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El insólito encuentro entre Charles Dickens y Edgar Allan Poe

Charles Dickens y Edgar Allan Poe
Charles Dickens y Edgar Allan Poe

Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)

Con éxitos como Los papeles póstumos del Club Pickwick y Oliver Twist a sus espaldas, Charles Dickens había conseguido ya un cierto prestigio como escritor cuando en enero de 1842 decidió visitar los Estados Unidos. En esa misma época Edgar Allan Poe llevaba ya algunos años intentando labrarse una carrera como escritor a través del periodismo, compaginando la publicación de artículos con relatos y poemas. Aunque eran dos autores muy diferentes, Poe conocía bien la obra de Dickens porque había escrito reseñas o comentarios de prácticamente todas las novelas que el autor inglés había publicado hasta la fecha. Poe había conseguido adivinar el final de la trama de Barnaby Rudge antes de que fuera publicado y lo anunció públicamente, un detalle que sin duda llamó la atención de Dickens. Además, Grip, el cuervo parlanchín que aparece en la novela de Dickens, y que estaba basado en una mascota real del autor ‒embalsamada tras su muerte‒ inspiró a Poe para escribir su poema más conocido, «El cuervo», como el mismo admitiría en su ensayo La filosofía de la composición. Según la reseña que escribió para la Graham’s Magazine, el cuervo debería haber tenido un contenido más simbólico y profético, que es lo que Poe sí hizo en 1845 con su célebre poema.

Al saber que Dickens estaba en Estados Unidos, aprovechó su paso por Filadelfia para enviarle una invitación, que el autor de Oliver Twist aceptó gustoso. Poco se sabe de lo que hablaron ambos escritores durante su encuentro. Después de discutir sobre algunos temas, sobre los respectivos autores favoritos o sobre la necesidad de una ley internacional para proteger los derechos de autor, Poe pasó al verdadero objetivo de la entrevista, que Dickens le ayudara a publicar su reciente libro Cuentos de lo grotesco y arabesco en Inglaterra. No era la primera vez que Poe echaba mano del mundillo literario para darle un empujón a su colección de relatos. Para la edición americana le había mandado una carta a Washington Irving ‒a quien por cierto Dickens también conoció durante su viaje‒ pidiéndole que respaldara su publicación y le escribiera un prólogo.

Según la biógrafa de Poe Una Pope-Hennessy, la reunión entre los dos «resultó estéril y se cerró con frialdad. No parecen haberse caído en gracia». En noviembre, nueve meses después de la entrevista, Dickens enviaba ya desde Londres la siguiente nota a Poe: «He hecho todo lo que está en mi mano para llevar a cabo nuestra misión con éxito. Lamento decir que en vano. […] He hablado con los editores con los que tengo influencia, pero ninguno quiere arriesgarse. El único consuelo que puedo darle es que no creo que ninguna colección de piezas separadas de un escritor desconocido, a pesar de ser inglés, pudiera encontrar un editor en esta metrópoli ahora».

Después de eso, el único contacto que ambos escritores mantuvieron fue una nueva petición por parte de Poe cuatro años más tarde para que Dickens intercediera ante el Daily News para conseguirle trabajo como corresponsal en Estados Unidos, ante lo que Dickens respondió con una nueva elegante evasiva, diciéndole que él no tenía ninguna influencia en el diario y que se dirigiera directamente al editor.

Cuando Dickens volvió a Estados Unidos en su segunda gira veinticinco años más tarde, Poe ya estaba muerto. Según se dice, durante ese viaje Dickens se enteró de que la suegra de Poe estaba muy enferma y vivía de la caridad, así que fue a visitarla a Baltimore y le dio algo de dinero.

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