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Van Gogh, Matisse y la Fundación Mapfre llegan a Barcelona

Por Guiomar Sánchez

 

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Por allá el año 1800, Charles Baudelaire comentaba que “quisiera unas praderas pintadas de rojo, unos árboles azules: la naturaleza carece de imaginación”. Estas son las palabras con las que, entre otras muchas influencias, se han regido para iniciar la idea de exposición del área de Cultura de la Fundación Mapfre para desembarcar en Barcelona este mes de octubre.

 

Paseando por las salas de la Casa Garriga Nogués, un palacete de inspiración modernista situado en pleno centro de Barcelona, se puede oír el susurro de los grandes artistas seleccionados para esta exposición: más de setenta obras de los grandes maestros del postimpresionismo. Ya lo dice el título; de Van Gogh a Matisse, pasando por Seurat, Toulouse-Lautrec, Gauguin, Valloton y otros muchos artistas que desde sus inicios, desde sus estudios en París o con sus caballetes en los parques llenaban de color y luz sus cuadros. Porque el elemento destacado de la exposición es éste: el color, el triunfo del color. Como, a lo largo de ése siglo XIX, el color había dado paso a una potencialidad en detrimento de la línea, con estudios de color, de luz y cambios tonales hasta llegar a la abstracción. La muestra nos explica, pues, la evolución del arte hasta lo abstracto, de un modo artístico pero a la vez científico. Es por eso que el comisariado ha sido integrado por Guy Cogeval y Pablo Jiménez Burillo, como comisarios artísticos, pero también por Isabelle Cahn, conservadora del Museo d’Orsay de París, como comisaria científica. En este sentido la exposición se articula en varias secciones: la primera habla del color como método científico y su uso pictórico, sobretodo de la mano del químico Chevreul, contemporáneo de éstos artistas, a raíz del que nacieron movimientos como el puntillismo de Seurat. A partir de aquí se van enlazando secciones con artistas que juegan e investigan con y a través del color, hasta llegar al completo alejamiento de la naturaleza, llegando a la abstracción y consiguiendo enlazar ésta con la espiritualidad. Como el movimiento Nabí, que nace de la correspondencia de Gauguin con Paul Sérusier, con el que se pretendía llenar de espiritualidad y misticismo las obras; el color pasaba a ser parte importante del espíritu del artista; un movimiento muy ligado, conceptualmente, a lo que más adelante haría Wassily Kandinsky y luego Rothko.

De esta manera, las salas de la Casa Garriga Nogués reviven con esta exposición, El triunfo del color. De Van Gogh a Matisse. Colecciones de los museos d’Orsay y de l’Orangerie, y que se puede ver hasta el 10 de enero; la primera de la Fundación Mapfre en Barcelona, que estrena sede y espera convertirse en uno de los puntos neurálgicos del arte de la ciudad.

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