Juan José Gomez Cadenas: “En la incertidumbre se esconde la libertad que nos redime”
Por Ana March.
Cada segundo nuestro cuerpo es atravesado por una cantidad de neutrinos equivalente a todos los granos de arena de una playa. Son como pequeños espíritus subatómicos provenientes en su mayoría del centro de nuestro gran reactor de fusión nuclear: el sol. Atraviesan la materia como si les fuera transparente, sin desviarse. Como si no existiéramos. Apenas interactúan con las demás partículas. No los afecta la fuerza electromagnética o la nuclear fuerte, pero sí la fuerza nuclear débil y la gravitatoria. No tienen carga eléctrica y tan poca masa (se cree que menos de una milmillonésima de la masa de un átomo de hidrógeno) que hasta hace relativamente poco tiempo se pensaba que no poseían ninguna. Después de la luz, los neutrinos son la materia conocida más abundante en el universo.
¿Os imagináis ese río de neutrinos atravesando el cosmos en todas direcciones como un espectro? Su enigmática naturaleza es fascinante, casi poética. La física cuántica, el estudio de las unidades primordiales que componen la materia, suscita una dispersión de inmensa carga metafórica. Opera desde una lógica tan distinta a la forma en que acostumbramos a mirar, que la razón a veces no puede menos que claudicar y abandonarse a lo intuitivo, y rozar con la punta de sus plumas, si quiere, la metafísica. La ciencia representa la reacción del hombre ante lo desconocido, va tras lo primordial, hacia lo oculto. Sus interrogantes nos conciernen a todos.
Revelar los arcanos que se esconden tras los neutrinos puede conducirnos a una nueva física, hacernos ir más allá del modelo Estándar actual y plantear una conexión entre problemas de la física de partículas, la cosmología y la astrofísica. Soñar con una teoría del todo: la supersimetría. Nos jugamos la relatividad de Einstein (estudios, aún sin confirmar, del CERN, apuntan a que los neutrinos pueden superar la velocidad de la luz), responder el por qué de la existencia del universo, y también, por ejemplo, explicar esa gran cantidad de materia oscura (el 23% del universo aproximadamente) que los astrofísicos no son capaces de detectar, pero que los modelos matemáticos predicen que está ahí.
Existen en el mundo tres grandes proyectos punteros en física de astropartículas dedicados a desentrañar el paradigma de estos pequeños fantasmas, uno de ellos se encuentra en España, en un túnel bajo una montaña en Canfranc, Huesca, se lo conoce como el LSC y su proyecto se denomina NEXT. Trabajan para determinar si el neutrino es a su vez su propia antipartícula, es decir, materia y antimateria. Pero el reto, de por sí abismal, encuentra su peor obstáculo en la sordera política, y en la falta de interés que por sus hallazgos profesa la sociedad. Los criterios de financiación de los proyectos está forzando a la investigación científica a centrarse en aquello que da réditos, a basar sus avances en la utilidad, lo cual amenaza con convertir la ciencia en un subproducto de mercado, olvidando que muchos de los avances en materia de salud, o tecnología, han diferido de proyectos que buscaban dar respuestas a enigmas que nada tenían que ver con la posterior utilidad que se diera a sus descubirmientos.
Hablamos con el físico nuclear y escritor, Juan José Gómez Cadenas, director del experimento NEXT, sobre el apasionante mundo de los neutrinos, de la física cuántica, y también sobre los agrios laberintos burocráticos de la topología científica. Pero lo hacemos desde una perspectiva poco cómoda: buscamos que la física de partículas en su viaje por el mar cósmico se desvíe hacia la metafísica y a los mitos ancestrales con los que hemos ido transmitiéndonos desde diferentes culturas la experiencia fenomenológica, pero que también se mire a sí misma. Que nos acerque a uno de los misterios más asombrosos de la ciencia y a través de él, a los enigmas ancestrales de la tierra:
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Ana March: Dices que la probabilidad de que se dé el proceso doble beta sin neutrinos -lo cual probaría que el neutrino es a su vez su propia antipartícula-, es muy baja, que es como buscar un grano de arena en particular en una inmensa playa. Ahora, yo me pregunto: ¿Qué lleva a un hombre a invertir su vida en clasificar cada granito de arena en las riberas del mar cósmico? Habláis con la inmensidad obsesionados con el problema de la realidad última, habéis cifrado un lenguaje pródigo en abstracciones inabarcables. Y a su vez os volvéis sobre los detalles del mundo físico con tanta fruición empírica, que conmovéis en vuestro retiro los cimientos de todas nuestras concepciones. ¿Qué clase de sueños tiene un hombre así? ¿Destilan libertad u obsesiones?
