«La palabra contraria» de Erri de Luca

La palabra. Un arma o una simple caricia. En cualquiera de los dos casos, la palabra es una especie de munición que, lanzada con diferentes motivaciones, puede abrir un agujero tan grande como infinito en las mentes de quien las escucha. Por ello, cuando la palabra intenta ser silenciada, tiende a querer salir por cualquier rincón, por una pequeña grieta, abriendo en canal toda esa libertad que ha pretendido ser cercenada. ¿Por qué, en pleno siglo XXI, sufrimos el acto de la censura como hacía tiempo que no veíamos? ¿Por qué, cuando el silencio sólo trae consecuencias negativas, parecer ser el motivo principal de aquellos que pretenden gobernar con acierto?

La justicia es ciega, debe serlo, para que no haya de por medio intereses que invaliden su veredicto. «La palabra contraria» es un alegato para defender el acto de hablar, el acto de escribir, los actos que, tras las palabras, tras los discursos, crean conexiones en todos aquellos han visto su vida cambiadas por ellos. Pero esta obra de Erri de Luca también es una denuncia, un grito al mundo sobre su situación personal, denunciado por haber proferido unas palabras en contra de la construcción del tren de alta tensión en el valle del Susa. Hablar, como acto delictivo. Hablar, como un oscuro intento de tergiversar los mensajes. Hablar, convertido en un arma arromadiza contra la libertad de expresión, pero también una respuesta de defensa, de escudo, de amor por la literatura y sus aprendizajes, y una forma clara y concisa de dar a conocer al mundo que por hablar, por el simple hecho de emitir sonidos, de no callar, de hacer valer nuestras opiniones, alguien puede verse apuntado a la cabeza por todo el peso de una ley, de un gobierno, que pone por encima los intereses económicos, antes que los intereses de sus ciudadanos.

Los últimos meses asistimos estupefactos ante lo que han hecho con nosotros. Y lo observamos, pero no hablamos. Quizá por miedo, quizá por resignación, pero el caso es que no lo hacemos, callamos y permanecemos en silencio, miramos para otro lado y seguimos con nuestras vidas, como si lo de fuera, lo de más allá, poca importancia tuviera. Erri de Luca coge la palabra, la posa con fuerza sobre el papel, y nos traslada un mensaje, un acto de valentía, una experiencia para que todos entendamos, en este «La palabra contraria» que, en ocasiones, no valemos más por lo que callamos que por lo que decimos. Porque como bien dice el autor, «si mi opinión es delito, no voy a dejar de cometerlo». Ochenta y siete páginas que hablan de actuar, pero también de cómo, al abrigo de la literatura, crecemos para convertirnos en seres que piensan, que a través de todas las novelas, de todas las vidas que vivimos, de todas las experiencias que se encuadran en el marco de una hoja de papel, forjamos lo que hoy somos, por lo que hoy luchamos, por lo que siempre, absolutamente siempre, seguiremos reflexionando.

No hablamos, pero, ¿no creéis que ha llegado el momento de hacerlo?