Paul Strand en la Fundación Mapfre
Por María Adela García.
Paul Strand (1890-1976) es uno de esos fotógrafos que engrandecen la historiografía artística del siglo XX. La oportunidad de conocer su obra está en la Fundación Mapfre, en la sala de Bárbara de Braganza de Madrid hasta el domingo 23 de agosto.
A través de más de doscientas obras, la mayoría de ellas procedentes del “Philadelphia Museum of Art”, la muestra plantea un recorrido cronológico por las seis décadas que abarca su carrera, en la cual no sólo trabajó un tipo de fotografía humanista, sino también la más estética, influida por vanguardias pictóricas de principios de siglo XX como el Cubismo y la Abstracción Geométrica. Además, escribió libros e hizo cine. En la primera película “Manhattan”, realizada en 1921, Paul Strand y Charles Sheeler muestran un día en la vida de la ciudad de Nueva York; y en la segunda “Native Land”, codirigida con Leo Hurwitz en 1942, se hace una denuncia de la falta de libertad civil y el abuso sindical en los Estados Unidos de los años treinta. Una corriente social y política que caracteriza y está presente en gran parte de la producción fotográfica de Strand. En este sentido, una obra emblemática que puede verse en la exposición es “Esqueleto y Esvástica”, realizada entre 1938 y principios de 1939 para la revista TAC, de corte antifascista.
Su experiencia con el cine, por el que era más conocido hacia 1940, le hizo plantearse la naturaleza y la labor de la fotografía de forma diferente, esto es, con una intención más indagadora si cabe. Tal cosa facilita el surgimiento de los “fotolibros”, unas obras que combinan imagen y texto a través de las cuales Strand puede profundizar en esos retratos de lugares que procedían de la exploración de nuevas tierras. De éstos, la muestra se centra en tres: el dedicado a Nueva Inglaterra (1950), a Luzarra (1953) y a Ghana (1964). No obstante, hay otros retratos de lugares, ya que en cada viaje busca la exploración tanto del sitio como de sus gentes.
Así se encuentran también fotografías de los años treinta, inspiradas en sus viajes al suroeste de Estados Unidos, Canadá y México y, después, ya en la década de los cincuenta y sesenta, documenta su estancia en Francia, país al que se mudó huyendo del anticomunismo instalado en los Estados Unidos, Egipto, Rumanía y Marruecos.
Paul Strand centra su atención en lugares, en objetos cotidianos de esas tierras, pero y ante todo en personas. De forma que los retratos de esas gentes, a quienes encuentra, observa y analiza, son los primeros “retratos de calle” que nadie antes había realizado, pues los retratados son personas corrientes tanto de las zonas rurales como de las urbanas. La mirada introspectiva a estos seres hacen de los retratos de Strand un verdadero documento gráfico-psicológico -si se permite el término-. Algunos como los de Rebeca, su primera esposa, son captados desde distintos ángulos como si quisiera mostrar su identidad a modo de cuadro cubista; otros sólo tienen un enfoque, únicamente se les muestra desde un plano, que suele ser frontal, recogiendo sin filtros el rostro.
En cualquier caso, la forma no se considera tan importante como el contenido que encierra el ser de cada uno de los retratados convirtiendo a esa gente no extraordinaria en auténticos personajes, protagonistas literarios, en seres inmortales envueltos de artificio. Miradas que se ponen en funcionamiento con otros ojos: los del espectador que recorre las dos plantas de la sala en búsqueda del fotógrafo, ese que “exploró el potencial de la fotografía como instrumento de superación de la visión humana mediante íntimos y cuidados retratos y la captación de matices en formas mecánicas y naturales”. Este es Paul Strand, en Madrid hasta el 23 de agosto.
Paul Strand
Fundación Mapfre – Sala Bárbara de Braganza
Bárbara de Braganza, 13
28004 Madrid
Hasta el 23 de agosto de 2015