Los grandes escritores que se inspiraron encarcelados

Cuenta la leyenda que “Don Quijote”, la obra maestra de Miguel de Cervantes, fue concebida y escrita, por lo menos en parte, en la cárcel. “Donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación”, según sus versos iniciales.

Despojado de la libertad y con la visión sumamente en sintonía con las ironías de sus circunstancias, Cervantes traspasó las convenciones literarias de su tiempo. ¿La cárcel puede ser una musa? No por elección: la libertad es la condición que escogería la mayoría de nosotros.

La historia demuestra que los horrores y privaciones del encarcelamiento pueden inspirar obras perdurables. Los autores que han tenido la fuerza intelectual para soportarlo han sido recompensados con perspectivas excepcionales sobre la psicología y el comportamiento humano. La tensión entre la libertad y el cautiverio ha provocado avances creativos inesperados.

“Don Quijote” contiene “prácticamente todas las técnicas y todos los recursos imaginativos que han utilizado los escritores de ficción posteriores para cautivar a sus lectores y desarrollar sus obras”, escribe Edith Grossman en el prefacio de su traducción de 2003.

Cervantes se anticipa al realismo, el modernismo, el postmodernismo, la narración enmarcada, la mezcla de géneros, entre otros, manteniendo al mismo tiempo ese ingenio irónico. El recurso de personajes que formulan comentarios sobre el texto en el que aparecen están adelantados por siglos a su época.

La obra maestra de Cervantes parece haberse inspirado en las presiones físicas y psicológicas de la reclusión, lo cual vincula la primera novela moderna con la experiencia en la cárcel. Y “Don Quijote” ha perdurado, ha sido interpretada por críticos desde múltiples ángulos y ha forjando el trabajo de decenas de escritores de generaciones sucesivas.

Sueños de libertad

León Tolstoi
El trabajo del escritor Henry David Thoreau, prisionero por una noche, influenció a grandes de las literatura como León Tolstoi.

Fiódor Dostoievski da crédito a Don Quijote como precursor de su retrato de un hombre positivamente bueno, el ingenuo príncipe epiléptico Mishkin de “El idiota”.

“De los buenos personajes de la literatura cristiana, el más completo es el de Don Quijote”, señaló en 1868, mientras trabajaba en la novela. “Pero él es bueno solamente porque al mismo tiempo es ridículo”, añadió.

El príncipe Mishkin, cuya bondad lo ciega ante las sutilezas del engaño y la traición, no es capaz de desenvolverse en la sociedad. Al igual que Cervantes, Dostoievski presenta el estado de bondad hasta un punto que roza la locura.

Dostoievski también experimentó un cambio profundo debido a su experiencia carcelaria. Ya había publicado su primera novela, “Pobres gentes”, cuando fue detenido en 1849 por su participación en un grupo de intelectuales de izquierda de San Petersburgo.

Después de varios meses en la cárcel, fue condenado a muerte, llevado con otras personas de su grupo a la plaza Semyonovsky y puesto frente al pelotón de fusilamiento.

A última hora, el zar detuvo su ejecución, pero Dostoievski pasó cuatro años de trabajos forzados en el gulag de Siberia, donde su condición de persona educada enardecía a otros reclusos. “Se irritan y son demasiado toscos y amargados”, le escribió a su hermano. “Su odio hacia la alta burguesía traspasa todos los límites”.

La experiencia carcelaria de Dostoievski dio paso a una conciencia de lo irracional y de un sentido de sufrimiento colectivo. Sus mejores novelas, como “Crimen y castigo” y “Los hermanos Karamazov”, son joyas de la perspicacia psicológica.

James Joyce escribió que Dostoievski “creó la prosa moderna y la intensificó a su tono actual”. Mikhail Bakhtin identificó las cualidades “polifónicas” de la obra de Dostoievski, que ampliaron la novela con el objeto de incluir muchas voces contradictorias en lugar de una sola visión.

Su novela de 1861 “Recuerdos de la casa de los muertos” o “Los presidios de Siberia”, escrita como ficción desde el punto de vista de un hombre que ha asesinado a su mujer, documenta su propia experiencia carcelaria. El dinero es libertad acuñada y, por lo tanto, es diez veces más valioso para un hombre privado de la libertad. Explica el comercio de vodka y tabaco en la cárcel y la compulsión a robar. Su recluso ficticio sueña sin descanso con la libertad, como su autor.

Este anhelo de libertad mientras se soporta la dureza de la cárcel es un hilo a través de obra de la vida literaria de Aleksandr Solzhenitsyn, que comenzó durante sus ocho años en campos de trabajo soviéticos.

Solzhenitsyn fue detenido en 1945 por hacer comentarios despectivos sobre Stalin en una carta. Después de terminar su condena en 1955, se exilió en el sur de Kazajstán. En la soledad, asediado por los recuerdos angustiosos, compuso su primera novela, sin esperar a que fuese publicada algún día. “Un día en la vida de Iván Denísovich”, ambientada en un día de frío glacial en un campo de trabajo de Siberia en 1951, se publicó en 1962, nueve años después de la muerte de Stalin, con gran éxito mundial. Fue la primera obra literaria en exponer las degradaciones de los gulags del régimen soviético.