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Juan José Gomes Cadenas: Quizás ambas cosas. Los físicos que nos dedicamos a este tipo de experimentos somos rara avis incluso en la tribu de los físicos de partículas, que no son precisamente parroquia convencional (no en vano somos los “underground physicists”, los físicos subterráneos, los enanos de la moderna Moira que es un laboratorio como el de Canfranc). La libertad (has dado en el clavo) es uno de los valores que apreciamos. La libertad de escoger el número que me venga en gana en la ruleta de la naturaleza y ver si toca. La libertad de diseñar y construir un objeto bellísimo, una camisa de Mitril, un detector capaz de encontrar una aguja en un pajar cósmico. La libertad de trabajar a nuestro aíre, sin horarios (aunque echemos jornadas de 24 horas) ni jefes (aunque cada uno de nosotros tiende a ser un tirano consigo mismo). Pero también la obsesión, sí. El juego se vuelve compulsivo, uno quiere ganar. Los años se vuelven décadas y el jovencito hambriento que merodeaba por el extrarradio del Casino de la Ciencia, hace 30 años (pelo negro y barba pelirroja, apodado por todos El Pirata) ahora es un respetable ciudadano que peina canas y se rodea de otros jóvenes como él fue, igual de ingenuos y ansiosos, igual de famélicos, buscando, buscando. Esperando el siete rojo que, quizás, no llegará nunca.
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AM.: El físico cuántico no difiere del místico, o del filósofo, en tanto que se plantea el interrogante sobre el enigma de la vida en los confines de la racionalización. El conocimiento racional se confronta aquí con el intuitivo, es la búsqueda por la unificación desde el desgarramiento que nos supone la realidad, surcando a horcajadas del símbolo el espacio-tiempo y en relación a una danza entre vacío y forma. El esfuerzo del hombre por trascender lo aparente. Pienso ahora en libros como El tao de la física, de Fritjof Capra, un apasionante testimonio de cómo los descubrimientos de física cuántica comparten ciertas similitudes con nociones del misticismo antiguo, los preceptos del hinduismo y los principios centrales de la tradición védica, así como al budismo y al taoísmo. Pero ¿está realmente vivo este proceso pulsante por la comprensión de la naturaleza general de la realidad entre los científicos, o, por el contrario, vence el colonialismo neoliberalista, los aspectos dogmáticos de la burocratización desligada de los fundamentos generales del hombre?¿A qué huele la ciencia en el CERN? ¿Cómo fue tu experiencia allí?
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JJGC.: Ah, el Tao de la Física. El libro me lo regaló mi supervisor, cuando llegué al CERN como estudiante de verano, en 1983, pero aquel verano no estaba yo para Taos (trabajaba 24 horas al día, obsesionado con conseguir una beca para quedarme a hacer mi tesis en el laboratorio). Lo leí años después, cuando era post-doc en Stanford, durante un viaje inolvidable a los grandes cañones. Un bello libro, que me impresionó entonces y del que no recuerdo una línea, así que quizás había algo de palabrería en el texto (de otros libros, como Las Ciudades Invisibles, el Señor de los Anillos, 1984, o la trilogía de la frontera, no he olvidado una línea).
Mi experiencia en el CERN… llegué con 23 años, prácticamente la primera vez que salía de España. Una España pobre, donde la Ciencia casi no existía. El CERN era la Meca, el Paraíso, Shang-ri-la, Jauja, Rivendel. Deambulaba, pasmado, por la cafetería, tropezándome con Premios Nobel en cada esquina, me pasaba las noches sin dormir para demostrarle a mi supervisor (Peter Sonderegger, un suizo que había estudiado en la Politécnica de París, hablaba 8 idiomas incluyendo el español y al que le debo buena parte de mi vocación) que yo era un tío listo (a la mañana siguiente tenía el problema del día anterior resuelto y yo, claro, no confesaba la noche en blanco), los fines de semana me encerraba en la Biblioteca y me emborrachaba con todos aquellos textos que quería aprenderme de golpe. Aquellos tres meses primeros fueron pura fiebre. En realidad, toda mi tesis en el CERN fue febril, insalubre (demasiado trabajo) solitaria (vivía en un hotel de jornaleros, el Foyer de St. Genis, para ahorrar) y maravillosa.
