Jordi Soler a propósito de “Ensayos bárbaros”, su más reciente trabajo
«Al ciudadano del siglo XXI le gusta tener el control absoluto en la era de la seguridad y la salud, donde el máximo valor es estar a salvo de las enfermedades y los accidentes. La cosa real está siempre fuera de control y lo que puede controlarse es el sucedáneo».
El escritor mexicano Jordi Soler (La Portuguesa, 1963) es autor de dos libros de poesía y once novelas, traducidas a varias lenguas. Fue diplomático en Irlanda y ahora vive en Barcelona, la ciudad que abandonó su familia después de la Guerra Civil, donde trabaja en su siguiente novela, y en los artículos que publica en el diario El País y en el diario mexicano Milenio.
Ensayos bárbaros. Jordi Soler. Editorial Círculo de Tiza, 2015. 230 páginas. 20,00 €
«‘Los hombres se han convertido en las herramientas de sus herramientas’, decía el escritor Henry David Thoreau en su época (1817-1862), pensando en el hacha, en la pala, en el martillo y el azadón, que eran entonces instrumentos imprescindibles para construir una casa y un jardín. Pero siglo y medio después, en esta época nuestra, lo primero que sugiere esta idea es un hombre abismado en la pantalla de su teléfono móvil, aislado del mundo y encorvado sobre esa superficie de luz azulosa que toca ávidamente con la punta del dedo índice y que inspira la pregunta: ¿Quién es la herramienta de quién?».
En este libro se recopila una serie de textos escritos en el pleno ejercicio de la libertad de reflexión, sin ningún tipo de cortapisas ni corsés. De Thoreau a Thomas Mann, los hermanos Green, Tony Judt, Disney o Pete Townshend, el autor se adentra en las inquietudes de estos pensadores para descubrir cómo y cuando el mundo ha cambiado de forma tan radical. Soler rescata el espíritu del pensamiento salvaje, para articular estos ensayos bárbaros.
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P.- ¿Por qué este paso de la novela al ensayo? ¿Qué busca en este género? ¿Quizás un choque más profundo con la realidad?
Creo que el paso que usted detecta es pura apariencia, continuamente salto de la novela a los ensayos, lo que sucede es que hasta ahora me he animado a publicarlos. Por otra parte, no estoy seguro de que el choque con la realidad desde el ensayo, sea más profundo que desde la novela: mis Ensayos bárbaros tienen a la realidad como materia narrativa, pero para proponer la realidad alternativa que escribo en mis novelas, tengo que experimentar, primero que nada, ese choque profundo con la realidad que estoy a punto de reinterpretar.
P.- Se confiesa seguidor del pensamiento salvaje de Thoreau, ¿cree que su pensamiento se podría considerar tan vigente como hace más de cien años?
Si, pero adaptado al siglo XXI; me parece que su entrañable desobediencia civil sigue vigente, pero su batalla por mantenerse a salvo de la modernidad hay que ponerla al día, la modernidad en los tiempos de Thoreau era el tren, que iba demasiado rápido, prescindía de los animales como fuerza motora y echaba un humo negro de aspecto venenoso. Quiero decir que la resistencia contra los adelantos tecnológicos es hoy más complicada que en el siglo XIX; a Thoreau le bastaba con refugiarse en su cabaña, mientras que los habitantes de este milenio no podemos escapar del 3G ni en la punta de una montaña.
P.- ¿Tuvo la necesidad de aislarse, como hizo Thoreau, para escribir estos ensayos?
Curiosamente están escritos desde el ruido más mundanal. Escribo siempre con música, a veces muy escandalosa y, como cualquiera de mis contemporáneos, estoy continuamente expuesto a las interrupciones del teléfono, del timbre, del whatsapp.
P.- El comportamiento humano está hoy día condicionado sobre todo por… ¿Por qué?
Por la opinión de los otros, que hoy se difunde más que nunca, a una velocidad de vértigo y, en un rango más modesto, por el “qué dirán”.
P.- Comenta que la civilización está en la tensión entre lo prohibido y lo permitido. ¿La discusión y la disensión se hacen realmente imprescindibles para el bien común?
Absolutamente, sin los que disienten, sin los que están en contra, viviríamos de bostezo en bostezo, y estaríamos siempre en el mismo sitio. Para avanzar hace falta esa tensión y, haciendo las cuentas finas, veremos que la sociedad se mueve gracias a los que disienten y a los que desobedecen.
P.- Habla de credibilidad y de creyentes. ¿El ser humano es ingenuo por naturaleza… o simplemente idiota?
Más bien creo que es mucho más fácil, y cómodo, creer que ser escéptico. El escéptico tiene que hacer un esfuerzo continuo de reflexión, de discriminación de las ideas que todos dan por buenas y que tratan continuamente de meternos en la cabeza. En cambio el creyente, el crédulo, no hace más que recibir lo que se le da, pensar lo que le dicen que piense.
P.- En un día a día donde todo va muy deprisa ¿Debemos rebelarnos y buscar vivir con tranquilidad para saborear cada momento?
Yo diría que si; en mi libro no propongo ignorar la velocidad de este siglo, que por otra parte me entusiasma; sino hacer un alto de vez en cuando, dejar de consumir esa información que sale de las pantallas a raudales, y sentarnos a pensar. Por ejemplo, propongo una combinación de la lentitud del siglo XX con la hipervelocidad del XXI: bajarse un libro electrónico en tres segundos, en el Kindle, para después leerlo lentamente, como en el siglo pasado.
P.- En un mundo cada vez más globalizado, ¿qué implican los actuales nacionalismos?
Los nacionalismos implican, precisamente, la desglobalización, la vuelta al pueblo y a la aldea y, con el tiempo suficiente, a la barbarie.
P.- ¿Qué han supuesto para el pensamiento las nuevas tecnologías?
Un instrumental maravilloso que no podíamos ni soñar hace treinta años; hoy tenemos acceso, desde nuestra casa, a bibliotecas, hemerotecas, al archivo del Museo Británico. Aunque también hay quien, en lugar de pensar, se llena la cabeza de los inputs que salen del iPad.
P.- ¿Qué otros autores le han provocado escribir estudios o ensayos? ¿Por qué?
Me encantan los filósofos anteriores a Platón, los que pensaban también con el cuerpo como Aristipo de Cirene, o esos locos de nuestro tiempo, esos pensadores salvajes como Guido Ceronetti o Béla Hamvas.
P.- ¿Tiene ya algún nuevo proyecto narrativo entre manos? ¿Una novela quizás?
Si, precisamente una novela de la que, por superstición, prefiero no adelantar nada.
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Por Benito Garrido (@benitogarridog).
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