Cocaína, de Massimo Carlotto, Gianrico Carofiglio y Giancarlo De Cataldo

Por Marta Marne de Leer sin prisa. @Atram_sinprisa

Cocaína es un compendio de tres relatos acerca de la reina de la drogas, que atrae desde el obrero más humilde al empresario más adinerado. La idea original surgió de Giancarlo De Cataldo, coordinador del proyecto, y los tres autores han logrado crear tres historias independientes pero con un eje que les une: el mundo de la cocaína.

 

La cocaína es una de las drogas que mejor se ha sabido adaptar a las circunstancias y a los tiempos, siendo consumida para que una noche sea lo más larga posible o para poder rendir en el trabajo. Es uno de los estupefacientes más democráticos que hay: es consumida por todo tipo de rangos sociales, y por supuesto resultando igual de destructiva para todos ellos. En estas historias se tratan todo este abanico de posibilidades y alguno más, sobre todo en cuanto a negocio se refiere.

 

La pista de Campagna, el relato de Massimo Carlotto, aborda la historia de un policía de Padua de más que dudosa integridad. Desde su trabajo se le reclama que limpie su nombre, y para ello debe delatar a un amigo al que lleva encubriendo desde hace tiempo. Como bien nos muestra Carlotto, hay cosas más importantes que la amistad, especialmente cuando esa amistad resulta tan tóxica y se pone en juego tu pellejo, tu futuro y tu pensión.

 

La velocidad del ángel, de Gianrico Carofiglio, es el menos oscuro y más accesible de los tres relatos. Aunque la cocaína resulta ser la pieza que dictamina la vida de la protagonista de la historia, a pesar de ello es un elemento casi anecdótico en la narración. Tienen mucho más peso una historia de amor, la curiosidad de un escritor por una mujer que acude cada día a la misma cafetería que él, la influencia de las decisiones incorrectas que tomamos en nuestras vidas. Ese halo romántico que sobrevuela en la narración pone la guinda del pastel a una historia colmada de coincidencias.

 

Por último, El baile del polvo de Giancarlo De Cataldo, es el que más se adentra en todos los aspectos que rodean al mundo del narcotráfico. Dividido en pequeños capítulos, viviremos un ascenso del entramado social de este imperio: desde el recolector que debe mascar hoja de coca para soportar las interminables jornadas de trabajo, pasando por la ambición que toca a cada uno de los estratos de este mundo, y terminando por aquel que se enriquece a partir de los trabajadores que se juegan el pellejo para que unos pocos sean los grandes beneficiarios.

 

A pesar de sus diferencias, creo que la unión de los tres relatos es perfecta. Aborda desde diferentes puntos de vista todos y cada uno de los componentes que pueden ser trastocados cuando nos acercamos a uno de los estupefacientes más populares que existen. La manipulación por parte de un policía corrupto de una acusación falsa por tráfico para obtener información; la adicción de una policía que entra en ese círculo por amor; la ambición de un recolector peruano que descubre lo fácil que resulta acabar con la vida de un hombre; la volatilidad de un dinero obtenido de forma ilegal, que con la misma facilidad que llega se va; las normas que no se deben romper, como no dejarte enganchar por la droga cuando eres tú quien la vende.

 

A pesar de esa conexión tan buena que hay entre los relatos, les veo un pequeño defecto: esperaba algo un poco más oscuro. El mundo del narcotráfico no es precisamente un jardín de infancia, los tipos involucrados en este negocio mueven una cantidad ingente de dinero, lo que provoca pocas contemplaciones a la hora de eliminar a las piezas que no casan en el rompecabezas. Creo que desde ese punto de vista se podría haber exprimido mucho más el tema y lograr un punto de vista más duro y por lo tanto más impactante.

 

A pesar de ello, los autores consiguen plasmar un buen retrato de este mundo y de todos sus estratos. Tres puntos de vista diferentes para acercar al lector a un submundo con el que, como bien nos muestran, es mejor mantener las distancias.