Luego me fui de post-doc a USA, regresé 3 años más tarde como Fellow, es decir con un contrato del laboratorio. Asquerosamente bien pagado, arrogantes 30 años recién cumplidos, aquella fue la época histérica, la de querer comerme el mundo, pero también la de madurar como científico. Duró 10 años, entre pitos y flautas. Con el principio del siglo, regresé a España (la transición me llevó un par de años, en los que me repartía entre Ginebra y Valencia). El CERN del que me fui era muy distinto del laboratorio al que había llegado 20 años antes. Menos templo y más fábrica. Escribí la novela “Materia Extraña” (Espasa, 2008) para quitarme el CERN del sistema nervioso, para digerirlo. Por cierto, predije que habría una directora general (Helena LeGuin en la ficción recuerda mucho a Fabiola Gianotti que empieza a final de año como la primera DG del CERN de la historia). El CERN y la ciudad de Ginebra han sido grandes amores de mi vida. Amores muy reñidos, muy difíciles. Los he odiado a ambos, los he engañado con otros laboratorios (SLAC, FERMILAB, CANFRANC), con otras ciudades (San Francisco, Boston). Pero nunca he dejado de amarlos.
A qué huele el CERN? Huele, en verano, cuando vuelves de un turno de noche en el detector, a la hierba de los prados donde pastaban unas ovejas muy bien alimentadas y bucólicas (bajo ese prado pasaba el acelerador PS).
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A.M: ¿Si el neutrino es, como muchos quieren, una partícula de Majorana, una partícula que es materia y antimateria, sin carga, del tipo fermión, y goza de cierta libertad a la hora de definirse como partícula o antipartícula, le deberíamos nuestra existencia? ¿Al principio fue el neutrino, no la luz?
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JJGC.: Los modelos teóricos que tenemos necesitan un neutrino de Majorana para crear el universo. En el principio, pese a lo que diga la Biblia, no fue la luz. Fue un plasma a temperaturas inconcebibles que contenía igual cantidad de materia y antimateria y que no habría podido crear el universo (Materia y antimateria se aniquilan y las galaxias, los planetas, La Tierra Media y las muchachas en flor, se quedan en un podría, sólo en un podría). Pero alguien introdujo una ligera asimetría, un exceso de materia en el juego. Ese alguien, creemos, fue un neutrino de Majorana capaz de desintegrarse a materia y a antimateria (la única partícula que puede hacer eso) y con una agenda propia que favorecía a la materia. El Alec Leamas del Cosmos. El espía que surgió no del frío, sino del infinito calor, y cambió la historia del Universo (le costó la existencia, como a Leamas, no hay historia de espías con final feliz).
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AM.: Leí en una entrevista que te da la impresión de que se cumple la regla que dice que la naturaleza siempre opta por que, si una cosa es posible, entonces va y la implementa. ¿Dónde estará el límite de lo posible?
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JJGC.: ¿Quién sabe? Las Cosmología moderna nos propone Universos Paralelos, en un Multiverso infinitamente complejo y cambiante. ¿Dónde está el límite de la Biblioteca, la infinita Biblioteca? Sólo lo sabe el bibliotecario. Si es que existe.
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AM.: Si las partículas son capaces de viajar en el tiempo, estar entrelazadas a distancia, comunicarse con señales supralumínicas, a velocidades que pueden ser incluso infinitas e instantáneas. La comprensión de causa y efecto o nuestro entendimiento sobre espacio y tiempo se ven trastocados profundamente. Reconfigura nuestro modo de mirar la realidad y los límites de lo posible se vuelven difusos. ¿Qué piensas de esa especie de mística cuántica, ese entusiasmo por lo que burdamente podemos denominar realismo mágico que despiertan vuestros descubrimientos?
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JJGC.: A veces, me temo, se confunden la gimnasia y la magnesia. No hay realismo mágico que valga en la Ciencia. Belleza, sí, mucha, aunque no siempre la vemos, el día a día, muy a menudo es ir de casa al tajo, pelear con problemas arduos, manejar proyectos difíciles, batirse el cobre para conseguir fondos. Pero antes o después, la Belleza de lo que hacemos nos susurra en el oído y nos conmueve como un amor a los quince años. Pero no hay magia que valga. ¿Qué sientes cuanto contemplas el Golden Gate Bridge, sobre todo si lo has visto al amanecer, con la niebla levantándose, después de una noche vagando por la ciudad? Te conmueve su majestad, su belleza, la inmensa sabiduría que lo informa. Es un puente y a la vez una obra de arte. ATLAS, CMS, los grandes experimentos del CERN son las Pirámides de los tiempos modernos, las nuevas catedrales góticas. NEXT es mi Golden Gate personal. Los ángeles, se los dejo a Rilke.
