María Castro: una “Novia de papá” que padece y disfruta, divierte y conmueve
Por Horacio Otheguy Riveira
Una primera actriz al frente de un reparto óptimo para una comedia muy divertida y a la vez profunda sobre los inconvenientes, amarguras y “raros” placeres que ha de asumir una mujer de hoy ante las familias propias y ajenas.
La realidad española sentimental tiene estadísticas muy precisas, según cálculo del Consejo General del Poder Judicial: menos matrimonios, más divorcios con preferencia por la custodia compartida (ver El Confidencial del reciente 22 de marzo). Un hecho que de puertas adentro da lugar a inconvenientes prácticos que lleva de cabeza a ambos sexos por la novedad que implica en el trato del día a día con hijos, exparejas y nuevos intereses de todo tipo, con la inestable cuestión económica de por medio. Pero es una realidad que momento a momento se afronta con más saludable energía: cualquier cosa con tal de evitar el monótono mal rollo de una pareja con la que no sólo no se está a gusto sino que, en muchos casos, facilita la creación de un odio proclive a la tragedia.
Pues bien, tras vivir una experiencia similar, Paloma Bravo publicó una novela que adaptó al teatro en colaboración con un formidable director de comedia, que a su vez la dirigió (Joe O´Curneen) en la misma línea de acontecimientos atravesados por un gran sentido del humor y creatividad en la creación de diálogos y personajes; luego publicó otras dos novelas sin adaptaciones teatrales, “de momento”: Tres mujeres solas y La piel de mica.
Pero lo que aquí más nos importa es qué le aporta al teatro esta feliz pareja de autora y director, y el resultado no puede ser mejor: un fluir de golpes de efecto en una trepidante función donde el ritmo del texto va a la par del ritmo corporal de un grupo de actores (con dos adolescentes impecables; cosa muy rara en nuestros escenarios, y menos aún parodiándose a sí mismas) que se entrega con gran ductilidad desde el primer momento.
Una Compañía que, en cada gesto y dominio del diálogo, aporta estilo pulcro y profesionalidad a tope, porque la puesta en escena está encarada desde el tú a tú, la cercanía psicológica con el espectador desde que comienza hasta el epílogo que llega después de los aplausos. Actores que lo mismo asumen personajes fijos que un abanico de arquetipos breves a cual más divertido.
Pero el peso principal de la comedia cae en una protagonista que lucha por ser ella misma, independiente y gozosa en medio de una endiablada situación saturada de machismo, presiones sociales, necesidades económicas, y a un lado y a otro la necesidad de amar y ser amada. Pero las niñas del galán maduro que eligió por pareja “informal” se le van metiendo en cuerpo y alma y un día la asaltan descaradamente:
— Pero bueno, tú con nuestro padre ¿follas o haces el amor?
La novia de papá sufre —desde su infinita inocencia de amante sin prejuicios— las ataduras de situaciones en las que nunca pidió estar, y entre sus obligaciones y necesidades se topa con dos criaturas que la detestan y la celan, con una madre insoportablemente esnob, y un padre que procura estar siempre ocupado para no tomar decisiones enojosas… y entretanto ha de forjarse una mujer nueva, sorprendente, capaz de sortear obstáculos todos los días, enfadarse y divertirse…
Todo esto es imprescindible que lo asuma una actriz con una flexibilidad excepcional, capaz de afianzar su vis cómica con pleno dominio de la emoción en breves momentos profundamente sensibles. Todo y más en María Castro, asumiendo una carrera en plena evolución.
Ante la espléndida comedia francesa Una semana nada más —dirigida por Gabriel Olivares en 2013-2014— escribí:
María Castro logra convertirse en una fascinante actriz de comedia (género para el que hay muy pocas tan bien dotadas), porque cada uno de sus mohines, reacciones enloquecidas, o maternales o inesperadamente implacables resultan viscerales, como resultado de un proceso de interpretación minucioso y a la vez muy relajado.
He aquí a una excelente comediante muy bien arropada por sus compañeros para navegar en una función que, siendo divertida, no deja de aportar un fraternal abrazo a las muchas mujeres que han de vivir la dolorosa situación de ser ellas mismas en una sociedad que en la mayoría de las cuestiones no para de poner trabas. Pero el personaje, la actriz y la autora lo tienen claro:
Me puse a escribir y me di cuenta de que no hablaba de madrastras, sino de la paternidad elegida y `disfrutona´, de la amistad que te hace reírte de tu sombra, de la conciliación y las leyes poco prácticas, de los Reyes Magos y del manual del padre imperfecto. La novia de papá hablá del día a día y de un montón de conceptos que hay que llenar de humor y tolerancia…
La novia de papá
Basada en la novela homónima de Paloma Bravo (Plaza & Janés)
Adaptación teatral: Paloma Bravo y Joseph O´Curneen
Dirección: Joseph O´Curneen
Intérpretes: María Castro, Eva Isanta, Armando del Río, Rodrigo Sáenz de Heredia, Nadia de Santiago, Lucía de la Fuente
Escenógrafo: Ricardo Sánchez Cuerda
Iluminador: Felipe Ramos
Estilista: Natacha Fernández Gallardo
Lugar: Teatro Infanta Isabel