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¿Emprendo, luego existo?

Por Daniel Lara de la Fuente.

12081420_836692673096233_1424702503_nAntes en imparable aumento, quién sabe si ahora en un estable estancamiento…si desde que Podemos dio la campanada en las elecciones europeas de Mayo de 2014 se hizo con un espacio político-electoral propio, cierto también es que gran parte de su cúpula, tratando de compaginar a marchas forzadas las tareas del intelectual y el político, ha inaugurado durante el último año un terreno de cultivo editorial propio. Y si he de hablar sin ambages, seguramente el que ha podido llevar a cabo esto con mayor acierto y ambición hasta ahora ha sido Jorge Moruno.

Dado el talante de las egregias figuras de moda que sirven de referencia a sus viejos compañeros de lucha, ya es de agradecer en primer lugar que en su libro haya optado al menos por dejar en segundo plano la especulación con ciertos tintes de autosatisfacción que se ha apoderado de la teoría sociológica durante el último cuarto de siglo por medio de metáforas más o menos sugerentes para el consumidor (piensen en líquidos, riesgos, etc.). Si estos señores cuya nómina corre a cargo de la London School of Economics o la Universidad de Leeds se limitan a algo parecido a un diagnóstico, Moruno no sólo parece molestarse en ofrecer esto, sino que adjunta a modo de bonus tracks un esbozo de posibles soluciones. En otros términos, de su trabajo, a caballo entre la sociología del trabajo y el consumo y la formulación teórica de la realpolitik podemita, pueden extraerse con sencillez proposiciones y conclusiones – entremezcladas a lo largo de sus páginas – suficientemente abastecidas de empeiria. Y para ello no se escatima en recursos, entre los que cuentan una minimalista pero adecuada triangulación metodológica en su investigación sazonada con un buen toque de retórica agresiva y mordaz de tertuliano de La Sexta Noche. Diagnóstico, proposiciones, marco cuantitativo, biografías precarias, panfleto y guía para la construcción de nuevas verdades políticas acompañadas de un acertado marco histórico. Todo cabe aquí, como se puede ver.

Especial mención merece este elemento último (músculo histórico), que expresa algo sumamente importante y que casi nunca se suele mencionar: sacar a la luz la impronta indeleblemente moderna del significado que se atribuye al término trabajo, así como del papel que juega a la hora de integrar socialmente, para poder apuntar posibles salidas exentas de miopía histórica a este peculiar callejón. Esta breve trayectoria histórica descrita resulta fundamental en tanto que sirve como elemento de comparación con la figura del emprendedor, analizada en clave de exponente de lo que Richard Sennett entiende por “cultura del nuevo capitalismo”. Y la hipótesis de Moruno aquí es fuerte: el emprendedor que ansía ser mercancía privilegiada representa una inversión de la evolución histórica en tanto que el tiempo del trabajo y de la vida se confunden.

No obstante, si Sennett desde un primer momento concibe esta nueva cultura como representativa de una “nueva economía” aún en ascenso basada en la progresiva huída de la fábrica en determinadas áreas geográficas, quizá se eche de menos en el análisis de Moruno una indicación del nivel de preeminencia de esta realidad emergente que representa el emprendedor. Esto es, ¿hasta qué punto se experimenta esta fusión entre la producción, la distribución y el consumo como para considerarla representativa de una realidad social? ¿Hasta qué punto nosotras, parias en potencia, nos apuntamos al carro de promoción del emprendedor? ¿Significaría en última instancia, como asevera a brochazos el publicista Slavoj Zizek, que ya no tiene vigencia el fenómeno lukakcsiano de la cosificación?

Asimismo, sus saltos geográficos, que llevan a hablar en unas pocas líneas de reclamos publicitarios estadounidenses a elementos de la realidad española, llevan a la siguiente pregunta: ¿Qué alcance geográfico tendría en última instancia esta nueva realidad emergente? Esta pregunta no es baladí, pues dependiendo de su respuesta se puede poner en cuestión ciertas teorías tan insistentes en el denominado trabajo inmaterial. Teorías ya seriamente cuestionadas por cierto por teóricos como Sergio Bologna, un antiguo representante, no tan famoso como Paolo Virno, del antiguo Potere Operaio.

Este nuevo “trabajo inmaterial”, fundamental a juicio de Moruno para entender la dinámica del consumo, la distribución y el consumo, encuentra en la semiótica, la producción de significados y de mundos posibles una preeminencia nunca antes vista. Si de lo que se está hablando es de la las nuevas dinámicas puestas en juego, nuevamente la acotación geográfica y una adecuada calibración del impacto de este fenómeno habría de ser cuanto menos esbozada. Si se ojean los diez primeros puestos del ranking de las corporaciones más grandes a día de hoy – en la manida expresión de Moruno, los grupos que mayor extracción de plusvalor generan –, podría concederse que spots de grupos como Toyota Motor o Wolkswagen van unidos a la creación de imaginarios que escapan a la mera presentación de un producto a vender. No suele ser así con los spots de Wallmart, más propios del estilo publicitario avasallador limitado al chiste facilón vinculado a un producto específico. Más dudoso parece aún que Sinopec Group, Royal Dutch Shell, China National Petroleum, Exxon Mobil o State Grid necesiten de la semiótica, la creación de imaginarios o el intenso trabajo inmaterial para la explotación de energías fósiles y la consecuente llenada de bolsillos de sus mandamases.

Como última aportación de soluciones a estos problemas en última instancia vinculados a la menguante necesidad de factor trabajo para el sostenimiento de nuevos ciclos de acumulación, destaca sin duda la renta básica. Puesto que este problema se trata en uno de los capítulos más orientados a la praxis de un libro creado al fin y al cabo para el combate político, la dicotomía entre renta básica y empleabilidad se antoja pertinente. Dicotomía que por el momento la dirección de Podemos no ha considerado menester explotar discursivamente. Quizá por eso Moruno habría de explicar su punto de vista con respecto al progresivo alejamiento del proyecto que entraña la renta básica universal por parte de la dirección de la que forma parte, siendo sustituido por un discurso próximo a un neokeynesianismo imposible ya de adoptar no ya en un solo país, sino a cualquier escala, dados los límites biofísicos de nuestro planeta. Rumbo que ya ha sido criticado por las propias bases, y que habría de ser justificado más allá de la alegación de un pragmatismo en el que no cupiera el discurso de la RBU. Aun con todo, no deja de ser cierto que este alegato final del libro sigue y seguirá siendo próximamente vigente.

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La fábrica del emprendedor
Jorge Moruno
Editorial Akal, 2015
256 pp., 18 €

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