Solzhenitsyn escribió una serie de novelas, incluida “Pabellón de cáncer”, en la que se preguntaba: “un hombre muere a causa de un tumor, así que ¿cómo puede un país sobrevivir con desarrollos como los campos de trabajo y los exilios?”.

Escena de molinos de viento y esculturas de Don Quijote
“Don Quijote” traspasó todas las fronteras de su espacio y su tiempo.

Su obra maestra “Archipiélago Gulag”, terminada en 1968, es una enorme condenación en tres volúmenes de los campos de trabajos forzados del régimen. Subtitulado “Un experimento en la investigación literaria”, se mueve con absoluto detalle a través del proceso de interrogatorio, transporte, encarcelamiento y consecuencias, incluida la matanza de presos.

Solzhenitsyn se basó en su propia experiencia, cientos de entrevistas y documentos históricos. Todo eso lo destila en una narración demoledora que revela el funcionamiento interno de un estado criminal dentro de un estado.

Su forma polifónica quedó evidenciada en la cita cuando Solzhenitsyn ganó el Premio Nobel de Literatura de 1970: “cada persona se convierte en el personaje principal cada vez que la acción le concierne. No se trata solo una técnica, es un credo. La narración se centra en el único elemento humano en existencia, el individuo humano, con igualdad de condiciones entre iguales, un destino entre millones y un millón de destinos en uno. Esta es la totalidad del humanismo en resumidas cuentas, pues el núcleo es el amor del género humano”.

Visión clara

El análisis de la relación del individuo con el Estado y de la cuestión de la bondad también fue un tema del pensador político estadounidense Henry David Thoreau en el siglo XIX. Thoreau se vio profundamente afectado debido a la noche que pasó en la cárcel por negarse a pagar un impuesto de capitación. “Vi aún más claramente el Estado en el que vivía”, escribió.

Persona escribiendo tras las rejas
Los horrores y privaciones de la cárcel han inspirado grandes obras de la literatura.

Este episodio inspiró su discurso “Resistencia al gobierno civil” de 1848, publicado más tarde como “Desobediencia civil”. “Una minoría es impotente mientras se adapta a la mayoría”, escribió, “… pero es irresistible cuando se interpone con todo su peso. Si la alternativa es mantener a todos los hombres justos en la cárcel o renunciar a la guerra y a la esclavitud, el Estado no dudará cuál elegir”. Las ideas de Thoreau, desarrolladas al ser testigo de primera mano del poder del Estado para encarcelar ciudadanos, tuvieron consecuencias de gran alcance.

Su manera de pensar sobre la obligación de la persona a cuestionar las acciones del Estado influyó en las generaciones de futuros pensadores desde León Tolstoi hasta Gandhi y Martin Luther King Jr.

La carta que escribió King en 1963 desde una cárcel de Birmingham, en la que señaló: “Estoy en Birmingham porque la injusticia está aquí”, es un documento clásico dentro del movimiento por los derechos civiles.

King le dio crédito a Thoreau con su convencimiento de que la no cooperación con el mal es una obligación moral como lo es la cooperación con el bien. “Ninguna otra persona ha sido más elocuente y apasionada en hacer llegar esta idea que Henry David Thoreau”, escribió King. “Como resultado de sus escritos y su testimonio personal, somos los herederos de un legado de protesta creativa”.

Se podría argumentar que Cervantes, Dostoievski, Solzhenitsyn y Thoreau no podrían haber escrito de manera tan brillante sin haberse inspirado en la cárcel. La reclusión es onerosa, pero puede haber aspectos redentores. Como estos escritores y muchos otros han demostrado, la cárcel, junto con la amplia imaginación humana y el sueño de libertad, puede servir de inspiración para crear obras maestras literarias.

Fuente: http://www.bbc.co.uk/

One thought on “Los grandes escritores que se inspiraron encarcelados

  • el 21 julio, 2015 a las 8:52 am
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    Es semejante a lo que les pasa ahora a los famosos escritores con las prisas y nuevas tecnologías…
    Un escritor puede ser bueno pero… las novelas o historias por encarga no son buenas aunque tengan buen argumento. Hace tiempo un escritor le dedicaba años a su obra y ahora con las prisas y nuevas tecnologías le dedican lo que la EDITORIAL o las circunstancias le permiten.
    Yo que soy gran lector, lo noto mucho cuando leo libros del mismo autor y en sus inicios daba gusto por la forma de expresarse y narrar las mínimas cosas.
    El escrito antes de hacerse famoso no tiene prisa alguna en pasar páginas y contar si faltan muchas o no por llegar a las cuatrocientas o quinientas que es lo que mandan las editoriales…

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