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AM.: La materia es 99,999% vacío. El vacío abunda en el espacio intergaláctico y en el átomo. En un centímetro de este vacío hay mayor energía concentrada que la que contiene toda la materia del universo. Sin este vacío, toda la materia del planeta podría caber en una pelota de tenis… ¿Está lleno el vacío?
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JJGC.: Y tan lleno. El vacío es una de las cosas más sorprendentes que la física moderna ha descubierto. Hay un libro magnífico, de Frank Close, dedicado por entero a explicárselo a todos los públicos.
AM.: El cosmos se expande en una danza afiebrada de galaxias que giran a tal velocidad y de tan particular manera, que sus formas sólo se explican mediante la existencia de materia oscura, algo que los físicos no son capaces de detectar sino a través de admirables modelos matemáticos. Me gustaría que me contaras tu intuición respecto a lo que puede revelarnos el neutrino en tanto a las condiciones generales de la materia oscura.
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JJGC.: El neutrino podría ser parte de la materia oscura, pero, por lo que sabemos hoy en día, parece improbable. Aunque los candidatos que hemos inventado a partículas de Materia Oscura, los llamados WIMPS, vienen a parecerse mucho a los neutrinos. Pero, a día de hoy, todo es especulación. No tenemos rastro de la Materia Oscura todavía, sólo sabemos, eso sí, que gravita. Hay algunas posibilidades muy sugestivas… qué te parecería si la materia oscura fuera simplemente materia ordinaria de un universo paralelo que sólo tiene en común con el nuestro la ley de la gravedad? Entra dentro de lo posible…
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AM.: Escribió Ananda Coomara Swamy, el erudito y escritor tradicionalista Indio, estudioso de la filosofía perenne: «En la noche de Brahman, la naturaleza está inerte, y no puede danzar hasta que Shiva lo desea: Él sale de su éxtasis y danzando envía a través de la materia inerte ondas pulsantes de sonido despertador, y ¡ahí está!, la materia también danza, apareciendo como un círculo de gloria a su alrededor. Danzando, Él sostiene sus múltiples fenómenos. En la actualidad del tiempo, todavía danzando, él destruye todas las formas y nombres mediante el fuego y da nuevo descanso». Creación y destrucción, esta parece ser la dualidad que se da tanto en el micro como en el macro cosmos. El orden orgánico, la lucha cósmica de la vida contra la muerte, la unidad de los contrarios. Hablamos ahora sobre misticismo y ciencia. El ciclo de vida y muerte, simbolizado por la estatua de Shiva en su danza de la felicidad que se encuentra a las puertas del CERN, representa también a la perfección, como el fragmento anterior, el comportamiento de creación y destrucción de las partículas. ¿Por qué está la estatua de Shiva a las puertas del CERN?
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JJGC.: Es una buena pregunta. Hay algo de todo eso en los ciclos del LHC. Los protones se aniquilan al colisionar, y de esa aniquilación surge nueva materia, que a su vez se desintegra creando más materia nueva… es tentador imaginarse la creación como un ciclo, algo que muchas religiones han hecho. Hubo un tiempo en que creíamos que el universo podría ser cíclico, pulsando continuamente entre el BIG BAN y el BIG CRUSH, pero en las últimas décadas hemos descubierto la Energía Oscura, una fuerza misteriosa que tira del universo cada vez más, oponiéndose a la gravedad, acelerando cada vez más su expansión. Por todo lo que sabemos, el universo en el que vivimos no va a volver al colapso, seguirá expandiéndose y enfriándose para siempre, hasta alcanzar la muerte térmica, el momento en el que el último ángel bata por vez postrera sus alas y el último neutrino se detenga.
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AM.: En los universos culturales de las religiones y filosofías ajenas a la tradición racionalista de occidente, en su memoria mitológica y simbólica, se conserva el registro de experiencias que describen de forma coincidente la visualización de la realidad, fuera de lo que ellos denominan todo maya o ilusión, y se da a veces una cierta correspondencia con el fabuloso y excéntrico comportamiento de las partículas, o ciertas teorías físicas de vanguardia, algo que resulta asombroso. Dice Mircea Eliade que Occidente está llamado –casi condenado- a confrontar sus valores con los ‘otros’, los desconocidos, y que esto posibilitaría el comienzo de un nuevo humanismo, podría incluso conducir a una renovación de la problemática filosófica. ¿Saber más sobre física cuántica puede servir de puente hacia ese conocimiento arcaico, ese interés hacia oriente y las culturas ancestrales, a un estudio riguroso de sus conocimientos astronómicos?
