José Mª García López a propósito de “Pasolini o La noche de las luciérnagas”, su último libro
«Le persiguen y arrastran a la zona anterior, pero en sus miembros quebrantados ha disminuido la energía y se ha debilitado la capacidad de luchar. El hombre, en cuyo torso se vislumbra una camiseta de tirantes, aguanta y acomete aún a sus maltratadores. Uno de ellos, que ha salido del campo de visión y ha reaparecido propina al derrotado una patada en los testículos, descarga una barra o un palo moldeado contra las costillas del inclinado a tierra, que soporta otros impactos en la espalda, en la cara y en los brazos o hasta en las muñecas».
José Mª García López recurre a Pasolini para construir una inquietante novela sobre su vida y los demonios que le acuciaron: su obra literaria, las películas, sus relaciones con artistas e intelectuales de la época y su firme posición política. García López nació en 1945 y se licenció en Filología Hispánica. Es autor, entre otros trabajos, de las novelas La ronda del pecado mortal (1992), El baile de los mamelucos (2002, traducida al portugués), Infame turba (2006), El pájaro negro (2008), En la ciudad subterránea (2012) y El corazón de la piedra (2014).
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Pasolini o La noche de las luciérnagas. José Mª García López. Nocturna Ediciones, 2015. 414 páginas. 17,50 €
Una madrugada de noviembre hace ahora cuarenta años, Pier Paolo Pasolini fue brutalmente asesinado en la playa de Ostia. La opinión pública de media Europa quedó conmocionada y el acontecimiento derivó en la condena de un joven, aunque las pruebas forenses apuntaban a más de un culpable. Una pareja, ella criminóloga y él profesor, emprende una investigación que, en gran medida, tendrá sus fundamentos en Petróleo, la novela inconclusa de Pasolini sobre tramas mafiosas y la turbia muerte de Enrico Mattei, el padre de la industria petrolera.
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P.- ¿Qué le atrajo de Pasolini para convertirlo en personaje principal de su novela?
El valor intelectual y el riesgo sin concesiones en su vida. El destino trágico y la delicada personalidad.
P.- Aprovecha para hacer un recorrido sobre su vida, muerte y obra. ¿Qué destacaría de su faceta narrativa? ¿Y de su trabajo cinematográfico?
Como narrador destacaría Petróleo, una novela precisamente polifacética, obsesiva, política e innovadora. Desde luego, inconclusa. No sabemos cómo la hubiera resuelto al final ni qué le faltaba por escribir. En cuanto a su obra cinematográfica, yo prefiero Accattone, El evangelio según Mateo, Teorema, Pajaritos y pajarracos y Saló o los 120 días de Sodoma. Todas son películas muy originales, nada pretenciosas, desnudas y revolucionarias.
P.- A Pasolini, sus firmes ideales políticos le acarrearon muchos detractores y enemigos… ¿Quiénes y sobre todo, por qué?
Sus peores enemigos fueron los fascistas del Movimiento Social Italiano (MSI) y la mayoría de los líderes de la Democracia Cristiana. Por otra parte, es obvio que también tuvo enemigos entre sus colegas del mundo del cine y entre muchos industriales y hombres de negocios de la Italia de la época. También tuvo detractores envidiosos en el Partido Comunista Italiano, de donde fue expulsado al poco tiempo de haber empezado a militar. Pasolini continuó declarándose comunista, a pesar de todo. A pesar incluso de que fueron comunistas garibaldinos, titistas, quienes asesinaron a su hermano Guido.
P.- Oculta tras su muerte… ¿una mano mafiosa, una trama política… o un simple chapero pasado de rosca? ¿Llegaron a buscarse evidencias reales?
Sí, claro que se buscaron evidencias, y continúan buscándose. Hoy, la criminología científica podría resolver el caso, y tiene muchas referencias para hacerlo, pero hace falta una voluntad estatal clara que propicie la investigación. Un simple chapero pasado de rosca, no. Según evidenció la autopsia y luego confirmó el juez que condenó a Pino Pelosi, en el crimen de Pasolini intervinieron “desconocidos”, así, en plural. Las heridas y terribles fracturas que tenía el cuerpo no pudieron ser causadas por una sola persona, menos por Pino Pelosi, un chico de 17 años frente a un hombre físicamente fuerte y valeroso. Pelosi ha hablado además de otros ejecutores de la masacre. Y los habitantes del Hidropuerto de Ostia, donde Pasolini cayó en la trampa mortal, también han hablado de varios participantes activos. Entre otros, está además el testimonio de Silvio Parrello sobre un coche parecido al de Pasolini, pero no el suyo, que sería el que habría pasado por encima del escritor, haciendo que su corazón “estallara”, como dijo el forense. Parrello ha mencionado muchas veces el nombre del dueño de ese coche, que apareció manchado de fango y sangre en un taller de reparaciones poco después del asesinado del poeta. Y posiblemente también intervinieron en la encerrona mafiosos sicilianos. Todo eso está contado en la novela, con las suficientes reservas respecto a un caso pendiente de reabrir, con varias solicitudes competentes para ello, pero desde 2010 hasta hoy en silencio administrativo.
