De cómo los guionistas aprendieron a diseccionar la mente humana como médicos – “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp – Rembrandt”
Por Abel Farre
Nuevas historias para obras de arte
«Pinta los nuevos escenarios de obras pasadas; porque por mucho que pase el tiempo, los personajes se siguen repitiendo. Se buscan nuevas formas de reproducción plástica para dar imagen a mis palabras. Ahora te toca a ti imaginar.»
Como marionetas, pero con respiración asistida al ritmo que procuraban cada uno de aquellos que les rodeaban, permanecían tumbados con vestido sin ropa puesta, en lo que parecía ser un diván de un laboratorio psicológico de pleno S.XXI.
Cada uno de aquellos sujetos eran diseccionados sin herramienta de corte, pues la mutilación tanto del cuerpo como del alma se producía a través de forzar adictivas tramas que tuvieran distraído a un público que buscaba alivio ajeno con el que comparar vidas fracasadas.
La exploración ajena al miedo, y en ocasiones temeraria de lo desconocido por parte de cada uno de aquellos, la necesidad de conocer los misterios que entrañaba la vida y de encontrar soluciones que sirviesen para aliviar el sufrimiento y mejorar su propia condición “humana”, les invitaba a seguir de cerca el circo creado por aquellos guionistas que seguían poniendo el dedo en la llaga en cada uno de aquellos cuerpos indefensos que buscaban su minuto de gloria en pantalla de pequeño formato.
De bien seguro que cada uno de aquellos guionistas seguían vestidos de negro, cambiando ahora la gorguera de antaño por babero que escurrir tras balde vacío de escrúpulos; pues podían ver que cada uno de sus caprichos macabros convertidos en sugerencias, determinaban nuevos comportamientos a los conocidos como concursantes o ratas tras celda de anuncio.
Según parece tras la excusa del paraguas de experimento sociológico, todo valía si había billetes por el medio y existían cabezas vacías de pensamiento con ansias de sensación de grupo.
Una vez más, la deshumanización de lo llamado “ambiguamente” lo social, se movía por la ley de la oferta y la demanda, con lo cual quien aportaba más, siempre tendría la posibilidad de sentirse más respaldado; ya que esa máquina de creación de “simbologías culturales”, conocida también como “Big Brother”, según el abajo firmante, tendría más razones económicas para seguir creando.
El abajo firmante parecía verse, gracias a la luz de ese ojo de buey en forma de bola del mundo que se podía ver en lo alto de la estancia. Él mismo ahora vigilaba e iluminaba todos los movimientos, pues ya hacía tiempo que los estudios de la anatomía del pensamiento se dejaron de hacer a los llamados delincuentes.
Por suerte ahora ya todos eramos tratados por un igual, pues el crimen parecía ser haber nacido.
“Y sino una nueva obra de arte siempre nos quedara para aquello que sin palabras y sin poder explicar, soñaremos que entre pinceles permanecerá escrito, ante los ojos del que se crea que no ha muerto”.