Cuestionario literario: Care Santos
Hablar de Care Santos es, sin lugar a dudas, hablar de una de las autoras más prolíficas del actual panorama literario castellano y catalán, de una autora que a sus espaldas no sólo tiene una extendida y amplia carrera literaria, sino el reconocimiento de los lectores, que han ido aumentando meritoriamente a lo largo de los años, y de la crítica, siendo una de las autoras más reconocidas con los premios literarios. Si hay algo que destacar del recorrido literario de Care Santos es la pluralidad del mismo: no sólo la autora de Mataró ha combinado la escritura en catalán y la escritura en castellano con una naturalidad tan admirable como necesaria, sino que el reconocimiento obtenido por su obra novelística no ha significado el abandono del relato, género en el que se inscribe la primera obra de Santos –Cuentos Cítricos– y que la autora ha practicado con asiduidad a lo largo de estos años –entre sus libros de relatos cabe destacar Intemperie, con el que obtuvo el Premio de Narrativa Ciudad de Alcalá, y Matar al padre, obra premiada con II Premio Alfonso de Cossío de relato corto. Si bien no es posible no señalar, casi en un primer plano, Habitaciones cerradas, la novela que más éxito le ha reportado a Santos y que, además, ha sido adaptada para la televisión bajo la supervisión de la propia autora, no debe pasarse por alto ni tampoco dejarse en un segundo plano la dedicación de Care Santos por la literatura infantil, una literatura imprescindible para la formación y conformación de un futuro público lector, imprescindible todavía más en un contexto social como el nuestro, tristemente caracterizado por los bajos índices de lectura. Consciente de la importancia de fomentar la lectura entre los lectores más jóvenes y demostrando que la literatura infantil y juvenil puede y tiene que ser literatura con mayúsculas, Care Santos es actualmente una de las más destacadas autoras de literatura juvenil con una obra narrativa –relatos y novela- traducida y premiada. Efectivamente, en el 2015 obtenía con El anillo de Irina el Premio Alandar de Literatura Juvenil, en el 2007, con Un camí dins la boira conseguía el XXI Premi Ramon MUntanter de novel·la Juvenil y en el 2009 con Se vende mamá era galardonada con el Premio Barco de Vapor. Ahora, Care Santos vuelve a las librerías con Diamante azul (ed. Destino), un novela con la que la autora regresa a la Mataró de los años veinte a través de la figura de su abuela, protagonista de esta novela que, si por un lado tiene rasgos de saga familiar, por el otro lado puede definirse también como una novela de formación: Santos reconstruye narrativamente la vida de su abuela, cuyo desarrollo a lo largo de la novela es reflejo y metáfora de los cambios de la sociedad. A través de Teresa Pujolà, Care Santos retrata una época y sus protagonistas, describir la paulatina transformación de Mataró, de esa ciudad todavía con ecos del XIX a una ciudad del XX, una ciudad en la que se inscriben los cambios de hábito, las modas y las costumbres. De esta manera Diamante azul no sólo escapa del relato meramente biográfico –los elementos históricos se ponen al servicio de la construcción narrativo-ficcional, borrando, como la propia autora señala, los límites entre la verdadera vida de la protagonista y la ficcionalización de la misma- sino que la historia de Teresa Pujolà trasciende el particularismo, se universaliza siendo imagen de una generación de mujeres que van adquiriendo independencia, mujeres que se desatan física y metafóricamente los corsés para, a poco a poco, hablar autónomamente en primera persona. La vestimenta juega, juntamente con el cine, un papel relevante en Diamante azul: si, por un lado, los vestidos son el reflejo de los cambios de actitud de la protagonista, es decir, de ese progresivo desatarse el corsé, por otra parte, el cine es el relato paralelo que vehicula los cambios, el relato que ofrece a la protagonista un nuevo modelo de conducta. A través del cine llegan los cambios, el cine es el espejo en el que se mira la protagonista, que recuerda, más allá de las diferencias biográficas, a Colometa, la protagonista de Plaça del diamant, novela que, juntamente con Un jardín abandonado por los pájaros de Marcos Ordoñez, reaparecen como referentes, voluntarios o involuntarios, de la última novela de Care Santos.
