Del «Voto de silencio» a un amor a la altura de los sueños
Por Horacio Otheguy Riveira
Breve temporada en el Teatro Guindalera de una insólita función de poética ternura entre dos misteriosos solitarios en busca de un amor que no se parezca a ningún otro.
Una novicia se fuga de un convento con la ayuda de un muchacho que arregla bicicletas, y la lleva a su modesta vivienda. Con este punto de partida, se desarrolla un alegato singular acerca de la libertad de una joven que sabe lo que quiere, pero se toma su tiempo para demostrárselo a sí misma y al hombre que ha elegido.
Un teatro intimista de preciosa factura en el que los gestos de los personajes esperan las palabras con poética paciencia. Una bella historia de amor desde la perspectiva de una mujer que guía los silencios, las angustias y la esperanza de un hombre que sólo da un paso por propia decisión: comprarle un vestido que, una vez puesto, augura sublimes encuentros largamente esperados.
Pequeños grandes gestos, un abrazo compulsivo que se arrepiente enseguida, una pierna desnuda que se avergüenza de sí misma; un barrio a través de la ventana, un café compartido, un bizcocho apenas probado: Voto de silencio está elaborada en función de estos detalles con una puesta en escena que privilegia las pausas, invitando al espectador a dejarse envolver por una atmósfera tan bien lograda que desde la butaca se perciben las más delicadas emociones de los personajes, y también se huele el perfume con que la muchacha salpica su cuello…
Un runrún de melodías dulces y temerosas porque el riesgo del amor está en el borde mismo de un extraño acantilado del que penden dos seres cargados de misterios que no se desvelan, ni falta que hace. Los queremos así, porque así han sido construidos, y en cuanto no se dice y se sospecha radica el encanto de una obra breve que al principio parece un ejercicio teatral menor, pero que acaba siendo una perla de gran valor, en manos de dos actores espléndidamente implicados.
Hay una sucesión de escenas planteadas como flashes, especie de relámpagos suaves en los que las miradas y los movimientos de los intérpretes apuestan por una manera de ver esta conquista del amor desde una insólita perspectiva femenina: la de la protagonista que huye de un convento y nada quiere saber con el antiguo misal que poseía, y que, incluso temiendo el mundo de fuera, poco a poco se introduce en él y va dejando señales al joven enamorado que reprime sus ansias, que jamás la toca mientras ella no dé el primer paso. Una entrega absoluta al servicio de la mujer que ama.
La función tiene una carga de feminidad sumamente poética que se desliza sobre el escenario a través de sueños que recuerdan al despertar, y de recuerdos o deseos ensoñados. Tanto es así que el escenario en que transcurre la acción llega a dar la sensación de que toda la acción sucede en un barrio de cualquier parte del mundo… pero no de una manera normal, sino levitando, por encima del suelo, más allá de la espesura habitual de la vertiginosa vida cotidiana.
Voto de silencio. La historia de un beso
Autora: Verónica McLoughlin
Dirección y adaptación: Marianela Pensado
Intérpretes: Lara López Muñiz y Jacobo Muñoz
Vestuario: María Rosa Casaprima e Inma Artigas
Diseño de iluminación: Rubén Ríos y Ezequiel Nóbili
Producción: Pinatapai Teatro
Del 12 de septiembre al 4 de octubre, sábados y domingos, 21 horas.