P.- Pasolini no temía a la muerte, pero tampoco tenía miedo al escándalo ni al enfrentamiento o la denuncia descarnada.
No sé si no tenía miedo, supongo que sí lo tendría, por muy excepcional que fuera como ser humano, que lo era. El hecho es que siempre se comportó por encima de ese supuesto miedo. No era un inconsciente, y se sabía en peligro.
P.- ¿Quién lloró más su muerte en el círculo artístico de pensadores, literatos y personajes del mundo del cine que le rodeaba?
Bueno, el primero que lloró fue Ninetto Davoli, que tuvo que reconocer el cadáver en la mañana del 2 de noviembre de 1975. Sus actores Sergio y Franco Citti, Eduardo de Filippo… Alberto Moravia, su gran amigo, que hizo un discurso fúnebre justiciero y estremecedor. Naturalmente sintieron profundamente la muerte de Pasolini sus amigos Laura Betti, Bernardo Bertollucci, Marco Bellocchio, Silvana Mangano, Fellini, Antonioni, Bolognini, Italo Calvino, Leonardo Sciascia… no puedo enumerarlos, serían demasiados y de muchos no habré tenido noticia.
P.- ¿Es cierto que todo el mundo parecía saber quién había matado a Pasolini? ¿A quién terminó beneficiando más su desaparición?
Cuando se dice que “todo el mundo” sabía quién, o quiénes, habían matado a Pasolini, se exagera. Hay que entender que en el Hidropuerto de Ostia muchos asistieron desde el interior de sus barracas, sin atreverse a salir, a la muerte de Pasolini. Y que, por otro lado, una serie de políticos, empresarios y mafiosos, por supuesto, también conocían los verdaderos detalles del homicidio. ¿A quién benefició su desaparición? Creo que “beneficiar”, a nadie, a no ser que se llame beneficio al aprovechamiento morboso y a la imitación de algunos desaprensivos. Habría que hablar de beneficios abyectos, lo cual es un oxímoron, aunque tal vez no tan raro.
P.- Le atraía el placer. Le gustaban los hombres (muy jóvenes) y no dudaba en buscar los servicios pagados de otros. ¿Nunca temió por su condición de homosexual?
No lo sé muy bien. Temor por la “condición” de homosexual, no creo que lo sintiera, ni que en general pueda sentirse. En Pasolini sí hay un sentido de culpa unido a la homosexualidad. Eso se explica en la novela, hasta donde es posible. Pero desde luego sí temía a sus paisanos contemporáneos en relación con la homosexualidad.
P.- La trama de investigación que afronta en su novela, ¿acabará, como en la realidad, en un callejón sin salida?
No es un callejón, tiene salida. Hace falta que los que pueden permitan encontrarla a quienes la buscan.
P.- Aunque hombre de ideas claras y firmes (sobre todo a nivel político, como comunista), supongo que también ocultaría profundas contradicciones.
Si las ocultaba, para mí lo hizo bien, porque yo no veo esas contradicciones. Él dijo alguna vez sentirse contradictorio, pero yo creo que conseguía fundir ideas y comportamientos que podrían parecer opuestos. No sé, quizá es un poco difícil, por ejemplo, aceptar que alguien defienda el friulano contra el italiano unificado y diga a la vez que el italiano se le queda corto universalmente como vehículo de expresión. En cuanto a arrastrar un cierto complejo freudiano de culpa infantil y actuar de modo tan libre y casi temerario… tampoco, no lo veo como contradicción.
P.- A la hora de escribir este libro, ¿qué le ha resultado más difícil? ¿Quizás buscar una línea argumental que se aferre a la realidad?
Creo que lo más difícil ha sido, no dejarme llevar por un cierto estilo pasoliniano de tratamiento cinematográfico (que se ha impuesto solo), sino dejar libre un resorte misterioso dentro de la vida y el arte explicables del personaje protagonista. No sé si lo he conseguido, sinceramente.
P.- ¿Tiene ya algún nuevo proyecto narrativo entre manos?
Siempre se tienen, a corto o a largo plazo. He terminado un libro de ensayos y otro de relatos después de escribir la novela de Pasolini. Y tengo otra en perspectiva, pero aún muy poco de ella, casi únicamente los personajes más importantes y una idea imprecisa.
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Por Benito Garrido (@benitogarridog).
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