El absurdo como fórmula matemática
Por Pedro Pujante.
El santo.
César Aria.
Mondadori, 2015.
El absurdo como fórmula matemática.
Cuando el lector que ya ha recorrido anteriores páginas de César Aira se aventura en una de sus nuevas novelas tiene la sensación, siempre inequívoca, de caminar por un terreno resbaladizo. Aira construye sus ‘novelitas’ con materiales reconocibles: argumentos engañosamente sencillos, lenguaje claro y rico y una vocación de storyteller que remite al cuento clásico de hadas, ‘érase una vez’ y demás artefactos de la tradición más convencional. Sin embargo, cuando te sumerges en sus meandros narrativos pronto comprendes que nada llega a ser lo que en un principio prometía ser, que la escritura –entre automática, vertiginosa, buscadora, juguetona pero siempre afinada- deriva en un laberinto cuyo final poco importa, en el que perderse es haber encontrado la salida.
En El santo regresa a esa narrativa seudo histórica –como Ema la cautiva o Parménides –que a pesar de estar ubicada en una época remota, no impide a su autor abordar sus reflexiones cargadas de originalidad, humor e ironía descabellados y actuales.
El protagonista, un santo anacoreta que vive en las postrimerías de la Edad Media, es como aquel otro mago o el Doctor Aira de novelas anteriores, un personaje con poderes milagrosos pero que no es capaz de utilizarlos en su propio provecho. Perseguido por la muerte huye y se embarca en un rocambolesco periplo que le conducirá al corazón de África. No obstante, el lector no debe esperar una típica novela de aventuras o viajes. Los sucesos- sus extravagantes vivencias como esclavo o el descubrimiento del amor con una reina caprichosa- son una especie de excurso narrativo sobre el que descansa la verdadera razón de la literatura de Aira. Reflexiones sobre mil asuntos particulares, amor y sexo, la necesidad de los objetos que nos acompañan, la belleza, el tiempo sobre el que nos movemos, la guerra como recurso narrativo o la propia vida en la que el teatro de la existencia cobra matices según la forma que adoptemos para mirarlos.
Como siempre en los cuentos de hadas airanos rige un absurdo que se asienta de una manera natural. Los acontecimientos suelen acaecer de un modo atropellado e incluso disparatado, pero las reflexiones que de ellos derivan muestran a un escritor de gran capacidad de análisis, un filósofo inteligente que indaga de un modo miniaturista en aspectos inusitados y poco frecuentados por el discurso intelectual más tradicional.
En uno de los países que visita nuestro héroe, por ejemplo, se provocan incendios e inundaciones, para evitar que estos sucedan, anulando la posibilidad del accidente real mediante una lógica de la estadística. En esta leve anécdota se podría hallar alguna clave de gran parte de la prosa de Aira. Porque el autor parece que quisiera incidir en una matemática del absurdo, haciendo que lo ilógico cobre la categoría de normal. Minimalista en sus reflexiones, acuña una filosofía de la nada, una escritura que acaba por convertirse en un simulacro de sí misma y que hace sentir al lector que todo es posible cuando nada en realidad está sucediendo.
La especulación lo es todo y la teoría anula la propia práctica. La magia de la literatura de Aira se sustenta en un limbo impreciso, como esos poderes de sus protagonistas que no llegan a eclosionar, que se contiene a presión y que de algún modo se acumula, teórica pero vibrante y creíble, y nos hace a sus lectores comprender que en cualquier momento va a estallar.
Aira despliega una inteligencia sobrenatural y lúdica sobre asuntos triviales, su mirada es una máscara destartalada. En el tablero de juego coloca sus marionetas y mediante acciones reconocibles hace sentir que la propia realidad se ha transformado en un baile en el que jamás sabremos cuáles son los compases que hemos de seguir.
Pedro Pujante (Murcia, 1976) es diplomado en Magisterio, ha cursado Estudios Ingleses y es Máster en Literatura Comparada Europea. Actualmente compagina la docencia con la escritura. Ha publicado los libros de relatos Espejos y otras orillas, Déjà-vu (Premio Latin Heritage Foundation) e Hijos de un dios extraño; y las novelas El absurdo fin de la realidad (Premio Irreverentes 451 de Ciencia Ficción) y Los huéspedes.
Ha sido galardonado con distintos premios por su obra. Sus relatos y artículos han aparecido en diversas, antologías, revistas y fanzines. Es colaborador del diario La Opinión de Murcia y su suplemento literario Libros, el blog La tormenta en un vaso, Revista de Letras, entre otros.