Música

¡We are the Heroes…of Eurovision!

Por: Daniel Arrébola

IKEA, Ibrahimovic, ABBA y, por supuesto, Eurovisión que tiene mucho -o todo- que ver con esto último, podrían ser perfectamente las cuatro cosas más inminentes que se nos vengan a la cabeza cuando alguien nos pregunte por Suecia. Centrándonos en el cuarto y último ítem, ayer Suecia cosechaba su sexta victoria histórica en el Festival que es la fiesta por antonomasia del show musical en Europa, engrandando así su vínculo como país triunfador en este certamen y, acercándose a las siete victorias de Irlanda, el país aficionado a las baladas que hasta ahora sigue siendo -ya veremos si por poco tiempo- los Reyes del Festival.

FUENTE: newnownext.com
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Las apuestas no suelen equivocarse -que por algo cargan con mucho dinero en juego- y como ya vaticinaban desde la pre-selección del prestigioso Melodifestivalen, Suecia cumplió con sus pronosticos como gran favorita. Eso sí, hubo emoción hasta bien entrada la ronda de votaciones, donde todo eurofan y no eurofan se enganchan a la pantalla con la esperanza de a ver si Grecia nos vota por aquello de la Reina Sofía y ver si Noruega sigue acordándose de las calabzas a Eva Sannum. Rusia e Italia dieron su guerra a Suecia, que tan sólo pudo despegarse definitivamente de ambas cuando ya quedaban pocos países por emitir su veredicto.

FUENTE: bild.de
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Y el veredicto, que no es otra cosa que un combinado de jurado profesional y televoto del público, decidió aúpar con 365 puntos a la candidatura del joven Mans Zelmerlow, que llevó a Viena sus tejanos informales convencido de la fortaleza de una melodía rítmica, original, rompedora y heroica como sus propios protagonistas que interactuaban con el cantante en una demostración de saber anticiparse a los tiempos y de entender a las mil maravillas de que va este juego televisivo. Con casi toda seguridad, Heroes sonará con fuerza y con méritos en la inmensa mayoría de discotecas de nuestro país, al portar el tema esa cláusula inconsciente de un puente in crescendo y un estribillo igual de apaciblemente pegajoso que un traje de neopreno.

Probablemente la capital sueca, Estocolmo, acoja la próxima edición del Festival (sería extraño que Malmoe repitiera apenas dos años después y que Goteborg volviera a pasar por delante de la gran urbe) que será la LXI edición y que se presume, como ya ha dejado entrever Jon Ola Sand, el supervisor ejecutivo de toda esta fiesta eurovisiva. Hasta entonces, todo un año de espera que se hará impaciente para los eurofans más férreos y seguramente banal y bastante efímero para todos aquellos que, pese a la aparente indiferencia, acomodan su hueco en casa una plácida noche primaveral para disfrutar de un siempre entretenido espectáculo y, oye por qué no, para aprender y refrescar un poco de geografía de nuestro moderno y viejo continente.

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