Juan Ariño en La Casa Encendida

Por Culturamas Arte

La Casa Encendida

Del 18 de septiembre al 1 de noviembre

ariño

Mañana, 18 de septiembre, La Casa Encendida de la Fundación Montemadrid acoge la primera exposición
dedicada a las pinturas de Juan Ariño, conocido diseñador de espacios museográficos, catálogos y exposiciones, campo en el que ha desarrollado una labor fundamental en la historia del diseño de exposiciones de nuestro país desde los años setenta, trabajando con importantes museos tanto nacionales como internacionales. Es en la década de los ochenta cuando Ariño comienza la colaboración profesional con Carmen Giménez, comisaria de la exposición y gran admiradora del trabajo del diseñador con quien comparte criterio estético y coincide en el rol esencial que el espacio juega en el arte.

Dada la condición multidisciplinar del trabajo de Ariño, quien se mueve con soltura en la pintura acrílica, el collage y la escultura, la selección de piezas expuestas por primera vez al público en La Casa Encendida está formada por las pinturas realizadas a partir del año 2000. Este centenar de obras tienen como referencia El libro del té de Kakuzo Okakura, referente ineludible tanto en el trabajo como en la vida del diseñador.

Para Juan Ariño la pintura es esencial para indagar, a través del paisaje, en el universo de la contemplación. Como él mismo explica: “Siempre me ha ayudado a  mantener el ánimo y el equilibrio en medio de las contrariedades. Un gozoso ejercicio  de la sensibilidad y una excelente forma de meditación. Un buen modo de conocerse a uno mismo. Como le oí decir a Esteban Vicente cuando hacía su museo en
Segovia, también yo pinto para saber lo que es la pintura. En definitiva, para mí ha sido algo muy privado, a la manera del que escribe un diario”. La colocación de los objetos en el espacio o de los colores en la superficie, que establecen relaciones rítmicas entre ellos, es la esencia del trabajo de Ariño.

Las obras de esta exposición, en la frontera entre abstracción y figuración, no representan ningún paisaje concreto sino la estructura común a todos ellos.  “El aspecto pintoresco del paisaje y sus detalles no me interesan. Yo no pinto paisajes concretos sino cuadros. Utilizo la estructura interna del paisaje –la horizontal y la vertical, el mar y la montaña de Shitao– como elemento fundamental de la composición. Tras el concepto de lo sublime de Burke y Kant, el paisaje pudo volver a ser considerado como algo que va más allá de su mera representación. Aunque el hombre desaparezca del cuadro morfológicamente, siempre está presente psicológicamente”.

Agrupadas en series como Homenaje a Rikyu, Chinos, Horizontes, Shojis, Ultramar, Hespérides, reflejan también la mirada constante sobre la pintura de los grandes maestros tanto orientales como occidentales. “La calculada ambigüedad de mis cuadros entre el paisaje y la abstracción viene tanto del expresionismo abstracto como, en una especie de retroalimentación, del paisaje del siglo XIX, donde, según Robert Rosenblum, pudiera estar su origen. En cualquier caso, parafraseando a Matsuo Basho en Sendas de Oku, “no sigo el camino de los antiguos: busco lo que ellos buscaron”, y lo que verdaderamente me interesa no es el qué se pinta sino el cómo se pinta. Yo trabajo para un espectador contemplativo, capaz de detenerse y
disfrutar del placer de mirar.”

Acompañando a la exposición, se publicará un catálogo con textos de  la comisaria Carmen Giménez, del crítico de arte, ensayista y profesor universitario Francisco Calvo Serraller y del propio artista Juan Ariño.

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