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Del papel a la pantalla: problemas y ventajas de leer en pantalla

El papel ha muerto, ¡larga vida a las pantallas! Casi toda la información que un joven menor de 30 años recibe a lo largo del día proviene de un cúmulo de píxeles, y no ha sido escrita en tinta. Aunque muchos románticos verán este tipo de informaciones con pena, la verdad es que el número de lectores se ha multiplicado en las últimas décadas: en la primera década de los 2000 el porcentaje de población lectora era tres veces superior que los niveles existentes en la década de los 80 del pasado siglo.

Internet y la información ubicua, que ya no está solo en los libros, en los periódicos o en la televisión, sino en cualquier aparato conectado a la Red, hace mucho más fácil que se consuman noticias y cultura. Pero no todo son ventajas. El leer continuamente en la pantalla del móvil, de la tableta o de un ordenador también está trayendo cambios profundos a nuestro cerebro.

Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en 2005 reveló que ya no leíamos de la misma forma. Con las pantallas lo hacemos en diagonal, sin repasar, mirando más las palabras sueltas que las frases completas, y en general, con mucha menos atención. Los autores del citado trabajo, llevado a cabo en la Universidad de San Jose (California, Estados Unidos), culpaban al exceso de imágenes y enlaces que existen en las páginas web, y que distraen a nuestras mentes, impidiéndolas extraer detalles de los textos.

En ese aspecto, el papel tiene una ventaja evidente. Lo que está redactado negro sobre blanco se recuerda con más facilidad que aquello que vemos en una pantalla. Así lo demostró un estudio llevado a cabo por investigadores del Rakefet Ackerman Technion-Israel Institute of Technology. En él, se pidió a un grupo de personas que leyeran un texto impreso en un libro y a otro grupo, el mismo texto pero presentado en una tableta. Aquellos que tuvieron el ejemplar en sus manos recordaban muchos más detalles de la historia que los que utilizaron el sistema moderno.

Estos datos, lejos de ser anecdóticos, pueden esconder una temible realidad. Maryanne Wolf, una neruocientífica estadounidense que ha dedicado toda su vida profesional al estudio del impacto de la lectura en el cerebro humano, asegura que leer es un hábito aprendido recientemente por el ser humano. Hace solo unos siglos que los conocimientos empezaron a escribirse y a aprenderse leyendo.La lectura es un hábito que sigue siendo nuevo para nuestro cerebro, y por lo tanto, puede cambiar fácilmente… a peor. Woolf defiende que la lectura en diagonal y el no prestar atención a los textos puede implicar que seamos incapaces de leer novelas complejas o de estudiar como lo hacíamos hace tan solo 15 años.

¿Y qué ocurre con los e-books? El paso intermedio entre los libros y las pantallas digitales tiene algunas cosas buenas del papel y algunas cosas malas de las tabletas. Por ejemplo, con ellos uno se distrae menos, yq que carecen de las fotos de la web, pero las novelas que son leídas de esa manera no se recuerdan igual de bien que si se hubieran disfrutado en el formato clásico, según ha demostrado un estudio.

Entonces, ¿todos estos datos significan que las pantallas son mala y que prácticamente vamos a ser tontos en el futuro? La respuesta es no, pero con condiciones. Wolf asegura que los adultos que han estado toda la vida acostumbrados a los libros reales tienen un peor desempeño lector con las tabletas, pero que las nuevas generaciones que han crecido pegadas a los smartphones, las consolas y las tabletas serán capaces de leer mejor en estos formatos que sus mayores. Así que no hay que perder la esperanza.

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