Pep Munné: “En la comedia es muy necesaria la precisión”
Por Yolanda Moreno
El Teatro Infanta Isabel de Madrid acoge durante los meses de julio y agosto la más “ortonesca” de todas las comedias del dramaturgo británico Joe Orton. Los seis personajes de Lo que vio el mayordomo, obra dirigida por Joe O´Curneen (Yllana), llevan al espectador a una progresión de absurdas y confusas situaciones, no exentas de crítica social, que garantizan la continua risa del espectador.
La adaptación comenzó a realizarla Tomás Gayo (fallecido en 2012) y la terminó Julio Escalada. El veterano actor de teatro, cine y televisión, Pep Munné, interpreta el papel del Doctor Prentice. Tras más de 40 años de profesión (con cerca de una cuarentena de espectáculos y otras tantas películas a sus espaldas, además de sus trabajos en series recientes como Amar en tiempo revueltos y Velvet), el actor barcelonés ahora se encuentra totalmente implicado con Lo que vio el mayordomo, obra que protagoniza y de la que habla con CULTURAMAS.
El Doctor Prentice lo enreda todo durante la obra. ¿Qué destaca de su personaje?
Mi personaje es el que sufre el equívoco de la obra. Él lo único que pretende es lo que ha hecho siempre: convocar un casting para un puesto de secretaria e intentar aprovecharse de ella, y si puede ser, llegar a mantener relaciones con la futura secretaria. En esta ocasión lo que ocurre es que su mujer, que se supone que está en una reunión de un club de lesbianas y que es ninfómana, regresa antes a casa y lo que tiene que hacer es intentar evitar que descubra lo que él estaba haciendo. A partir de este momento, de este equívoco, empieza a darse toda la confusión que se va desarrollando durante la obra. Esto se acrecienta con la llegada de un inspector psiquiátrico que está más loco que nadie y, a partir de aquí, lo que mi personaje hace para evitar ser descubierto se convierte en síntoma de locura.
¿Cómo describe la obra?
Absolutamente irreverente. Todo esto le sirve a Orton como excusa, sobre todo para cargarse el mundo de la psiquiatría, pero además también para cargarse todos los estamentos morales que imperaban en la Gran Bretaña de los años 60, que podrían ser perfectamente los estamentos morales que imperan hoy día en España. Ver hasta dónde una cosa es moral o amoral. Es decir, qué suponen para nosotros todas las definiciones de ser homosexual, heterosexual… en cuanto al sexo; o de ser de izquierdas, de derechas, de centro… Y todo esto Orton se lo pasa, como dirían los argentinos, “por el orrrrto” (risas). Yo creo que es una obra muy divertida.
Esta función se estrenó en 1969, ¿cómo funciona ante el público del siglo XXI?
No sé si es debido a la adaptación o a la dirección, pero funciona espléndidamente. Se hacen referencias que no se han quitado de elementos británicos. Se habla de Churchill y no se habla de Franco, por ejemplo. Pero aparte de eso, funciona perfectamente. El público ríe, entiende la ironía que se utiliza en cada momento. Yo creo que el público entiende perfectamente el sentido del humor de Orton, porque además es un humor inteligente, aunque con eso no quiero poner etiquetas. Quiero decir que es un humor de los estamentos de estructura de una obra, que tiene su peso claramente social y analítico de la sociedad en la que se vive.
Además de hacer reír, ¿podemos decir que uno de los objetivos de la obra también es hacer reflexionar al espectador?
Yo creo que sí, se habla de cosas y además se razonan ciertas ideas para que el espectador las entienda y las pueda asumir.
Hay constantes momentos de humor en el escenario, ¿alguna vez le ha costado contener la risa?
A veces me he reído, incluso en ocasiones de mí mismo (risas). A veces te ríes del otro, pero a veces te ríes de ti mismo. Hay días en que desarrollas la obra, que la haces, que la ejecutas, y de repente te hace mucha gracia. Pero bueno, en la comedia eso sucede muchas veces. Cuando una comedia fluye, y el público disfruta, y el actor está disfrutando encima del escenario, ocurre esto, que a veces viene la risa impensada, una risa que no tenías prevista pero que realmente te hace disfrutar. Y el público lo apoya y le gusta.
