Fernando Martínez Laínez a propósito de «El náufrago de la Gran Armada»
«Vio llegar cuatro grandes olas, una detrás de otra, y sin saber cómo, empujado por el mar, consiguió reptar los últimos metros de agua hasta que su cuerpo quedó varado en la arena. Con el cuerpo pegado a la tierra, abrazado a la arena, sin fuerza ni para ponerse en pie, cubierto de sangre, deseó no haber salido nunca de España. Estiró la cabeza a derecha e izquierda y alar-gó la vista. Sobre la playa pudo distinguir restos del naufragio. Una amalgama confusa de objetos, aparejos, cabos, armas, fierros y velamen rasgado, entremezclada con hileras de cadáveres. A paso lento, Cuéllar caminó entre aquellos muertos, restos de una armada felicísima dispuesta a comerse el mundo».
Fernando Martínez Laínez, doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido delegado de la Agencia EFE en Cuba, Argentina y la Unión Soviética, y corresponsal en Gran Bretaña. También ha sido director de programas de RNE y guionista de TVE. Colabora en diversos periódicos y revistas. Es autor de poesía, ensayos, novela policiaca, libros de Historia y juveniles. Entre su obra de divulgación histórica destacan Banderas lejanas, Una pica en Flandes y Tercios de España. Con El náufrago de la Gran Armada vuelve a la novela histórica con idea de buscar respuestas a una cuestión: ¿Qué fue de los náufragos de la Armada Invencible? Para ello recupera la historia del capitán Francisco de Cuéllar.
El náufrago de la Gran Armada. Fernando Martínez Laínez. Ediciones B, 2015. 550 páginas.
A finales del siglo XVI España emprende una ambiciosa campaña naval contra Inglaterra. Es un momento crítico. Entre espías, monarcas, jefes militares, consejeros y rebeldes irlandeses, en un desfile histórico en el que aparecerán todos los personajes y las intrigas de la alta política del momento, la razón de ser de la Gran Armada, una empresa que acabó siendo la más desastrosa del reinado de Felipe II.
La novela se centra en la figura del capitán Francisco de Cuéllar, superviviente de la Gran Armada. Tras el naufragio de su barco, el galeón San Pedro, destrozado contra la costa irlandesa en el otoño de 1588, emprenderá una dantesca marcha en solitario por el interior de Irlanda. Será un intento desesperado de escapar de la muerte segura que le espera si es capturado, como ha ocurrido con otros muchos náufragos españoles de la expedición, asesinados y desvalijados en cuanto pisaron tierra firme. Una novela épica en un complejo contexto histórico donde la estrella del poderío imperial español comienza a declinar.
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P.- ¿Por qué novelar este capítulo de nuestra historia que parece tan desconocido y tan poco estudiado? ¿Qué le empujó a ello?
El ataque de la Gran Armada a Inglaterra es la empresa bélica más importante llevada a cabo por España fuera de sus fronteras. Es un episodio histórico que nos ha marcado en el mundo y que señala el cenit de nuestra presencia militar en Europa. Reflexionar sobre él es conocer mejor un momento decisivo de nuestra propia historia.
P.- ¿Cómo ha sido el proceso de documentación histórica? ¿Resulta complicado ajustar la ficción a datos y acontecimientos reales?
La recogida de información, en mi caso, es un proceso laborioso y a la vez gratificante. Los datos están ahí, pero es preciso leerlos, seleccionarlos y encajarlos en el contexto de una ficción que los haga interesantes e inteligibles para el lector actual. La historia en los puros hechos no nos dice casi nada. Hay que interpretarla para que tenga sentido. Y en el caso de la novela histórica se añade la dificultad que todo texto literario comporta.
P.- Crónica política de la época y libro de aventuras se funden en su novela. ¿Se hace indispensable la primera parte para poder comprender y dar cabida a la segunda?
Creo que sí. Lo que quería era escribir una novela que explicara el contexto político y el entramado oculto que motivó la “empresa” de Inglaterra (que es como la llamaban entonces) y su resultado final. En ningún caso quise hacer una novela de aventuras y espadachines, algo que ya está hecho y repetido desde hace mucho tiempo y solo sirve como entretenimiento.
P.- Corrupción, engaño, traición, espionaje… ¿Así era realmente la corte de Felipe II? ¿Cómo pudo mantenerse estable en su gobierno?
La corte de Felipe II, como todas las cortes de su tiempo, escondía muchas víboras, y era un nido de rencillas entre bandos enfrentados por obtener influencia y poder. Exactamente igual que ocurre también ahora en los gobiernos de turno. La traición en tiempos de Felipe II también estaba a la orden del día, y el mayor traidor era el propio secretario del rey, Antonio Pérez, que se hizo rico vendiendo secretos de Estado. Aun así, el rey contaba también con gente muy fiel y competente, que permitía coherencia a la hora de gobernar.
P.- En su libro habla de la Armada Invencible, ligada profundamente a Felipe II, monarca que sin embargo, no aparece como personaje destacado en la novela…
El Rey era la fuerza última que lo movía todo. Su influencia en el plan de la Gran Armada fue decisiva, pero alrededor de él intervinieron personajes que también marcaron el resultado final. Ellos fueron, en definitiva, los que tuvieron la responsabilidad final de la ejecución, y su papel en la mayoría de los casos fue trágico. Pero pienso que en la novela queda claro que el rey era el “number one” de la empresa.
P.- Francisco de Cuéllar es el gran protagonista de una historia que tiene mucho de increíble, de difícil comprensión, como la misma derrota de la Gran Armada.
Así es. Cuéllar en definitiva solo era un capitán más en la gran epopeya hispana de aquel tiempo, y su destino fue trágico, como el de tantos de sus compañeros.
P.- ¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad hay en este libro sobre las hazañas de Cuéllar en Irlanda? ¿Dónde está el hilo que separa lo real de lo inventado?
En la vida, lo imaginado y lo real también se mezclan. Lo mismo que en la novela histórica. El hilo que separa ambas cosas es a veces difuso. De lo que se trata, básicamente, es de emocionar al lector. Si se ha conseguido, la novela es buena.
P.- La divulgación es otro aspecto que no descuida en su novela.
En efecto, y eso depende en gran parte del manejo de la documentación seleccionada paras escribirla.
P.- ¿Cuál cree que puede ser la razón principal del éxito que actualmente vive la novela histórica?
La novela histórica es una mirada al pasado con proyección presente. Por paralelismo, sirve también para denunciar lacras actuales, y en sus tramas caben todas las emociones, defectos y virtudes del alma humana, con el añadido de la veracidad documental. Eso, unido al deseo de conocer la historia que ya no se enseña en las escuelas, pueden explicar el éxito del género.
P.- ¿Tiene ya algún nuevo proyecto narrativo entre manos?
Si. Pero de momento no quisiera hablar de ello. Todavía solo es eso, un proyecto. Y los proyectos solo valen cuando se realizan.
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Por Benito Garrido (@benitogarridog).
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