‘Y nunca volvió a suceder’, de Sam Alden. El esbozo de un instante
Sam Alden tiene 27 años y dibuja cómics como quien esboza sobre un papel su nostalgia mientras ve pasar la vida por la ventana. DeHavilland Ediciones acaba de publicar en nuestro país Y nunca volvió a suceder, un cómic que recoge dos historias cortas del autor, Hawaii 1997 y Anime.
Abrimos el libro y tenemos la impresión de estar ante un cuaderno de apuntes o una de esas libretas de bocetos. Es el estilo de Alden: sus viñetas están compuestas por dibujos a lápiz, sueltos y esbozados; bosquejados sin esfuerzo aparente, pero cargados de significado e intenciones. Detrás de la simplicidad de su propuesta, se esconde un artista con un ritmo secuencial admirable y mucha mano para el dibujo (sólo tenemos que visitar su Tumblr para constatar la gran variedad de registros plásticos que maneja). No hay que dejarse engañar por el minimalismo intencionado de Hawaii 1997 (o de Anime, en menor medida), el estilo de Sam Alden, la urgencia de su puesta en escena en estos dos relatos, es una opción estilística que se ajusta con eficacia al contenido y el espíritu de sus historias, igualmente sencillas y cotidianas, pero rebosantes de profundidad emocional.
En las dos narraciones cortas que se recogen en Y nunca volvió a suceder encontramos ese tipo de relato carveriano basado en la selección del instante significativo: un fragmento de vida (slice of life) como metáfora de una existencia, una personalidad o un camino decisivo. Autores consolidados como Adrian Tomine han explotado este tipo de narración con mucho éxito dentro del cómic; frente a aquel, Sam Alden se mueve en un territorio más intimista y poético, enraizado a vivencias de la adolescencia: no hay otro periodo vital en el que la tragedia o el exceso asomen con tanta nitidez detrás de cada decisión o descubrimiento. Por eso, la anécdota detrás de Hawaii 1997 es algo tan trivial como un cruce de miradas y un encuentro en la playa; y el argumento de Anime no es sino una historia de inadaptación, el relato de un sueño convertido en puerta de escape.
El de Alden es un cómic reposado e intimista, ideal para la lectura relajada y el disfrute del detalle; porque, en ocasiones, hasta un esbozo encierra misterios insospechados y segundas lecturas.