Paloma Rodera, veinte años en el mundo del arte

Por Culturamas Arte

(Traducción de una conversación con Audrey Sherman)

Paloma Rodera es una artista multidisciplinar e investigadora española. Actualmente vive entre Madrid y el Sur de Italia. Su obra ha sido expuesta en Nueva York, Buenos Aires, Turín, Crotone, Madrid, Córdoba y otras.

Empezó su formación artística desde muy pequeña, a la edad de seis años, cuando conoció la escultura, disciplina a la que considerará su lengua materna. A la edad de dieciocho años decide ingresar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Para preparar el examen de acceso acudió a la famosa academia Peña, donde se han formado otros grandes artistas. Durante los años de licenciatura no dejará la escultura, además de añadir otros lenguajes a su práctica artística, como la pintura, el dibujo, la fotografía y el videoarte. A su vez completa su formación estudiando filosofía y participando en foros políticos. Pronto descubrirá no solo su pasión por las artes plásticas y visuales; sino que anexiona a su bagaje el teatro, que pronto se transformará en una búsqueda por la performance, muy cercana a las disciplinas que ya conoce. Ha sido cantautora durante sus años en la universidad. Ha dirigido varios proyectos escénicos, dentro y fuera del ámbito universitario. En su formación académica también ha realizado un recorrido multidisciplinar. Ha tocado diferentes disciplinas, desde las Bellas Artes a la Sociología, pasando por la Filosofía y el Teatro. Es doctora en microsociología teatral por la Universidad Complutense de Madrid.

Ha viajado y realizado estancias en París, Nueva York o Londres, entre otras grandes ciudades. Habla cuatro idiomas. Desde su experiencia doctoral lleva a cabo labores de investigación sobre temas relacionados con el campo de la cultura. Es redactora jefe de la sección de arte de la publicación digital Culturamas y colabora como crítica de arte en varias revistas especializadas. Hace labores de community manager y diseñadora gráfica. Ha trabajado con compañías de teatro españolas. Y fundado la suya propia en 2011. Pertenece a la vía del actor en el Teatro Español y a Generando Arte, un colectivo artístico feminista. Compagina su práctica artística con un fuerte compromiso pedagógico. Está interesada en temas de ecología y vida agrícola, es socia de Slow Food Italia.

Al ver la obra de Rodera se trasluce un torbellino de energía que tiene la ávida necesidad de experimentar en múltiples facetas. A pesar de lo prolífico de su producción en su trayectoria, se puede adivinar una reflexión pausada en cada una de sus piezas. Existe una aparente dispersión de lenguajes con los que Rodera se expresa, pero si hace un recorrido por la trayectoria de la artista nos encontramos con la comunicación, las relaciones humanas y los contextos como temas principales de sus obras.

Cuando se habla con Paloma Rodera tienes la sensación de estar con alguien que no ha perdido el tiempo. Ha desarrollado tantas facetas del arte, que al leer su biografía parece casi imposible estar hablando de una sola persona. En las siguientes líneas se recoge una conversación mantenida hace unos días entre nosotras.

 

Pregunta ¿Qué significa esto de artista multidisciplinar, cómo gestionas tantos lenguajes?

 

Respuesta La verdad es que para mí no se trata de dominar o gestionar los lenguajes. Los considero herramientas con las que expresar lo que quiero comunicar. Hay temporadas que esas ideas tienen como vehículo la performance y otras sólo soy capaz de decirlas con la pintura.

Es algo en lo que he pensado mucho, intentando buscar etiquetas, o pensando que si elegía una disciplina me encontraría más cómoda y sería más fácil definirme como artista. Pero entonces apareció el término multidisciplinar y resultaba más fácil de etiquetar. (Risas)

 

P ¿Qué inspira tu trabajo, cuáles son los procesos creativos que sigues?

 

R Menos mal que no has preguntado por quienes son mis referentes.(Risas) No es que no los tenga. Claro que sí, como todo el mundo. Pero debe ser algo que tengo con las etiquetas. No me gustan. Puede que siempre me hayan asustado. Bueno, que no estoy respondiendo a la pregunta. Pues la inspiración tiene que ver con un continuo, es decir, con las experiencias que tengo o con los temas que me interesa investigar, y como me enfoco para obtener el material necesario para desarrollar esos temas.

Hablar de procesos creativos es algo que me interesa mucho, de hecho en más de una ocasión ha sido el tema de mis obras. La verdad es que las metodologías son bien distintas dependiendo del lenguaje que utilice, de si es un proyecto que hago sola o con otros creadores,… No sigo unas pautas fijas, pero sí que con los años he establecido algunos protocolos. Me sirven para organizarme sobre todo.

 P ¿Cómo es la rutina de un artista?

 

R Bueno, en mi caso no existe exactamente esa palabra. Quiero decir, para empezar el hecho de vivir entre dos países hace que la rutina no sea tal. Es cierto que tengo hábitos y sigo ciertos patrones, siempre para ordenarme, pero hasta los horarios, la alimentación, etc cambian mucho de una casa a otra.

