Los autores más misteriosos del mundo
Para autores que prefieren la reclusión, como fue el caso de J. D. Salinger, mantenerse fuera de los reflectores de la publicidad y la fama nunca afectó a las ventas de sus libros.
Está por estrenarse la última película del director Paul Thomas Anderson basada en el libro “Vicio Propio”, del autor Thomas Pynchon.
Pynchon es conocido por llevar una vida recluida. De hecho, puede que sea el escritor estadounidense más famoso en cuanto a reclusión se refiere. Un título que tenía, hasta su muerte en 2010, J. D. Salinger, quien alcanzó un nivel de autor de culto con la novela “El guardián entre el centeno”.
Pero el papel de escritor aislado del mundo es difícil de interpretar: primero hay que haber alcanzado cierto nivel de fama y notoriedad.
Volviendo a Pynchon, el autor nunca le ha hecho mucho caso a la publicidad, y los detalles acerca de su vida privada o incluso fotografías de su persona son más bien escasos.
En 1973, en un episodio ya famoso, envió a un comediante a aceptar el premio de la National Book Award por su tercera novela, “El arco iris de gravedad”.
Y aunque ha hecho apariciones estelares en Los Simpson, todavía sigue siendo un figura más bien misteriosa.
¿Una jugada publicitaria?
Sin querer sonar demasiado cínico, debería poder formularse la siguiente pregunta: ¿cuánto de la clásica imagen de “famoso autor recluido” es en realidad una jugada publicitaria planeada?
El periodista Andrew Martin sugirió justo después de la muerte de Salinger que el autor, tras darse cuenta de que su talento iba decayendo, simplemente decidió “minimizar sus derrotas”.
“Posiblemente ‘El guardián entre el centeno’ no habría vendido 65 millones de copias si hubiese publicado una novela al año”.
Martin sugiere que Pynchon podría estar emulando al maestro Salinger, y haciéndolo de una forma muy exitosa.
El otro lado de la historia es algo que Pynchon conoce muy bien: en 1997 sugirió que el término “recluido” era simplemente una palabra “en código” usada por periodistas para designar a los autores a los que no les gusta hablar con la prensa.
Solo por el hecho de que un autor no quiera dar entrevistas los medios no se puede decir que sea un ermitaño.
Sin embargo, mucha gente reconoce que el mismo ejercicio de la escritura es una actividad solitaria.
Por supuesto todo autor aspira a conseguir cierto reconocimiento por parte del público, pero asumir que todos quieren convertirse en figuras públicas bien conocidas es ir demasiado lejos.
Varios autores con los que hablé para este artículo de hecho se quejaron de los compromisos publicitarios que deben atender, lo que les quita tiempo de su trabajo en sí: la escritura.
Talentos escondidos
Tal vez nadie represente el fenómeno del escritor recluido y misterioso de una forma tan clara como la enigmática autora italiana que escribe bajo el nombre de Elena Ferrante.
Una de las escritoras más famosas del país, recientemente se ha convertido también en una importante figura internacional, ganando adeptos en Estados Unidos y Reino Unido.
En una carta que escribió a su editor italiano en 1991, dejó claro que no formaría parte de ningún tipo de campaña publicitaria.
“No tengo la intención de hacer nada sobre mi última novela; nada que implique el uso público de mi persona. Ya hice lo suficiente por esta historia: la escribí. Si el libro tiene algún valor, eso por sí mismo debería ser suficiente”.
Tal como denotan las entrevistas y fragmentos de cartas enviadas por la autora, ahora recopiladas en un nuevo libro, Ferrante ha resguardado celosamente su vida privada en los 23 años que pasaron desde que por primera vez expresó su deseo de permanecer en el casi anonimato.
Rumores
Aun así, y al igual que en el caso de Salinger o Pynchon, esto no hace más que alimentar el deseo de los periodistas de saber más… Incluido la autora de las líneas que ahora leen, que pasó gran parte del otoño intentando conseguir una entrevista con la escritora.
Ya hice lo suficiente por esta historia: la escribí. Si el libro tiene algún valor, eso por sí mismo debería ser suficiente
Las teorías de la conspiración sobre Ferrante abundan, y algunos afirman que es un hombre que firma como mujer, del mismo modo que algunos decían que Pynchon era en realidad Salinger.
La prensa usa todo esto para alimentar lo que al final acaba siendo una historia cada vez más interesante.
El amante de la literatura que hay en mí querría usar las impresionantes cifras de ventas de Ferrante como prueba de que “para aquellos a los que les gusta leer, el autor es simplemente un nombre”.
Pero como periodista siempre tengo el deseo de que detrás de estas historias y estos autores haya algo escondido al mundo: algo tangible, excitante, ¡y potencialmente una exclusiva!
Fuente: http://www.bbc.co.uk/
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