Tengo entendido que usted estuvo a punto de hacer esta obra en los años 80 con el personaje del botones.
Sí, efectivamente, la que dirigió Ventura Pons. Estuve a punto de hacer de botones, pero no fue posible porque yo tenía un rodaje, me iba fuera y no pude hacerlo. Pero ya había leído la obra en aquel momento y estaba empapado de ella.
Y ahora, tres décadas después, interpreta al protagonista, ¿cómo surgió esta oportunidad?
Me llamó Marisol, la tía de Tomás Gayo. Tuve una entrevista con Joe O’Curneen, el director, y creo que lo entendimos muy bien. Yo estaba en Barcelona y reamente ha sido un acierto porque me he entendido muy bien con Joe, que es un director muy preciso. En la comedia es muy necesaria la precisión, sobre todo que no sea sucia. Lo del humor es muy complicado, una reacción un segundo más tarde puede acabar con la risa. Y eso es muy importante: ser limpio, ser preciso, saber qué estás contando y cómo hay que contarlo. Y con Joe he conseguido esa empatía.
Desde su estreno, el elenco ha ido evolucionando. Ahora se incorpora una nueva actriz: Sara Sálamo. ¿Qué nos puede contar de esos cambios?
Ha sido un poco la historia de esta función, supongo que como muchas de las de hoy en día. Las giras no son lo bastante potentes como eran antes como para permitir que la gente viva de la gira, y entonces ocurre que a la gente le surgen trabajos y abandona el proyecto. Yo me he visto prácticamente un año y medio ensayando, ahora sí y ahora también, porque un personaje cae, viene otra chica, lo hace, se va… Pero de alguna manera también ha servido para ir renovando la función. Con cada actriz nueva que entra se renueva la función. Ahora entra Sara, que sustituye a Carmen Barrantes, y eso es también bueno. Cada vez que el Doctor Rance ha cambiado, me obliga a mí a reinventarme y eso es muy bueno para la comedia, para todo. No he tenido ningún pudor ni ningún problema por estar ensayando constantemente, no me importa. Y ahora ha entrado una nueva actriz, Sara, que es espléndida. Muy distinta, muy joven, cada vez tiene más experiencia, y es una chica muy diferente, físicamente espectacular, y creo que muy sincera trabajando. Después, en el futuro vendrá también un nuevo doctor Rance, que ya vimos en un principio con Paco Churruca, que volverá para sustituir a Luis Fernando Alvés, y de lo que yo también voy a disfrutar.
En cuanto a la situación del teatro hoy en día, ¿cómo la ve?
La situación del teatro es la que ha habido siempre. Hay un problema muy grave con el 21 % del IVA, pero para mí, hay un problema que antes no existía: los medios de comunicación. La prensa actualmente está tan reñida con el teatro como el 21%. Cuando yo llegué a Madrid, cuando todo el mundo estrenaba, había previas en el periódico, sobre quién estrenaba, quién lo dirigía… y contaban lo que iban a hacer antes del estreno. Pero hoy no existe esto. Los críticos iban al estreno y luego hacían crítica, y esto le servía al público. Y hoy esto tampoco existe. Los críticos hoy en día no hacen su función, porque de nada sirve hacer una crítica cuando un espectáculo está a punto de terminar, y lo hacen muy a menudo. Yo lo digo y lo denuncio. Esto es tan grave como el 21 % y no se dice. La prensa tiene que tomar nota.
¿Qué diría a nuestros lectores para que acudan a ver ‘Lo que vio el mayordomo’?
Que se atrevan a ir, porque hay que tener un poco de osadía para ver esta función. Yo creo que pasarán un muy buen rato, con una obra de uno de los grandes autores del siglo XX que murió trágicamente, pero que fue muy importante en los años 60 y que tuvo una incidencia enorme en el teatro del futuro. Pasarán un muy buen rato, una hora y media muy divertida.