Holden Centeno: La chica de los planetas
No voy a decir que esta obra es una pequeña bazofia pero sí que es jodidamente pretenciosa. Dicho lo cual, tiene mérito que tenga éxito, porque no es fácil conectar con un público joven, superpijo que ni bebe ni folla y compra libros jodidamente empalagosos en la España de hoy. ¿Pero a este chaval no le han dicho que cuando utilizas tan mal los tacos al escribir se te puede quedar cara de Juan Manuel de Prada? Porque nadie en español castizo dice jodidamente gilipollas a menos que lo sea.
La chica de Los Planetas está dividida en tres partes completamente absurdas, puesto que las dos primeras, algo mejores, son una recopilación de entradas de su blog que podrían ir muy bien por su parte, ya que no tienen nada que ver con la del enamoramiento. Esto es un gran error, sobre todo, porque parece un conjunto de justificaciones sobre lo mucho que ha leído o la música que conoce (conoce a Dylan, enhorabuena) y otro montón de estupideces.
En cualquier caso, el problema no es que sea una novelilla romanticona para adolescentes a medio camino entre Blue Jeans y Federico Moccia, que eso es muy respetable, sino que va de algo que ni es ni puede ser: literatura. Y la culpa no es del autor, en el que he visto cierto potencial (no he dicho que haya visto el futuro de la narrativa española), sino que tiene una fluidez y capacidad de observación que con mucho trabajo y más reflexión puede llevarle a aportar algo de profundidad a sus textos que son tan superficiales que dan grima. Para eso tendrá que deshacerse de tópicos lamentables, adjetivos inútiles, adverbios acabados en -mente y estereotipos femeninos.
Lo que me sorprende es en qué se basa el editor, Pablo Álvarez, en el prólogo para decir que «[…] la cadencia de sus frases bebe de los autores de la que se ha llamado Generación Beat o Generación Perdida: Bukowski, Kerouac, Hemingway o Faulkner». Decir tacos a cholón no te convierte en Bukowski ni escribir frases cortas en Hemingway y mucho menos Faulkner, que se tiene que estar retorciendo de risa mientras agoniza de nuevo si lee frases como ésta: «Un desayuno andaluz que en realidad convertíamos siempre en un desayuno jodidamente universal después del que éramos capaces de acariciar nuestros latidos.»
En resumen, Holden Centeno escucha música española con letras indescifrables pero que suenan a Sabor de amor de Danza invisible, lee mucho y conoce El guardián entre el centeno, libro que siempre he odiado. Pero que alguien lea mucho no quiere decir que sepa escribir o que haya asimilado lo que lee. Lo que quiero decir es que no hay que sentir vergüenza por escribir este tipo de obras y tampoco publicarlas. Es normal que las editoriales quieran hacer dinero, pero justificar lo injustificable sólo porque lo lee mucha gente no. Esto no es un un fenómeno literario, es un subproducto de éxito de un subgénero literario que no se parece en nada a la literatura. Seamos serios.
Información del libro:
CENTENO, HOLDEN: La chica de los planetas (SUMA,2014)