios, sino hijos de un suburbio industrial que sufren una gran presión, y se ven obligados a entrar a saco en una lucha compleja en la que cada uno deberá encontrar su energía y su esperanza.

Uno de los dramaturgos contemporáneos más brillantes, Simon Stephens, que increíblemente nunca ha sido representado en España, dibuja en Punk Rock un preciso retrato de los jóvenes de nuestros días, de sus inquietudes y sus miserias, del ecosistema educativo y el futuro difuso que les espera. Utilizando un lenguaje muy rico en matices y un registro casi bipolar, el texto se adentra en el universo de los estudiantes sobresalientes en un mundo que necesita mejorar. 

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Sin duda, para bien del teatro español,  La Joven Compañía tiene un largo camino por delante, con mucho ya conseguido, felizmente compartido por profesionales que colaboran con entusiasmo en todos los aspectos necesarios para dar calidad a los espectáculos y continuar formando a sus integrantes. Son nombres habituales en los teatros nacionales. Además de los mencionados: los directores de iluminación, Juan Gómez Cornejo y Juanjo Llorens; director y compositor musical: Mariano Marín; en escenografía y vestuario, Silvia de Marta; en videoescena, Álvaro Luna; en fotografía, Javier Naval; Director de comunicación: José Luis Collado, entre muchos otros.

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