Como artista, y cuando estoy en ciertas fases de un proyecto, si que puedo tener lo más parecido a una rutina. Tiene mucho que ver con el tipo de proyecto, como decía en la pregunta anterior.

 

P ¿Cómo es esto de artista y crítica de arte en uno?

 

R Bueno, surgió (Risas). La verdad es que me encanta escribir, desde bien pequeña ya tenía algunos relatos. Hay ciertos aspectos del mundo de arte que no soporto, especialmente los relacionados con lo más alejados al momento de creación; pero creo que la formación del artista incluye ver, ver mucho. Y quien mejor que quien hace para estar en condiciones de hacer crítica. Recuerdo en la universidad haber leído textos de críticos e historiadores del arte que hablaban de pinceladas sin haberse manchado nunca las manos. Recuerdo que me enfadé mucho. Puede que empezara a hacer crítica de arte por eso.

También de alguna manera me obliga a tener el ojo entrenado y, sobre todo, a no perderme exposiciones. Recuerdo unos años en los que no pisé un museo o centro de arte. Decidí que nunca más pasaría un año sin hacerlo.

P Y tu faceta como diseñadora, community manager…

 

R El diseño es un lenguaje que me encanta, y, bueno, la comunicación en uno de los temas recurrentes en mi producción. Lo cierto es que al fundar mi compañía tuve que aprender sobre publicidad, prensa, redes sociales de forma autodidacta, ya que no podía permitirme contratar a nadie para ello. En cuanto al diseño tuve la suerte de contar con una de las sensibilidades más interesantes que he conocido nunca, arquitecta, escenógrafa, diseñadora y una gran amiga. El resto del equipo también era fantástico. Creo que esa es la primera cosa que me atrapó del teatro; la idea de que es como un engranaje, un grupo de personas que trabaja en común para llevar adelante el proyecto. Y cada pieza es fundamental para que todo el engranaje funcione. La creación plástica en cambio es mucho más solitaria, por lo general. Supongo que ahora estoy más interesada en los procesos sociales. Y en la investigación. Puede que esté excesivamente manido en la Posmodernidad, pero estoy absolutamente entregada a los procesos. Me resultan muy interesantes. Sobre todo aquellos que no generan compartimentos estancos, sino que ponen al habla distintos lenguajes. Una profesora mía decía que cada uno tiene que estar en su habitación, aunque se esté siempre en la misma casa. Porque de lo contrario uno se siente fuera de lugar, si se mantienen todas las puertas abiertas, y es muy difícil etiquetar o acotar áreas de conocimiento. Pero yo prefiero estar en continuo proceso de aprendizaje. Y la investigación transdisciplinar te permite eso.

 

P ¿Qué opinas sobre el estado actual de la práctica artística y la situación de los artistas?

 

R Sé que suena a tópico, pero el estado habitual del arte es la crisis, y creo que ese debe ser. Es decir, no tiene nada que ver con la situación monetaria que tiene el artista, sino que el estado de crisis es el idóneo para el desarrollo de la creatividad y la puesta en marcha de dispositivos que nos permitan resolverla.

También creo que hay una separación abismal entre arte y sociedad. Y ésta es una situación que debe cambiar. Quiero decir, en la Edad Media el arte servía para que la gente pudiera leer la Biblia cuando eran analfabetos. Y hoy en día el arte está separado, se desarrolla por y para unas élites, y creo que ha perdido su sentido. Por fortuna parece, o al menos yo tengo la esperanza, que esa situación está cambiando. Y la clave para ello está siendo precisamente el arte social. Por eso me interesa.

P ¿Qué relación existe entre arte, política y educación?

 

R Son un triángulo fundamental en nuestras sociedades. Creo que los cambios ya no vienen de los políticos, sino que son los ciudadanos los que con proyectos e iniciativas concretas podemos cambiar las cosas. Para ello, el arte es una herramienta de cambio político muy poderosa. No debemos esperar a votar una vez cada cuatro años o charlar en el bar sobre política. El activismo es fundamental para apostar por el cambio y para participar de él. Por eso me interesan tanto asociaciones como Slow Food. Convierten comer en un acto político, en un acto que nos permite decidir con nuestro carro de la compra, influyendo en la economía, que ahora parece la única manera de tener algún control sobre los que otros deciden por nosotros. Es el único idioma que entienden las multinacionales. Y ahí están las prácticas artísticas.

En el terreno de educación, desgraciadamente en España están intentando cargarse todo aquello que tiene que ver con el desarrollo del pensamiento y la creatividad. Pero son claves fundamentales para la formación de la persona. Para crear un juicio y espíritu críticos. Aquí también están las prácticas artísticas.

 

P ¿Qué experiencias relacionadas con el campo del arte te han marcado en tu carrera?

 

R La primera vez que fui a París, ver las señoritas de Avignon en el MOMA y el David de Miguel Ángel, la dirección de mi primera obra de teatro,…Hay muchas, y te diré que no ha habido ninguna que haya supuesto un antes y un después. Simplemente creo que el conjunto de todas ellas ha llegado a definir lo que soy ahora. ¡Y las que quedan por llegar!