«La soga»: versión teatral sobre el asesinato de Leopold y Loeb
Por Horacio Otheguy Riveira
Una nueva compañía vuelve sobre un viejo tema que recientemente tuvo su versión musical (Excítame): estudiantes de familia burguesa «practican» el crimen perfecto. En los hechos reales, sobre un chico de 14 años en el año 1923. En la ficción: un entretenimiento contra un adulto con buena estrella al que resulta emocionante… matar.
Esta «Soga» (Rope) estrenada ahora en Madrid se ha elaborado sobre la película de Alfred Hitchcock de 1948, a su vez basada en la obra que estrenara con mucho éxito Patrick Hamilton en 1929 en Europa y Estados Unidos. En esta versión, el objeto del delirio criminal es un colega más rico que la pareja de universitarios; más rico y más listo, capaz de llevarse a la ex novia de uno de los dos.
Un asunto que también dio lugar a una novela (Meyer Levin), y una película con Orson Welles, en el papel del célebre abogado defensor que consiguió cambiar la decisión del jurado: en lugar de pena de muerte, cadena perpetua (Compulsión).
El tema sigue siendo muy interesante, aunque difícil de tratar en su plenitud. De hecho, la película de Hitchcock es una de las menos logradas de su filmografía, seguramente por la censura imperante en aquel momento.
En esta versión la época queda desvaída, y lo que se subraya es el cinismo como fuente de inspiración, la capacidad de dos jóvenes de mantener una relación sadomasoquista: uno planifica con humor el feroz crimen, y el otro acata sin acatar, pero lo comete y sufre desde el comienzo de la obra la angustia que al amigo le divierte. El cadáver está allí, en un arcón, sobre el cual pondrán mantel con la cena para que sus invitados participen de una fiesta, mientras se espera a un invitado de honor que no vendrá, que sólo ellos dos saben que no volverá jamás.
Factores intelectuales, el hombre y el superhombre, la estupidez ideológica de jóvenes pijos que saldrán de vacaciones a una casa de campo mientras sus amigos buscan desesperadamente al desaparecido… Todo esto tiene una carga de alta tensión dramática en la obra original, más allá del meollo del asunto, bastante previsible, aunque no seré yo quien quite misterio al espectador que no tenga datos de la historia.
Lo más logrado es el trabajo de Markos Marín, a cargo también del personaje más desarrollado: desde el comienzo vive un estado de desesperación a lo Dostoievski con su Crimen y castigo, que el actor sostiene con muchos matices hasta el final. Resulta especialmente lograda su composición tras sus últimas notables interpretaciones: en Agosto, de Tracy Letts, dirigido por Gerardo Vera, en el papel de un muchacho atrapado por una familia que le humilla, y en Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura, otra vez dirigido por Gerardo Vera: el tímido provinciano que enamora a una prostituta (maravillosa Lucía Quintana).
Aníbal Soto, Mariano Venancio, Julián Teurlais e Inge Martín se ocupan con profesional disciplina de personajes apenas esbozados, mientras sobre Kiko Gutiérrez recae un excesivo peso de cinismo constante, demasiado acompañado por My Way en la voz de Sinatra, y en la del propio actor, una idea desafortunada que altera el inquietante clímax de suspense.
Adaptación: Jesús Martínez
Dirección: Nina Reglero
Iluminación: Alberto Santamaría
Escenografía: Dionisio Alonso
Vestuario: Raquel Iglesias
Del 15 de julio al 29 de agosto 2015.