Marianne North. Cantando a las flores
Por Silvia Pato
La naturalista, viajera, escritora y pintora decimonónica inglesa Marianne North (1830-1890) comenzó a estudiar canto a una edad muy temprana. Sin embargo, aunque tenía vocación de cantante, al descubrir que no poseía unas cualidades suficientemente destacadas como para dedicarse a la música, la abandonó y se refugió en la que sería otra de sus pasiones: pintar flores.
Cuando su madre falleció, ella comenzó a viajar con su padre por Siria y el Nilo, y cuando también perdió a este, dedicó todos sus esfuerzos a lo que se había convertido en el sueño de su vida: recorrer el mundo pintando la flora de cada rincón.
Durante la década de los setenta, sus pasos la llevaron a Canadá, Estados Unidos, Jamaica y Brasil, donde creó centenares de pinturas de alto valor científico. A esos lugares seguirían Tenerife, California, Japón, Borneo, Java y Sri Lanka. Tiempo después, cuando regresó a su país natal, legó su colección de pinturas al Real Jardín Botánico de Kew, con la única condición de que el museo habilitara una galería con su muestra.
Charles Darwin, que había sido durante años amigo de su padre, le aconsejó que viajara a Nueva Zelanda y a Australia para enriquecer todavía más su colección de ilustraciones. El naturalista británico no fue la única persona emblemática de la época con la que North mantuvo amistad. Uno de los retratos que conservamos de ella fue realizado por la tía de Virginia Woolf, Julia Margaret Cameron.
Los cuadernos de viaje North fueron publicados por su hermana con los títulos: Recollections of a Happy Life y Some Further Recollections of a Happy Life.
En su honor, hay varias especies de plantas que llevan su nombre, como la Areca northiana, Nepenthes northiana y el Crinum northianum.
MÁS INFORMACIÓN: BBC