Cuestionario literario: Juan Jacinto Muñoz Rengel

 mecánicaAnte todo nos vemos obligados a disculparnos ante Juan Jacinto Muñoz Rengel, pues todo lo que aquí digamos resultará insuficiente ante su extensa obra narrativa, que va desde el relato a la novela y del género fantástico o, más apropiadamente, neo-fantástico a la novela negra más inclasificable y menos sometida, por su originalidad, a los preceptos genéricos. A pesar de las edades que los separan, junto Cristina Fernández Cubas, Juan Jacinto Muñoz Rengel puede definirse como unos de los autor de relatos más representativo de las actuales letras españolas: como Cubas, Muñoz Rengel hace del relato una mezcla de texturas narrativas que, si bien es cierto, se enmarca principalmente en el género de lo fantástico –no es de extrañar que tres de los mayores especialistas en dicho género como David Roas, Ricard García Garzón y Fernando Marías hayan contado con él en distintas antologías-, Muñoz Rengel juega con la tradición literaria convocando desde Cervantes a Verne, de las narraciones entorno a inventos y artilugios mecánicos en los que, evidentemente, no puede faltar Doktor Jekyll y Mister Hyde, a Kafka, autor que, como ya insinuaba el siempre provocador Borges, bien podría definirse como un autor de literatura fantástica. Con El Sueño del otro y El asesino hipocondríaco, Muñoz Rengel exploró, para rehuir brillantemente de todo conformismo, la novela negra y en El libro de los pequeños milagros se enfrentó al microrrelato. De toda su extensa obra, sin duda el género del relato es el género que ha encumbrado a Juan Jacinto Muñoz Rengel, de ahí que consideramos que dicha introducción no puede concluir sino recomendando De Mecánica y alquimia: una serie de relatos que, desde la Toledo de los musulmanes hasta un tiempo futuro con tintes apocalípticos, establecen un paralelismo entre la magia alquímica, la mecánica y la ciencia y la ficción. En el fondo –y así se observa en dos recientes novelas: Tesla y la conspiración de la luz de Miguel Ángel Delgado y Te regalaré el mundo de Marta Fernández– la ciencia, rozando o perdiéndose en los meandros de lo fantástico, es una ficción más o, mejor dicho, toda ficción es la ciencia de la inventiva.

 

¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?

La felicidad solo puede ser imperfecta.

¿Cuál es su gran miedo?

Morir sin magia.

¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?

La sinceridad.

¿En qué ocasiones recurre a la mentira?

Todos recurrimos a ella en cada momento. La única herramienta de la que dispone el hombre para construir su versión del mundo es la mentira. La ficción es el rasgo evolutivo que nos ha permitido la supervivencia, la adaptación, la comprensión de la realidad y la vida en sociedad. Pero si quieres ejemplos concretos de cuando miento: cuando pienso sobre mí mismo; cuando intento no hacer daño a los demás; en entrevistas como esta.

¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?

No, no por el temor al qué dirán. Aunque probablemente esto tampoco sea verdad.

¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?

Es difícil saberlo, supongo que hace más tiempo del que me gustaría. Pero es que hablar de plena libertad es poner el listón muy alto.

¿Qué es para usted la libertad?

Otro imposible. Estamos condicionados por nuestras limitaciones físicas, perceptivas, intelectuales, y por nuestro intento de convivencia con los otros. En este sentido, cuando somos más libres es cuando estamos solos. Pero no podríamos llegar donde llegamos sin el esfuerzo conjunto.

¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?

Digamos que el grado de libertad de alguien con proyección pública está unos escalones por debajo. Hay más ojos vigilando, más personas a las que no disgustar y más peso en los actos.

¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?

No soy muy amigo de estar lanzando una opinión política cada treinta segundos, me parece algo agotador, para uno mismo y para los demás. Pero sí creo hay que hacerlo de tanto en tanto, cuando la ocasión lo requiere. En los últimos años ha habido bastantes ocasiones.

¿Activismo público o compromiso privado?

Me gustaría alcanzar un equilibrio entre ambos. Un equilibrio 30%, 70%.

¿Informarse o ser informado?

Por suerte o por desgracia, las circunstancias actuales nos obligan a informarnos activamente si queremos tener una mínima idea de lo que ocurre.

¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?

Es la única fuente de la que disponemos para seguir construyendo nuestra idea del mundo. Por lo tanto, lo que acabará determinando cómo nos vemos a nosotros mismos, la percepción de nuestras vidas y nuestra forma de actuar en consecuencia.

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La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?

La sola posibilidad de que lleguemos a preguntarnos si la cultura es esnobismo es una señal de lo mal que hemos hecho las cosas.

¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?

En un sentido amplio, lo único que no es cultura es la herencia biológica, los genes y el instinto. En un sentido más específico, para mí no son cultura el fútbol, la prensa del corazón, los libros publicados por el famoso del día.

¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?

Debido a una incapacidad personal, no soy demasiado musical. Así que trato de suplir esa carencia apoyándome en todo lo demás, en la imagen y en lo narrativo especialmente.

¿Un autor para releer?

Siempre releo a Cervantes y a Kafka.

¿Un autor recién descubierto?

Mircea Cărtărescu.

¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?

Birdman. Inclasificable y deslumbrante.

La creación, ¿un arte, una pasión o un oficio que se puede aprender?

Se puede aprender una buena parte, todo lo que tiene de oficio. Cuando superamos el límite de la artesanía y hablamos de arte, entonces es cuando el autor tiene que demostrar su talento. Por supuesto, el genio no puede aprenderse.

¿Todos podemos escribir un libro?

Sí.

¿Todos podemos publicar?

Sí.

¿Todos podemos ser artistas?

Absolutamente no. Ni mucho menos.

El éxito, ¿personal o profesional?

Es una pregunta que supongo que todos nos hacemos constantemente. El verdadero sacrificio estaría en ser capaz, cuando llegue el momento, de renunciar al éxito personal para que el profesional pueda consumarse.

El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?

¿Hablamos del éxito profesional? El reconocimiento del lector, que haya lectores aquí y allá que, individualmente, en sus dormitorios y en sus rincones de lectura, comprendan lo que he querido hacer y puedan llegar a disfrutarlo.

¿Cuál considera que es su gran logro?

Encontrar la compañera perfecta. Y mantenerla a mi lado.

¿Cuál es su lema?

Me he venido sin lema a la entrevista. Improvisaré uno: hacer aquello en lo que crees, hasta sus últimas consecuencias.

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