Rodrigo García estrena en Madrid «Arrojad mis cenizas sobre Mickey»

Por Horacio Otheguy Riveira

Desde la ultratumba cultural universal, Rodrigo García saca rabia, ingenio y desnudos variopintos para elevar un grito contra la manipulación del sistema social. Un antiteatro que esta vez se explaya en la magnífica sala del Teatro Valle Inclán para recrear —por primera vez en Madrid— una especie de apocalipsis estrenado en Francia en 2007. Un espectáculo que perturba, emociona, cuestiona y en gran medida maravilla: mezcla de rictus amargo y fascinación plástica sobre una forma de vida que nos está devorando.

 

Convencido de que el teatro es otra cosa y ha de romper moldes en cada imagen como si fuera revolucionario, Rodrigo García inventa espacios y mensajes esgrimiendo todas las arrogancias típicas de determinadas vanguardias multipresentes en la historia del teatro.

Este es uno de los espectáculos en que más acierta con su extrema manera de dramatizar las situaciones límite que plantea el hipócrita sistema de valores seudodemocrático y castrador de las multinacionales que corrompen el aire que respiramos, la cultura que creemos sostener…

Los actores ponen de manifiesto en el escenario los rituales de la vida cotidiana, en una publicidad a la contra con un enfoque tan austero como desesperante en contra del mercado que sigue reclamando nuestra entrega esclavista.

Los cuerpos de los tres intérpretes han de conocer en profundidad, cada uno en su medida, el barro, la miel, el fuego y las palabras. Todo en un ritual que también podría moverse a la inversa: palabras, cuerpos deformados para no encantar como en un anuncio de perfumes, coches, barro, miel… Lo que se reconoce de aquí y ahora y lo mismo cambiado de forma, anulado con afán de dictar sentencia y conmover a los espectadores con un discurso que siempre se quiere definitivamente rompedor. No siempre lo consigue, pero en el camino lanza destellos de ingente imaginación, aunque el peor enemigo lo tiene en sus propios planteamientos, desarrollados como si nunca hubiéramos escuchado, visto o experimentado ninguna crítica esencial al capitalismo reinante.

Un acontecimiento plástico con menos fuerza ideológica de la que se pretende, que incomoda más por su lentitud o cantidad de espacio escénico sin norte, que por su mensaje, ciertamente elemental. Pero entre tantas contradictorias maneras de expresar actitudes y reflexiones obvias, en Arrojad mis cenizas sobre Mickey (título original antes de censura: Esparcid mis cenizas sobre Eurodisney), estalla cada tanto una creatividad poética que trasciende tanta epidermis pasada por barro y miel.

El lugar sin límites tiene como objetivo reflexionar abiertamente sobre la dramaturgia presente y entender la escena como un territorio sin límites y, por tanto, un lugar para perderse, cargado de potencias y deseoso de intensidad, experimentación, juego, poesía, desafío.

Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional

Arrojad mis cenizas sobre Mickey