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JJGC.: Yo creo que con la física cuántica pasa como con el ajedrez. Estudiar ajedrez te hace un buen ajedrecista, dentro de tu talento, pero puedes ser un perfecto ignorante en otros aspectos. Lo mismo ocurre con los físicos. Conozco lumbreras de la física teórica que no saben nada o casi nada fuera de su ciencia, ni les importa, dicho sea de paso. Hay una tensión entre lo específico y lo general, lo singular y lo múltiple. El intelectual que intenta conectar el arcano con la poesía y la ecuación de Dirac corre el riesgo de fracasar porque no entiende bastante bien ni los Vedas ni la matriz de densidad. El rabino que dedica su vida al Talmud y el matemático que se la deja en probar el último teorema de Fermat, no tienen tiempo para salir a tomar el aíre. Por mi parte, he intentado tocar muchos palos, desde la literatura a la física, pasando por el ajedrez. En casi todo soy un mediocre. Pero a veces he entrevisto destellos divinos, tanto escribiendo una novela como analizando mis datos. A pesar de todo, me quedo con Leonardo.
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AM.: Guy Debord decía esto de que los grupos sociales tienen intereses en la situación existente, fuerzas para mantenerla y formas de falsa conciencia para justificarse. Cuestiones como las altas energías o la manipulación de la identidad de un ser vivo han llevado la lógica de lo verdadero y lo falso hasta sus propios límites. El método de la ciencia consiste en respetar los principios de objetividad, de inteligibilidad y de dialéctica con la experiencia que afectan al libre mundo de las ideas, pero cuando se trata de que esos experimentos ocurran en la realidad donde vivimos todos, debería emerger el debate de los límites, ¿ó nada puede oponerse a la legítima ambición de conocer? ¿Encuentras necesaria la constitución de un organismo de ética científica? ¿Necesita la ciencia una revisión ética, un debate profundo sobre sus límites en el seno de la sociedad?
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JJGC.: Yo tiendo a desconfiar de los organismos constituidos, los comités, los jueces y los árbitros (quién juzga al juez?). Es cierto que hay cuestiones donde no cabe duda que hay que plantear posibles dilemas éticos, sobre todas aquellas relacionadas con la vida o la manipulación de animales. Es cierto también que la dialéctica de campos como la física de partículas se vuelve a veces oscura, impenetrable. ¿Y qué? Entre arcano y arcano, en el CERN se descubrió la Web, que es la base de nuestra moderna sociedad. Internet es libre, un producto de todos, gracias a que se parió en un laboratorio donde la gente se pasa la mitad de la vida hablando en Bable. Mejor dejarlos en paz, no?
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AM.: Prolifera la falta de interés, la ignorancia en materia científica. En una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología este atraso genera una brecha donde se abonan y expanden sesgos ideológicos. Hay quienes miran la ciencia con recelo, cuestionando éticamente su avance y el costo social que acarrea, pero por lo general se impone el desinterés o el unidimensionalismo, los prejuicios a conclusiones profundas, lo cual nos habla de personas que han perdido contacto con las cuestiones que le son más inmediatas y de las que dependen en grado máximo. ¿Falla la divulgación?
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JJGC.: Dice Silvio en una bella canción: “Si se cierran los laicos colegios/ Si se vuelve al sortilegio…”. Sí, la superstición más cerril está siempre a un milímetro debajo de la piel de nuestra sociedad tecnológica. En mi último artículo en Jotdown hablo precisamente de eso, cuento como esa superstición cuesta vidas, vidas de niños que sus padres no vacunan por esa desconfianza irracional a lo científico, la vida de un muchacho, estudiante de físicas, Mario, al que un charlatán que se denominaba médico naturista convenció para que abandonara el duro tratamiento de quimio para someterse a tratamientos “naturales”, mucho más llevaderos… e inútiles.
