La dichosa importancia de la belleza, de Amanda Filipacchi

Por Marta Marne. @Atram_sinprisa

ladichosaimportanciadelabellezaBarb comienza a ir a terapia. No por decisión propia ni porque necesite ayuda, o al menos eso es lo que cree. Entra en la consulta de la terapeuta, y el caso que afecta a Barb es un problema de autoestima. Automáticamente, la terapeuta lo achaca a su aspecto físico: con sobrepeso, dientes mal estructurados, cabellos grises a temprana edad y horribles gafas para compensar sus problemas de vista. Barb le asegura que no tiene ningún problema de peso ni de autoestima, que solo ha acudido a su consulta porque su madre le ha insistido en ello. Pero la terapeuta juzga demasiado rápido lo que ven sus ojos. Hasta el momento en que Barb, molesta, comienza a desnudarse no solo en cuanto a ropa sino en cuanto a defectos: tras esa poco agraciada apariencia se esconde una mujer bellísima que vive bajo un horrible disfraz.

 

Hace un par de años tomó la determinación de que su arrebatadora belleza no causaría más  males: su mejor amigo, loco de amor por ella, se quitó la vida tirándose por la ventana. Desde ese momento comenzó a construir la coraza que la acompaña a todas partes, para que todos los que la miren solamente puedan juzgarla por su interior.

 

Barb tiene unos amigos muy especiales, un grupo de personas con unas dotes excepcionales para la escritura, para la música, para el diseño. Despiertan celos y envidias en la sociedad neoyorkina y todos quieren entrar en su extraño círculo. Así, encontraremos a Georgia que es una reputada novelista, que al comienzo de la historia pierde su última novela en el interior de un taxi. A Lily, una pianista con una fealdad inoperable que está loca por Strad y trata a toda costa de enamorarle. A Penelope, que tiene la virtud de explotar un secuestro que sufrió de niña para ser una consentida y una mantenida. Cierra el círculo Jack, un policía cojo que a la vez trabaja en un geriátrico.

 

El argumento a primera vista simplemente parece un tanto disparatado, pero dentro de las convenciones de la realidad. Sin embargo, la trama no puede estar más lejos de esas convenciones. Pianistas que consiguen embellecer objetos con su música, haciendo que todo el mundo quiera adquirirlos. Complots de asesinato que tratan de ser detenidos por los supuestos culpables. Personas que se rompen en mil pedazos, literalmente. Todo en esta novela tiene un doble sentido, y todo a propósito de demostrar el daño que está haciendo en nuestra sociedad el que se juzgue a las personas por su apariencia.

 

Y es que, ¿somos lo que somos o somos el reflejo de lo que los demás ven en nosotros? Dicen que la belleza está en los ojos del que mira, en la percepción de quien observa esa belleza, y esa percepción puede estar contaminada por los convencionalismos sociales que deciden qué es bello y qué no.

 

El trasfondo de la novela, la idea de partida, el planteamiento filosófico que conlleva, es magnífico. Sin embargo la forma no ha terminado de convencerme. La novela está narrada en presente y en primera persona por la propia Barb que nos narra todo lo que sucede en el grupo de estos peculiares personajes. En principio esto parece una buena elección, pero por algún motivo ello conlleva que la narrativa sea muy plana y excesivamente sencilla. Quizá sea una intención premeditada de la autora, pero la sensación que transmite al avanzar en la lectura es que la prosa de la novela es pobre. Quizá no he sabido captar bien el sentido del humor de la novela, quizá los elementos fantásticos me han resultado poco verosímiles, quizá el absurdo que colma las páginas de la novela no es para todos los públicos.

 

Lo que está claro es que no se trata de una novela común que te deje indiferente. De un modo o de otro, es una novela que puede llegar a causarte fascinación o rechazo a partes iguales, lo cual no deja de ser inquietante.

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