Cuestionario literario: Miguel Ángel Delgado
“Eres brillante y no sólo porque escribes sobre Tesla”: así definía hace unos día una periodista a Miguel Ángel Delgado y, sinceramente, no se me ocurre mejor definición para este periodista, divulgador científico, escritor y, sobre todo, humanista, en el sentido más clásico e, incluso, renacentista del término. En efecto, Delgado es un hombre cuya cultura no se limita a un único ámbito, para él no hay límites infranqueables entre ciencias y letras, al contrario, las humanidades y las ciencias conforman no sólo su amplio bagaje cultural, sino su mirada del mundo. No es de extrañar, por tanto, que este humanista del siglo XXI sienta admiración por Nikolas Tesla, para quien el concepto de científico resulta extremadamente reductivo. La admiración de Miguel Ángel Delgado por el ingeniero y físico croata se ha traducido no sólo en la excepcional exposición que durante varios meses congregó a un amplio –por número pero también por el diverso espectro de los visitantes- público, sino en la novela Tesla y la conspiración de la luz (Destino) y en la edición y prologación de los textos, ensayos y correspondencia de Nikolas Tesla (Turner), textos todos ellos desconocidos en España. Si hoy el nombre de Tesla resulta familiar es gracias a Delgado, quien con obstinación personal y rigor intelectual, no sólo ha recuperado la figura de quien, sin duda, unos de los científicos de más relevancia del siglo XX –baste pensar que si hoy hablamos, algunos con más familiaridad que otros, de corriente continua es precisamente gracias a Tesla-, sino que ha reclamado una relectura de la obra de este físico croata, una relectura que pusiera en valor y considerada el dispositivo filosófico que sustenta la investigación científica de Tesla. Miguel Ángel Delgado definió en una ocasión a Tesla como un soñador, alguien que crea ficciones, imagina mundos alternativos, instrumentos aparentemente mágicos para hacerlos realidad. Si el escritor crea lo impensable a través de la palabra, Tesla creó lo inimaginable a través de la ciencia. Y aquí quien escribe piensa en Tesla y piensa en Borges, y piensa en Verne o en Stevenson; de la ciencia a las letras, de Tesla a la literatura. Este el salto que ha hecho Miguel Ángel Delgado, un salto que como buen humanista no implica abandonar ninguna rama del saber: literatura, ciencia y filosofía conviven en este periodista al quien, como a Tesla, le queda pequeña esta definición.
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?
Un momento de tranquilidad perfecta, en el que nada tema, en el que todo parezca encajar y nada sobre ni falte. Y eso puede ocurrir en cualquier instante.
¿Cuál es su gran miedo?
La muerte y el olvido.
¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?
El cumplimiento estricto de las normas, sin planteárselas nunca. Ése fue el camino que consumó el Holocausto con la complicidad necesaria de las gentes “de bien” que lo comenzaron a construir a partir de los detalles cotidianos.
¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)
(Quien diga que no miente, no hace falta decir que está mintiendo). Cuando las convenciones sociales te obligan a no poder mostrar lo que te desagrada tener que tratar con determinados sujetos que, desgraciadamente, abundan en el ecosistema humano.
¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?
Sin duda. Pero es que creo que es una precaución básica, e incluso algo imprescindible para la convivencia. Si todas las opiniones fueran expresadas en cuanto se conciben, sin reflexión ni ponerlas a prueba, sería un guirigay.
¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?
Siempre, porque en las redes aplico exactamente el mismo principio del punto anterior.
¿Qué es para usted la libertad?
La libertad máxima es poder dedicarte a lo que te gusta, o a aquello en lo que eres menos torpe, y que te da lo más parecido a una sensación de control sobre tu entorno. Cuando no hay sorpresas ni amenazas, eres libre.
¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?
Afortunadamente, y salvo escasísimas excepciones, un escritor difícilmente será nunca un personaje reconocido públicamente, así que a ese respecto no hay mayor problema.
¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?
Por supuesto, expresarlas. Pero el escritor que abuse de la oportunidad que supone el que vaya a ser más escuchado que las personas de a pie no le da licencia para soltar la primera sandez que se le pase por la cabeza. Una tontería es una tontería, lo diga Agamenón o su porquero.
¿Activismo público o compromiso privado?
Eso es algo que cada cual debe decidir. Ahora bien, el que opta por el activismo público debe atenerse a las consecuencias, tanto positivas como negativas. Aunque personalmente siento mucha más simpatía por los compromisos privados.
¿Informarse o ser informado?
Siempre intentar informarse, sin teledirección de nadie. Al menos, es lo que cabe intentar, a lo que hay que tender.
¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?
Es imprescindible, y en eso habla el periodista que hay en mí. Y todo porque creo que lo único que permite enfrentar la vida es tener una curiosidad sin límites; nadie que pueda aspirar a ser considerado siquiera medianamente inteligente puede carecer de curiosidad.
La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?
Conocimiento transversal, que lo tiñe todo casi como sin querer. En el momento en el que se etiqueta y uno pasa a “modo culto” cae en el postureo, más que en el esnobismo.
¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?
Todo lo es porque todo te da una herramienta, una clave para comprender el mundo que te rodea, no sólo en sus grandezas sino también en sus miserias. Con el paso del tiempo, cada vez tengo más claro que la cultura necesariamente te mejore; en todo caso, te enriquece y te da más perspectivas, pero para que las utilices es algo que decides tú.
¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?
De todos los tipos. Mi cultura es de aluvión, sin mucha guía académica, un tanto caótica pero, también por ello, capaz de crear resonancias entre los distintos ámbitos.
¿Un autor para releer?
Julio Verne
¿Un autor recién descubierto?
Juan Trejo.
¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?
Mad Max: Fury Road. Puro espectáculo; los ochenta volvieron durante dos horas, por una vez, sin olor a naftalina.
La creación, ¿un arte, una pasión o un oficio que se puede aprender?
Las tres cosas a la vez. Pero sin la segunda, las otras dos no existen.
¿Todos podemos escribir un libro?
Por supuesto.
¿Todos podemos publicar?
Tanto no diría, pero ahora está al alcance de mucha más gente. Otra cosa es que el libro llegue a tener lectores.
¿Todos podemos ser artistas?
Absolutamente no.
El éxito, ¿personal o profesional?
Puestos a pedir, en los dos ámbitos. Luego uno hace lo que puede con lo que le toca.
El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?
Si al menos manejamos los términos en los que se reconoce en nuestra sociedad el éxito, desde luego que sí. Uno puede alcanzar la perfección, o al menos aproximarse a ella, sin que nadie lo sepa, pero entonces habrá conseguido algo que no es éxito exactamente (lo que no digo que tenga por qué ser malo necesariamente).
¿Cuál considera que es su gran logro?
Poder (más o menos) vivir de lo que me gusta hacer, o de lo que al menos creo que se me da razonablemente bien.
¿Cuál es su lema?
La verdad es que soy muy malo para los eslóganes. Pero si tuviera que improvisar uno, sería “que un ‘no’ no te deje con la duda de si merecía la pena”.
Celebro que la sensatez haya rescatado a Tesla, un personaje genial que algunos conocen como unidad de medida y otros, sus admiradores, como uno de los genios más brillantes del siglo XX, víctima de la ambición desmedida del capitalismo.
Saludo y felicito al autor Miguel Ángel Delgado.