No estoy nada seguro de que esté fundamentado mirar a la ciencia con recelo. La ciencia no es perfecta (nada humano lo es) ni tampoco nuestra tecnología, pero la razón por la que una parte importante de la humanidad (entre la que nos incluimos) ha dejado de ser siervos de la Gleba, es la ciencia. Recelo? He conocido a muchos recelosos a los que se les pasaban todos los prejuicios de golpe cuando les sale un bulto en el costado y hace falta una radiografía, o tomografía (aparatos que se han derivado de la física de partículas a la que me dedico) o una resonancia y ponerse en manos de un médico (un científico) para que nos cure un tumor que nos habría matado (si no lo hubieran hecho antes una docena de enfermedades infecciosas o una simple apendicitis) hace poco más de cien años. De verdad concebimos el mundo sin los avances científicos y tecnológicos en los que se basa nuestro bienestar? Es fácil renegar, como buenos niños mimados. Yo me curé de esas vainas con unos cuantos viajes, entre ellos al Congo y a la India, hace 20 años.
En cuanto a la divulgación de la ciencia. Se hace lo que se puede. Hay un elemento con el que debemos de llevar cuidado. La ciencia no es una panacea universal ni tampoco está a prueba de bomba. No vale venderla como el bálsamo de Fierabrás o como la Biblia. Hay que ser humildes, también. Y hay que tener tiempo, para investigar y para divulgar… complicado a veces.
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AM.: Como recuerdas en tu cuenta de twitter, rescatar Bankia ha costado casi mil años de financiación de un programa científico como NEXT, que podría poner a España en la vanguardia de la ciencia. Sin embargo, se siguen poniendo en práctica políticas que hacen oídos sordos a la necesidad de invertir en I+D+i, lo cual ha derivado, por ejemplo, en el fin del programa Consolider, que buscaba situar a España al mismo nivel de inversión del que goza Europa (el 3% del PIB), y ha abierto un gran agujero negro por el que desaparecen los mejores científicos de nuestro país. ¿Dónde habría que poner el acento para que esto se revirtiera? ¿Qué complejos y qué intereses aprisionan la ciencia en España?
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JJGC.: Uno de mis colegas, un famoso cristalógrafo español, dice que el problema de la ciencia en España es que este es “un país de abogados”. Y creo que tiene cierta razón. Examina las titulaciones de ministros, secretarios de estado y políticos en general. Los científicos ni están, ni se les espera. En Estados Unidos no es raro que el equivalente a ministro de ciencia (en España hoy en día no tenemos ni siquiera esa figura) sea un científico de gran renombre, incluyendo a algún que otro premio Nobel. En España no. La ciencia no le interesa a nuestros políticos que la tratan (la han tratado siempre) como un gasto suntuario. Si hay superávit se invierte, sin garantías de futuro. Si hay que apretarse el cinturón se corta empezando por ahí. Qué inventen ellos. Esto me trae a la cabeza una famosa frase: “los países ricos, son ricos porque invierten en ciencia y tecnología. Los países pobres, creen que los países ricos invierten en ciencia y tecnología por ser ricos”.
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AM.: Qué piensas de Laplace, quien decía esto de que se podría concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones de los seres que la componen; si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos a análisis, podría condensar en una simple fórmula el movimiento de los grandes cuerpos del universo y del átomo más ligero; para tal intelecto nada podría ser incierto y el futuro así como el pasado estarían frente a sus ojos. ¿Será algún día un ordenador cuántico ese intelecto?
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JJGC: Lo cierto es que el buen Pierre se equivocaba. La naturaleza cuántica del universo asegura que no es posible, ni tan siquiera conocer exactamente la velocidad y la posición de un simple electrón (principio de incertidumbre) no digamos la de todos los electrones y partículas del universo. Si Dios existe, sin duda dispone de un gigantesco computador cuántico, pero aún así, no creo que pueda predecir el futuro con total exactitud, como no creo que sea omnipotente. Los gnósticos quizás no andaban tan desencaminados.
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AM.: ¿La incertidumbre que se repite es menos incertidumbre?
JJGC.: La incertidumbre, es no saber si el gato de Schrodinger está vivo o muerto. No saber si tú y yo nos conoceremos en persona algún día. No saber si seguiremos aquí mañana. No saber si el electrón pasó por una rendija, la otra, o las dos. No saber si NEXT descubrirá la desintegración doble beta o si mañana aparecerá en el horizonte un cometa que nos mandará a la fosa común de los dinosaurios. No saber si la bolsa va a subir, ni dónde ocurrirá el siguiente terremoto, no saber si hay Dios. No saber. La incertidumbre no lo es menos por repetirse, la toleramos porque estamos lo bastante locos (supongo que por diseño evolutivo) como para coexistir con ella. Y sin embargo, en esa incertidumbre, se esconde la libertad que nos redime.