Y tú, ¿Por qué escribes?
Esta es una de las preguntas con las que nos encontramos aquellos que dedicamos parte de nuestro tiempo a este arte de la escritura. Seas novel o consagrado, en cualquier entrevista, antes o después, surge.
Algunos escritores se ponen trascendentes y le dan un carácter metafísico o espiritual a la necesidad de rellenar folios en blanco, reales o virtuales. Otros, en cambio, se quedan en una razón mucho más pragmática y más relacionada con el gusto por contar cosas. Luego estamos, porque yo me incluyo, aquellos que participamos de las dos posiciones.
No cabe duda de que hay una necesidad por escribir que trasciende el mero hecho físico. Se ha comentado siempre el carácter terapéutico de la escritura para curar males del alma. Al fin y al cabo, ya sea en prosa o en verso, en un poema o en una historia, el escritor juega con las emociones y son ellas las protagonistas. Emociones que surgen de vivencias propias o ajenas, pero sustentadas en algo que no es físico ni psíquico.
Por otra parte, el placer que supone para quien gusta de la lectura, en cualquier género o estilo, ser capaz de construir un poema o una historia es muy grande. Creo que todos aquellos que conocen el proceso creador estarán de acuerdo conmigo.
Decía Virginia Woolf, no cito textual, que una mujer para escribir solo necesitaba dinero y una habitación. Imagino que lo del dinero iría más por el tema de la independencia económica, todavía complicada en el caso de las mujeres en la primera mitad del siglo XX; lo de la habitación por la independencia física que supone la creación. Siempre he pensado que las dos razones se resumen en una: escribir por sentirnos libres. Para mi ese sería el motivo fundamental. Nunca me siento más libre que cuando escribo, porque la escritura me libera como no lo hace ninguna otra cosa.
Hace unos días ponía una reflexión en Facebook acerca de lo que me asombra, y no es postureo, el que me llamen escritora. Yo sólo me considero una mujer a la que la vida se le queda estrecha, y por tanto necesito ampliarla y lo hago a través de mis novelas, de mis poemas o de este artículo.
Cuento cosas a los demás porque necesito contármelas a mi misma para saber que hay algo más allá de la rutina diaria, de la situación política, de las crisis económicas o de los problemas que nos acucian a los seres humanos corrientes.
Cuando escribo abro la puerta a mundos desconocidos, construyo personajes que pueden llorar, reír o morir a través de mis dedos. Soy capaz de maginar grandes epopeyas, o maravillosos romances.
En resumen, escribo porque cuando lo hago soy feliz.
Y tú… ¿Por qué escribes?