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?
Un archivo, una incógnita y tiempo para desvelarla.
¿Cuál es su gran miedo?
La muerte de los seres que más quiero, siempre.
¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?
La imaginación.
¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)
Miento constantemente: soy novelista. Durante varias horas todos los días no hago otra cosa sino mentir.
¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?
No por temor al qué dirán, que no me importa en absoluto. Por temor a ofender a otros.
¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?
No hace ni diez minutos, justo antes de comenzar a responder a sus preguntas.
¿Qué es para usted la libertad?
Poder pensar, decir y hacer lo que me place con el único límite del respeto a lo que piensan, dicen y hacen los demás. Un respeto que, por supuesto, exijo a cambio.
¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?
Me da más responsabilidad, pero no me resta libertad. Tengo por costumbre decir lo que pienso y practicar el respetolicismo.
¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?
La política me aburre más que nada en el mundo. No me gusta expresar mis opiniones porque no son interesantes, porque a menudo tengo más dudas que certezas. Siempre pienso que cuando me aclare opinaré, pero nunca me aclaro. Así que me temo que no soy nada relevante en ese terreno.
¿Activismo público o compromiso privado?
Tengo algunas ideas claras, que expreso tanto en público como en privado.
¿Informarse o ser informado?
Informarme de lo que me interesa, que no suele ser lo que más interesa a los demás. Ser informado del resto, para no perderme ningún capítulo de la novela del mundo. Aunque lo segundo es inevitable en nuestros tiempos. No estamos informados. Estamos sobreinformados.
¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?
Me gusta no perder el hilo, aunque tiendo al escepticismo. Confieso que casi siempre leo los periódicos en busca de material novelable.
La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?
Vivan ambas cosas. Viva todo lo que nos acerque a lo que merece la pena de la vida. Es decir: el teatro, el arte, la Literatura, el cine, la música… No voy a juzgar yo el modo de ser cultos de los demás.
¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?
No es cultura Belén Esteban, Gran Hermano, los futbolistas que muerden en el campo, los tertulianos que debaten a gritos, los ministros que suben el IVA del teatro y del cine, los gobiernos que no protegen convenientemente los derechos de autor… y algunas cosas más, que ahora no recuerdo.
¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?
Sobre todo literarios, y eso incluye el teatro. A menudo los lectores se olvidan del teatro, pero para los novelistas leer teatro es indispensable.
¿Un autor para releer?
Pedro Salinas, Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez, Rosario Castellanos, Miquel Martí i Pol, Joan Margarit. Casi todas mis relecturas son de poesía.
¿Un autor recién descubierto?
Lena Anderson.
¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?
“Ricardo II”, de Shakespeare en el Globe de Londres. Tuve la suerte de asistir a la última representación de la temporada de verano, y le aseguro que fue toda una experiencia.
La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?
Una pasión, una vocación que hay que sentir antes de aprender las técnicas del oficio de narrar.
¿Todos podemos escribir un libro?
Sí, pero hay que formarse antes para saber hacerlo.
¿Todos podemos publicar?
Sí, siempre y cuando escuchemos el consejo de un editor, cuyo cometido es separar el grano de la paja. Tal vez somos paja y no nos damos cuenta.
¿Todos podemos ser artistas?
Sí, con el lastre suficiente de obsesión y oscuridad.
El éxito, ¿personal o profesional?
Ambos, si puede ser. Si tengo que elegir, siempre el personal. Lo profesional nunca es un consuelo ante la ruina de lo personal.
El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?
No me importan ninguna de las dos cosas. El dinero hace la vida más fácil, y a veces se agradece. La fama es mentira, y normalmente sólo incomoda. El reconocimiento siempre puede estar equivocado, es equívoco. Me temo que no me tomo muy en serio estas cuestiones.
¿Cuál considera que es su gran logro?
Una vez cosí el dobladillo de un pantalón de mi hija y me salió perfecto. ¡Aún no me lo creo!
¿Cuál es su lema?
El final de un poema de Machado que siempre tengo delante y que dice: “El arte es largo y, además, no importa”