La tristeza del Samurái, de Víctor del Árbol
Por Marisa Arias
Editorial – Alrevés
Edición de bolsillo (9, 90 euros) Tapa blanda. O formato grande (20 euros)
Páginas: 413
Autor: Víctor del Árbol
Cuando se lee una novela tan redonda de un autor como es Víctor del Árbol , una se queda fascinada. De él ya había leído ‘Un millón de gotas’ y esta vez me gustaría felicitarlo una vez más por crear historias como ‘La tristeza del samurái’, Premio Mejor Novela Negra Europea (Prix du Polar, 2012) y traducida a más de una decena de idiomas, por si fuera poco.
Cada capítulo, cada personaje, cada vida de cada una de sus geniales subtramas pueden ser espejo de nuestras almas, las almas que tienen la suerte de anclarse a su narrativa. Si hay algo que me gusta de los personajes que moldea Víctor del Árbol, tras la suerte de haber leído dos de sus grandes obras, es su buen hacer para que resulten con carácter y personalidad. Ese resultado llena plenamente al que lo lee. Como un escultor que madura cada rasgo de las emociones de las figuras que esculpe observándolas con detalle y pasión, así tal cual veo a este autor con sus personajes. Les da tal forma a esas vidas y emociones que bien puedan ser las de uno como lector. Como un solitario faro que deja su estela de guía para seguir su luz, de igual forma todas sus novelas tienen tal fundamento y gran proyección. Al menos, esa es mi visión personal. Su lectura es sencillamente fascinante. Pero veamos esta en concreto de qué va:
Inicialmente en la primera mitad del siglo XX, en concreto en los años 40, la mujer de Guillermo Mola, Isabel, huye con su hijo pequeño en un tren, aunque no resultaría todo tan fácil como ella quisiera. La causa: una conspiración contra ella. Al poco, Marcelo Alcalá, profesor, será acusado del asesinato de ella. Los años pasan, pero el tiempo nunca borra las marcadas huellas del pasado, al contrario. Las conspiraciones, venganzas, odios o emociones que van surgiendo a lo largo de los años van implicando a ambas familias situándonos en 1980 con toda una intriga que hace que para el lector no pase inadvertido un solo detalle y aborde su lectura sin pausa. Los años van obligando a que la mano de la justicia ejecute o no.
Los siento, soy enemiga de destripar más trama que la justa. Lo dejo para que el lector se motive siguiendo la línea de la genial trama que merece la pena descubrir. Solo garantizo que engancha y se repite.
Otro aspecto que atrae la atención sin comenzar el libro es su portada. En este caso es de diez. Uno pierde la vista entre los ojos de esa bella dama y el humo de su cigarro. Yo diría que transporta al pasado como si uno estuviera allí, en ese preciso momento y espacio.
Os aseguro que la historia sorprende. Las piezas van encajando a lo largo de sus 413 páginas. La novela está perfectamente ejecutada en mi opinión con alguno de sus pilares ya anteriormente mencionados que le dan forma y fuerza. Es característico de este autor construir un mundo con varios submundos. Esta vez no es la excepción. Suelen ser muchos los personajes y todos con una función bien marcada. La política de la época va de la mano con la historia. Y su buena ambientación bien merece ser elogiada igualmente. En suma, de lo que se trata es de sobrevivir a costa de conseguir que nuestra ‘losa de sentimientos y emociones’ nos aplaste o no.
Todos los elementos están muy bien colocados. Esa es la sensación final. Una novela al más puro estilo noir. Intensa y que deja huella. Otra gran obra de la que es un placer hablar, como dice María Dueñas: ‘’Absorbente, inquietante y magnífica, que nos recuerda que el mal y el ayer nunca cierran del todo la puerta’’.
¡Te espero en ‘Respirar por la herida’, Víctor!