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Duelo a muerte por el honor de Marcel Proust

Duelo a muerte por el honor de Marcel Proust
Duelo a muerte por el honor de Marcel Proust

Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)

Que Marcel Proust era homosexual es algo que solo se pudo confirmar cuando, después de su muerte, salió a la luz la correspondencia que mantuvo con André Gide. Las convicciones religiosas del escritor y la presión familiar y social de su entorno le obligaron a vivir su sexualidad de un modo secreto, aunque muchos han llegado a considerar a En busca del tiempo perdido como una declaración velada de esa homosexualidad por la importancia que tiene en la novela el tema, que es casi una obsesión para el narrador.

Proust (sentado) con Lucien Daudet (derecha)
Proust (sentado) con Lucien Daudet (derecha)

Tan preocupado estaba Proust por defender su intimidad que el simple hecho de que alguien insinuara que era homosexual lo consideraba un deshonor e incluso no dudó en batirse en duelo con alguien que cometió la osadía de afirmarlo. Según escribió en su diario Reynaldo Hahn, amigo de Proust, este era inflexible ante los ataques hacia su persona o hacia sus amistades. El autor de la ofensa en cuestión era el escritor y crítico literario Jean Lorrain, que en un artículo donde vapuleaba Los placeres y los días acusó a Proust de mantener un idilio con Lucien Daudet, hijo del también escritor Alphonse Daudet. Lorrain decía que si Alphonse había prologado el libro de Proust era porque no podía negarle nada a su hijo.

Lorrain, por cierto, sí era homosexual declarado, y no dudaba en hacer ostentación de ello en una mezcla de mal gusto y decadentismo trasnochado, además de tener una lengua viperina. Así lo describió León Daudet, hermano de Lucien: «Lorrain tenía una cara gorda y larga, cabellos divididos por una raya perfumados de pachuli; los ojos saltones, estúpidos y ávidos; labios gruesos babosos, que escupían y goteaban durante su discurso. Su torso era convexo como el esternón de los buitres. Se alimentaba con avidez de todas las calumnias e inmundicias».

Caricatura de Jean Lorrain
Caricatura de Jean Lorrain

Así que Proust no dudó en buscar a Lorrain y exigirle una satisfacción mediante un duelo. No era este el primer duelo de Lorrain, que en una ocasión estuvo a punto de batirse con Guy de Maupassant. Todo quedó acordado para la madrugada del 6 de febrero ‒de 1897‒ en el sitio tradicional de los duelos en París, el bosque de Meudon, y se llevaría a cabo con pistolas, a una distancia de veinticinco pasos, porque ninguno de los dos sabía manejar espadas. Proust dejó escrito que su única preocupación días antes del duelo es que este no tuviera lugar antes del mediodía, para no tener que madrugar.

La noche estaba fría y lluviosa. Ambos escritores llegaron con sus correspondientes padrinos, el pintor Jean Beraud y maestro de esgrima Gustave de Borda, se colocaron en posición, frente a frente, y sacaron sus armas. El primero en disparar fue Proust, pero la bala no acertó en el blanco sino junto a los pies de Lorrain. A continuación Lorrain apuntó, disparó y también falló. Tras este intercambio fallido de balas los escritores acordaron que el honor de cada uno de ellos había sido restaurado y se dio por finalizado el duelo. Eso sí, aunque se puso punto y final al agravio el odio entre ambos continuaría muy vivo.

Cabe, llegados a este punto, hacer una reflexión sobre la fragilidad de la literatura. Como Dostoievski, que estuvo a punto de ser fusilado antes de escribir sus grandes obras y se salvó en el último momento, el Proust escribiera En busca del tiempo perdido hay que agradecérselo en parte a la mala puntería de Jean Lorrain.

5 thoughts on “Duelo a muerte por el honor de Marcel Proust

  • Si leemos sodoma y gomorra y la descripcion del personaje de Charlus no queda duda de la homosexualidad de Prous.
    Gide es cristiano y homosexual y nunca pudo compatibilizar ambas.

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  • Saliendome bastante del tema. ¿Legalizar los duelos?. No lo se. Desde el punto de vista de la libertad, si. Si quieren batirse libremente, por el motivo que sea (por algún tipo de disputa, por la adrenalina, por la aventura, por estar aburrido y/o cansado de la vida y querer ponerla en juego (desechando el suicidio por lo que fuese)…) no veo el motivo para prohibirlo. Por supuesto que bien organizado y reglado y quedando clara la plena elección voluntaria de los duelistas, fuesen estos cuantos fuesen.

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  • ¿Habría público?. Sólo si lo permitiesen los duelistas, y hubiese quien quisiese ir, claro.

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  • Por supuesto, podría batirse cualquiera, no estaría restringido para nadie, independientemente de su clase social, etc.

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  • Los duelos serían de uno contra uno, incluso de uno contra uno sucesivos, o con cualquier número de participantes a la vez que ellos quieran. Serían a rendición, a primera sangre, a muerte…como quisiesen. Un saludo y perdón por la digresión.

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