«Cabaret Chihuahua»: la muerte como un divertido agasajo a la vida
Por Horacio Otheguy Riveira
Un musical crítico, irónico, vasco-mexicano y un poco zombi, para tiempos de crisis. Un exorcismo desde el más allá para ahuyentar los malos rollos del más acá.
Una compañía de nueve actores-cantantes se inventa un cabaret vasco-mexicano: una función bien original en la que dos culturas aparentemente opuestas confraternizan a través de la imaginación del aquí y ahora ligado al inevitable final, el de la muerte, que en la cultura mexicana tiene un reino preferente de azúcar y miel, aderezado de revolución con su bastante lujuria.
Un muchacho de Durango, Euskadi, sale a la carretera conduciendo su bólido de acero cargado de calimocho. Horror, espanto, dónde estoy, qué es esto, y es que en el otro barrio le recibe un grupo de mujeres con travestis, tantito cadavéricas que meten miedo hasta que dan risa y resultan fascinantes compañeras de viaje con sus compañeros hombretones y sus mariquitas y sus «bisexuales y bisexualas».
Entre canciones y brotes de gags se agita rico el cocktail de un insólito cabaret que termina creando adicción en el público, al rato tan cómodo entre muertos ilustres como Frida Kahlo, Marilyn Monroe, Amy Winehouse, Cantinflas… combinados con muertos corrientuchos que asumen la personalidad de los que todavía no estiraron la pata como Montserrat Caballé y Liza Minnelli.
Y ya que se ríen de todo y con todo juegan, no puede faltar el toque majestuoso de reírse del nacionalismo vasco con su mejor representante, don Sabino Arana, fundador del PNV, que ahí no más y como quien no quiere la cosa, se marca algunos compases y nos deja boquiabiertos entonando una canción de raíces autóctonas en las que la muerte deja de ser la juerga mexicana para convertirse en un canto melancólico de los que dejan huella.
Los personajes reales muertos y vivos se llevan a cabo sin vano intento de imitación: en genuinas interpretaciones, recordando más que nada su estilo, sus fuertes personalidades permitiéndoles que se rían de sí mismos. El resultado es una amalgama de aciertos en los que el incómodo muchacho de Durango, Euskadi, deja de lloriquear su muerte y se entrega de pleno a asumir a Freddie Mercury, a solas y marcándose el ya histórico dúo con Montserrat Caballé («llámame Montse»)… aquel ¡Barcelonaaaaaaa!
Y como broche, todos juntos deslumbran cantando una versión muy Cabaret Chihuahua del Soy Minero que tanta popularidad otorgara al gran Antonio Molina:
Soy minero
y templé mi corazón
con pico y barrena
Soy minero
y con caña vino y ron
me quito las penas
soy barrenero
porque a mí nadie me espanta
y quiero solo el sonido
de una taranta
Ahora bien, imagínense esta letra en otro plan, empezando por el título: Soy banquero…
Y es que del brillante texto y el juego rítmico de los diálogos, monólogos y canciones no se escapa la mentada crisis hija de la chingada. Un fin de fiesta que pone en pie al público y le hace bailar con la alegría de continuar vivos… hasta nuevo aviso.
Cabaret Chihuahua
Texto y dirección: Felipe Loza
Dirección musical y piano: Iñaki Maruri
Coreografía: Ylenia Baglietto
Diseño iluminación: Iñaki García (Tarima)
Diseño escenografía: José Ibarrola
Atrezzo y Decoración: MVG Creativa
Vestuario: Enriqueta Vega, Fernando Arzuaga
Espacio sonoro: Felipe Loza
Producción: Pabellón Nº 6 – Teatro Mutante –
Lugar: Nuevo Teatro Alcalá. Madrid
Fechas: Hasta el 2 de mayo 2015