Sin pureza de sangre

Por Elena Muñoz.

Estoy a puertas de presentar mi nueva novela. Como os podéis imaginar, mis queridoS lectores, me embarga una mezcla de emoción y nerviosismo que  lo mismo tengo ganas de reír que de huir a las Maldivas.

Estoy muy contenta con el resultado de este libro, porque responde en todo a mi manera de narrar. Yo soy una escritora que huye de las novelas excesivamente encorsetadas. Es decir, que me gusta que mis historias  respondan a una sola temática o a un solo subgénero. Vamos, que huyo las novelas “pura sangre”.

En este caso, y paralelamente, desarrollo dos tramas, ambas envueltas en un misterio, pero que se podrían encuadrar como histórica y de intriga, respectivamente. Durante más de ciento cincuenta páginas hago que el lector vaya y venga de 1869 a 2013 y viceversa, deseando que se divierta tanto como yo al escribirla.

Tal vez, este gusto mío por jugar a dos bandas venga de mi convencimiento de que la uniformidad en literatura es aburrida, o por lo menos para mí. No solo he jugado con el tiempo histórico, sino que también con el verbal, ya que una parte,  la del pasado,  está escrita en presente, y la del presente, en pasado.

Al final, tengo una novela  híbrida,  pero que cuadra con el concepto que como lectora tengo de lo que me entretiene.

Por supuesto que esto no supone una crítica a aquellas novelas que se mantienen ortodoxamente en los límites de lo histórico, romántico o  terrorífico, por ejemplo, que libros así los hay magníficos. Lo único que quiero señalar en este artículo es que se pueden mezclar géneros en una misma obra con un resultado más que decente.

Creo que el lector de hoy en día se ha formado en un crisol de elementos que hace que pueda asimilar en una sola novela  aspectos históricos, eróticos o fantásticos, que sin lugar a dudas dan un carácter de mayor dinamismo a la narración.

En fin, que como en casi todo en esta vida, y la literatura no iba a ser una excepción, en la variación está el gusto, y para gustos, los géneros.